lunes, 31 de diciembre de 2012

Mis series 2012

Y digo yo. Si me he pasado el año viendo series, ¿no puedo hacer yo mi propia lista sobre cuáles me han gustado más como hace todo hijodevecino? Pues claro que puedo. Ale, que voy. 

1. Sherlock. Motivo principal de mi adoración perpetua e inquebrantable (a no ser que la líe en el aniversario del Doctah, que todo es posible) por ese señor llamado Steven Moffat. Motivo también de mi adoración, esta sin condiciones, por Mark Gattis, Martin Freeman y, cuidado no os resbaléis con mis babas, Benedict Cumberbatch, the one and the only. Tres capítulos, seis si se incluye la primera temporada, perfectos. Sobre todo ese 'A scandal in Belgravia' que me hizo llorar de pura alegría por estar viva y tener la oportunidad de ver algo así, una concentración de talento como pocas veces se da: actores, guiones, historia, complicidad con el público. Todo. Mucho se habla de la sonrisa de Carrie Mathison en el primero de Homeland, pero esa sonrisa de Sherlock al final del escándalo en Belgravia, dice tanto como mil líneas de guión. 

domingo, 30 de diciembre de 2012

Propósitos 2013

No me caes bien, 2013. Así, ya de entrada, que lo sepas. No es que una sea supersticiosa, que no, pero no sé. Me da repeluco. Pero bueno, como ya dije en la entrada del otro día, lo del año nuevo no deja de ser una línea imaginaria que nos hemos marcado a nosotros mismos, que nada tiene que ver con los tiempos reales de la vida. Eso sí, habrá que cumplir las tradiciones y hacer la lista de propósitos, esa que en febrero ya habré olvidado.

jueves, 27 de diciembre de 2012

La tragedia de Downton

Lo acabo de decidir. Me lo voy a tomar con humor. Sí, sí. Nada de dramas, lloros, mesar mis cabellos -están para pocos trotes con esto del otoño-invierno, quita-, ni invocar a los familiares presentes, pasados y futuros del señor Fellowes en no muy buenos términos. Sí, porque además, british style ante todo. Todo muy educado y fino. Of course. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

The Snowmen: el proceso

Ayer ví 'The Snowmen'. Lo mío me costó.

1. Me pasan un torrent de una página que con mi 'descargador' habitual no funciona. Me dice que me tengo que descargar otro 'descargador'.
2. Me lo descargo. El torrent sigue sin funcionar.
3. Desinstalo el 'descargador' dos. Busco otro torrent.
4. El descargador uno ahora dice que no funciona.
5. Hiperventilo.

Hola, 2013

Y se pasó el día de Navidad. Y llega la hora de las conclusiones y reflexiones sobre el año que se va, y los propósitos para el año que se viene. Como los pobres ingenuos que somos, porque lo somos, pensamos, creemos, queremos confiar en que el año nuevo supone algo diferente, algo casi mágico, una ruptura entre el ayer y el mañana. Provocamos cambios de ciclos con un simple cambio de calendario, pero, en realidad, nada es así. La vida será igual para todos a partir del 1 de enero. Los cambios de ciclo vital pueden pasar desapercibidos hasta que, un día cualquiera, caemos en la cuenta de que nada es como era. O pueden producirse en cualquier fecha del año, no necesariamente el primer día de enero. Lo importante es que dentro de esta marejada en la que nos ha tocado vivir, ha pasado un año más, y aquí seguimos, prestos a encarar el 2013, cada vez más inmersos en un futuro que se nos escurre entre los dedos mientras seguimos soñando con aquel que nos prometieron. 

sábado, 22 de diciembre de 2012

Miranda

Porque todo en la vida es cuestión de actitud. 

