Indignación

Ohú. Qué mala he estado. 

Esto de que te entra de repente un no sé qué qué sé yo por la tripa y el no sé qué qué sé yo se acaba convirtiendo en una gastroenteritis de campeonato, con todos los shows propios del caso. Precioso, ideal. Argh.  

Todavía no ando bien, no, pero he de venir por aquí para contaros la última de my teacher, sip. Es que si no me desahogo por aquí no me desahogo por ninguna parte porque a mis classmates no les hierve la sangre como me hierve a mí. Ellos son más del estilo del "venga, mujer, qué le vamos a hacer y tal", que es buena muestra de esta España, en la que las revoluciones siempre se han hecho tarde y como con pereza y dejadez. Ir se va pero ir para nada es tontería así que no vamos, que diría aquel. 

Pues sí. Spanish humanity en concreto. 

Y no es que no pretenda levantar una revolución en mi escuela de idiomas (mala cosa no sería tampoco) pero sí que me voy a quejar a toda instancia superior que me encuentre. Lo suyo sería que nos quejáramos en comandita, todos los alumnos, pero paso de proponerlo porque: 

1. No me van a hacer caso. 

2. Encima la que va a quedar de radical y mala persona voy a ser yo. 

Así que eso, paso. Me quejaré, pero ahí quedará mi queja. Perdida en el limbo de las reclamaciones no atendidas hechas por alumnos rencorosos y malajes. 

Lo de hoy que os decía. Ya nos lo avisó el lunes, que estaba "muy cansada" y que había ido a dar clase de milagro. Muy cansada dice la tipa esta. Muy cansada. WHAT?

Una señora que sólo tiene dos grupos a los que dar clase. QUE NO HACE NADA EN LAS CLASES. Que pasa ampliamente de todo. ¿CANSADA? 

Lo sé, Sheldon. Lo sé. 

Pues sí, estaría muy cansada porque hoy no ha ido. A dos semanas del examen, con casi medio temario por dar, se permite el lujo de decir que está cansada y no aparecer por su lugar de trabajo. 

¿A que comprendéis mi indignación?

Arrrgh. 

Y así todo. Firmemente creo que es una señora con graves problemas mentales, además de su nulo nivel para dar un grupo de avanzado. Y me voy a quejar mucho y muy fuerte aunque nadie me escuche. Que nadie me quite, al menos, el derecho al pataleo.