Hace poco le contaba a unos amigos que el día que inauguraron un nuevo edificio de mi instituto será recordado para siempre en la historia del centro porque una alumna se quedó encerrada en los baños. Sí. Yo. Todo era nuevo, tan nuevo, que la puerta se atascó y el conserje tuvo que aparecer en mi ayuda. Pocos días después resbalé en la entrada de la clase -el suelo era nuevo y deslizante- y caí todo lo larga que era, que soy, delante de mis compañeros. Épico. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Silver linings

Menos mal que existen las risas, menos mal que existen esas miradas, menos mal que nos sonreímos con complicidad, menos mal que la vida a veces te recompensa con pequeños gestos de luz, de generosidad, con conversaciones en las que pones el alma. Menos mal que hay momentos de paz y amistad. Menos mal que un dulce compartido sabe mejor que uno a solas, menos mal que hay palabras que nos hacen reír y frases que seguiremos recordando cuando hayan pasado los años, como ahora recordamos las de entonces. Menos mal que aún nos sonrojamos cuando nos dan las gracias con sinceridad. Menos mal, sí, que es Navidad, y que tengo el espíritu propicio para apreciar estas cosas. Menos mal que seguimos aquí, que la vida es hermosa, que las luces son bonitas y voy a comer turrón de chocolate y guindas de licor. Menos mal que la Navidad todavía aparece cuando menos te la esperas, a la vuelta de esa esquina, tras ese viaje que no te apetece hacer o en ese lugar en el que no quieres estar. Menos mal que hay canciones que hablan de nieve y chimeneas. Y menos mal que las canta Sinatra.
Feliz Navidad.


Heart

Tarde lluviosa. Un coche. Vueltas y vueltas para aparcar. Y, de repente, en la radio suena esto:


Aparco al fin. 

Y sonrío. 

And in the morning when he woke all I left him was a note I told him I am the flower you are the seed We walked in the garden we planted a tree Don't try to find me, please don't you dare Just live in my memory, you'll always be there...

martes, 18 de diciembre de 2012

Homeland

(ATENCIÓN: NO LEER SI NO SE HA VISTO LA 2ª TEMPORADA COMPLETA)

Me da mucho miedo la tercera temporada de Homeland. Por ahí empiezo. Sí. Me da pánico, terror. Porque, con mi limitada inteligencia de persona normal, no alcanzo a comprender por dónde van a tirar los guionistas tras el brutal final de la segunda.

Aunque, claro, con la maestría que se gastan, lo mismo en el segundo episodio de la tercera tenemos de nuevo a Brody de congressman, como si nada, y nos lo han explicado de aquella manera pero nos lo hemos creído como benditos. Yo es que ya, cualquier cosa, señores.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Downton vs. Westeros

Yo en esto de las series soy un poco novatilla. I confess. Empecé hace dos o tres años a ver The Big Band Theory. Todo con subtítulos en español. Luego dí el paso y me atreví con los sub en inglés. Y no bajo del notable en inglés desde entonces, ahí queda eso. El caso es que no me entero aún mucho de los líos y tejemanejes que hay detrás de las grandes series americanas e inglesas y me muevo por eso tan sencillo y tan difícil de explicar llamado "gusto personal". Por ejemplo, Mad Men me parece fantástica, pero me aburre un pelín. Y además no me ayuda con el inglés, porque, básicamente, los personajes no hablan. Muchas miradas intensas, muchos gestos y tal, pero hablar poquito. Así que me quedé con la segunda temporada a medias y ahí sigo. Que Jon Hamm me perdone.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Momento Matilda

¡Se acabó la buena chica!
A veces no podemos, no queremos, no nos consentimos aguantar más. Es aplicar aquel refrán que dice que Jesús dijo hermanos, pero no primos. El problema es cuando has aguantado mucho, cuando tu talante tranquilo y pausado lleva a los que te rodean a malinterpretarte, mal conocerte, y, de repente, llega ese día en el que no, ya no más. Nadie lo entenderá, pero es lo que hay. Nadie tiene culpa, pero no importa. El camino hasta llegar a querernos de verdad, sin miedos, es largo y difícil. Habrá fallos, volveremos a poner a los demás por encima, confundiremos las reacciones, querremos reivindicarnos cuando no toca y haremos daño a gente que no se lo merece. Pero también encontraremos consuelo en saber frenar comportamientos que no nos gustan, en distinguir a los amigos de verdad de aquellos circunstanciales, en asumir que la vida es complicada y que saber defenderse de ella es otro camino largo y cruel, en el que abundarán las puñaladas, los dolores y las heridas. Eso sí, al final, siempre al final, todo merecerá la pena si somos fieles a nosotros mismos. Sigamos intentándolo. 



lunes, 10 de diciembre de 2012

Utopía

Repito imagen ilustrativa de entrada, porque, la verdad, pocas hablan tanto por sí solas como esta de Mafalda rebelándose contra el mundo. Y es que, a veces, hay que rebelarse. Mucho más en este mundo que nos ha tocado vivir de convencionalismos sociales, donde todos juzgamos y prejuzgamos, opinamos y sabemos aunque desconozcamos. Es complicado seguir a rajatabla el 'live and let live'. Pero es que hay gente que no sabe, no contesta al respecto. 

El problema, creo, está en las inseguridades que todos arrastramos. Nuestras elecciones hacen nuestra vida, nuestra vida nos hace como somos. Poco podemos cambiar, más allá de aprender a aceptar que nada importa tanto como para condicionar nuestra relación con los otros. Es un largo camino, no obstante, el que va desde el comportamiento errático de aquel que es arrastrado por sus propios miedos y vacíos, hasta la seguridad que da conocerse, quererse y aceptarse. Buscar la felicidad en cosas externas, querer cumplir con  normas auto-impuestas o culpar a los demás de tu propia desazón, son recursos frecuentes en el mientras tanto. 

Luego están aquellos que consiguen salir a flote en el mar de sus propias penurias remando en la dirección contraria a la que marca la sociedad. No es nuevo en el comportamiento del ser humano que al diferente, al extraño se le marque y se le excluya. Vuelven a entrar en escena los miedos y vacíos que mencionaba antes. Las inseguridades. Y también, una dosis, más o menos cargada, de ese ingrediente que habita en, casi, todas las almas: la maldad. 

Si todos supiéramos que nadie es perfecto, que todas las vidas tienen alegrías y desgracias, que todas las elecciones son respetables, que lo importante es ser feliz sin hacer daño a nadie. Si todos actuáramos así, sería muy diferente. Pero por algo existe la palabra 'utopía'.




viernes, 7 de diciembre de 2012

Por pedir que no quede (mi 'wishlist' en la FNAC)

Lo primero de todo, soy de provincias. Más aún, soy de pueblo. Es decir, que para mi la FNAC es el paraíso, el nirvana, esa sensación llamada 'bliss', todo. Es entrar allí y lágrimas de emoción acuden a mis ojos. Yo no voy a la capital del reino a ver a la familia, no. Yo voy a la FNAC. Y paro ya porque esto va a sonar a peloteo y, uno, no lo es, dos, si lo fuera no tendría sentido porque los 2013 euros van a caer por sorteo. Por cierto, gracias a http://cuadernoderetales.blogspot.com.es/ por difundir la noticia, que si no, ni me entero. 

Mi lista de deseos en la FNAC o en qué me gastaría 2013 euracos de nada (wiiii!):

1. Of course, un iPad. Lo quiero y lo necesito, para nada en concreto, pero ha de ser mío. Soy así de superficial e idiota. Además no está muy caro, por 499 euros de nada, sería mío. Le añadimos esta monérrima funda morada, que es mi color -por si no se nota, ejem-, por 17,90 eurillos. Bah, calderilla. 

2. Entramos en la zona caliente, señores. Fotografía. Mi vicio y mi adoración. Por mí me compraría una cámara de las más caras, pero hay que repartir, así que me conformo con la que ya tengo pero le compro chucherías para tenerla contenta, como este flash de 197,10 euros, este objetivo 55-200, de 239, 31 euros,  este otro objetivo 50 mm de 408, 27 euros.  También necesito esta tapa de objetivo , por 6.50 euros, 

3. Zona música. Creo que ha llegado la hora de desprenderme de mi mp3 del año de la tarara y conocer, por fin, lo que es un iPod, como este clásico de 269 euros. 

4. Zona merchandising. La TARDIS de 9,99 euros. (Ésta me la voy a comprar sí o sí en mi próxima visita).

5. Zona deuvedeses. Agárrense que vienen curvas. Primera temporada, edición limitada, de Doctor Who, por 41,99 euros. Segunda temporada Doctor Who, por 41,99 euros también. Pack de las diez temporadas de Friends, por 84,99 euros. Pack de The Wire (que no la he visto y he de remediarlo cuanto antes), por 89.99 euros. 

6. Y como estoy muy cansada después de tanto comprar, me pido una escapadita de relax, como la de este plan Explora la Naturaleza al estilo National Geographic, de 99.90 euros, que en algo tendré que emplear todos los chismes comprados para la cámara. 

Y en total, son 2005, 93 euros.  

¡Qué bonito es soñar!




martes, 4 de diciembre de 2012

Elementary: aceptamos pulpo

¿Por qué comencé a ver esta serie, 'Elementary', pese a haber jurado en arameo que jamás de los jamases se me ocurriría hacer tal cosa? Pues la culpa la tiene, cómo no, Twitter. Ser tuitera implica disfrutar de un gran y continuado torrente de información e implica también que te enteras de lo que opinan aquellos a los que sigues. Y si los sigues será por algo (aunque ése es tema para otra entrada). Total, que unos cuantos de esos gurús televisivos a los que rindo mis respetos vía la red social del pajarito comentaron que, oye, pese a sus reparos, 'Elementary' no estaba mal. Y allá que me fui yo. 

Una tregua

En los tiempos que corren, solicitar una tregua a la vida puede parecer desagradecido, quejica, autocompasivo. Lo peor. Pero lo cierto es que cuando la mala suerte se enrosca en torno a ti como una boa constrictor, no queda otra más que rebelarse y mandar muy lejos a todas esas enseñanzas del nuevo siglo que nos exigen ser filósofos, empáticos y elevados. Oiga, yo voy a luchar como la primera, voy a pelear, he peleado sin descanso y no pido nada que no me haya ganado, no me venga usted con filosofías de revista de sala de espera. Ya está bien. 

Y es cierto que la vida es así, que hay mucha gente que está peor, que esta crisis no es nada comparada con las que vivieron nuestros abuelos, etc. Lo sabemos. No somos una panda de quejumbrosos y malacostumbrados que lo único que quieren es mantener su supuesto alto nivel de vida porque, o sea, es lo que tiene que ser. No, somos gente normal, que trabaja, sufre, sueña y se desvela por las noches por culpa de los problemas. Y sí, somos muchos los que estamos así, somos muchos los que pedimos treguas, los que necesitamos que, alguna vez, las cosas nos salgan bien. Y si ese 'muchos' debería servirnos de consuelo, ya afirmo desde aquí que no. No consuela. Más bien desespera. 

Necesitamos que la vida nos saque bandera blanca. Una tregua. Una esperanza cierta. 


sábado, 1 de diciembre de 2012

Nashville

Esta entrada también podría llamarse "¿Qué se necesita para ser una cantante country?"

Pues se necesita, mire usted, estar muy buena. Hablar inglés como sin ganas. Tener un pasado turbio, relacionado con familiares/amigos/amores con problemas con las drogas. Y por drogas entendemos alcohol, ansiolíticos, heroína. Muy agradable todo. También saber escribir canciones que hablen de todo eso -amores perdidos por la drogas, familias desestructuradas, decisiones que definen una vida-, pero que tengan ese toque country style, con sus botas de cuero, camisas de cuadros y yiiiijaaas varios. 

Y si a todo esto, además, se le añade una historia política bastante directa -elecciones, millonario de dudosos escrúpulos que quiere controlar el cotarro, etc-, pues tiene usted una serie llamada Nashville, que aunque pueda parecer lo contrario, es de lo mejorcito que se puede ver ahora mismo en la tele. Porque no engaña a nadie, ni tiene más pretensiones que aquello que puede alcanzar: entretener muy dignamente. Y además, permite disfrutar de muy buena música.

Nashville. Hay que verla. 


jueves, 29 de noviembre de 2012

Las '50 sombras' esas

Un especialista en SEO diría que me preocupo poco por el SEO, claro, y que tengo que afinar más en los títulos de las entradas por aquello de los motores de búsqueda y demás. Pero, qué queréis, me importa un pimiento. 

A lo que voy. Que para no opinar sin saber, primero hay que conocer. Aunque, tras unos cuantos años ya por este mundo, tengas más callo que un armadillo y te huelas las cosas a kilómetros de distancia. Pero como hay que ser riguroso, venga, vale, páseme usted un capitulito de las 50 sombras esas que quiero saber de qué va. O, más bien, quiero confirmar mis sospechas porque saber de qué va, ya lo sé, que lo cuenta todo el mundo. 

Y me he leído el capítulo. Y mis niveles de vergüenza ajena han rebasado la estratosfera y le han quitado el récord al Baumgartner. Tal cual. Por no hablar de los niveles de vergüenza propia por: 1) Siquiera dedicar un minuto de mi tiempo a leer tal cosa, y 2) Pertenecer a la misma especie que: a) El escritor o escritora, no tengo el dudoso gusto, que ha perpetrado tal engendro ¿literario?, y b) Los miles de millones de seres que se  lo han leído y, no sólo les ha gustado, no, sino que creen, y así lo afirman, que han descubierto la leche merengada que no engorda. 

Un maravilloso profesor me dijo una vez que un síntoma de la decadencia del Imperio Romano fue la vulgarización de las normas, los gustos y de todo aquello, en general, que caracterizaba a la sociedad clásica. De aquella vulgarización del Latín, por ejemplo, surgieron las lenguas romances. No somos ni hablamos otra cosa más que una versión vulgar de aquello que fue lo primero, lo único, lo perfecto. Y dentro de esta cadena, de este bucle infinito de cambios y pérdidas, existen, han existido, otras muchas vulgarizaciones que dan cuenta del tipo de sociedad que se vive en cada momento. Esta es otra de ellas. 

Aunque no es patrimonio suyo, sino que la historia empezó mucho antes, quizás con el famoso Código da Vinci que fue el comienzo de los fenómenos editoriales que llegan al mundo entero, sin más fundamento ni base que historias sencillas y fáciles de leer y fuertes campañas de publicidad. No es literatura de la de verdad, es comida basura en forma de libros. Una hamburguesa con patatas fritas en aceite de dudosa procedencia quita el hambre y sabe rica. Pero no aporta nada más que eso. No alimenta. Y con los libros sucede lo mismo. Y, por supuesto, y ahí está la base del éxito, a quien no ha leído/comido nunca de verdad, una hamburguesa/libro 50sombras le parece el más fantástico de los manjares, porque no tiene donde asirse, no tiene con qué comparar. Y mucho menos va a querer, después de comerse la hamburguesa, pasarse a las ensaladas, por ejemplo. Ya, si serán más sanas, pero no saben igual, no me dan tanta satisfacción, no están tan buenas, CUESTA más comerlas. 

Porque, ah, ésa es la clave, a la literatura de verdad, a las grandes historias que te emocionan a través de palabras maravillosamente escritas, sólo se llega con esfuerzo, con tiempo, con ganas de aprender. Así es como se educa al cerebro y se abre la mente. 

Pero como, aunque lo parezca, no me gusta generalizar, y tampoco quiero quedar de repelente (más), y como gente que conozco y aprecio se ha leído estos libros, y como hay más días que longanizas y vete a saber tú dónde acabaremos, y a cada cerdo le llega su San Martín y no digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre, y tal, como todo esto... 

MIRA QUE NO. QUE SON UNA MIERDA Y PUNTO. 

Venga, vale. Literatura de este (no) estilo ha existido siempre. Corín Tellado y  demás damas de las letras escritas para el público femenino. Todos o casi todos recordamos a la madre de Chandler Bing, en Friends. Nora Bing, novelista erótica que fascinaba a los amigos de su hijo, mientras éste se moría de la vergüenza. O a aquella que era la abuelastra de Diana de Gales, Bárbara Cartland. Por no hablar de las series de novelas sobre los 'highlander', esos rudos escoceses que van por la vida con look Mel Gibson-William Wallace, sin camisa, con su faldita, su castillo, su triste soledad, etc, etc. Poned 'higlander novela' en Google Imágenes y flipad. 

Es decir, que '50 sombras', entre otras cosas, no ha inventado nada nuevo. Sólo ha contado con una gran campaña de publicidad y con la era de las redes sociales a su favor. Ni más ni menos. 

Y a ver si se pasa ya el fenómeno. Que aburre un poco. 











lunes, 26 de noviembre de 2012

La España que nos va quedando...

Hacerse mayor es, básicamente, decir adiós. No sólo a tu propia vida y las cosas/personas/experiencias que la componen, sino también a eso otro que nos rodea, que hace que nuestro mundo sea como es. Nuestro mundo no como globo terráqueo suspendido en la inmensidad de la nada (o del todo, según como se mire), sino nuestro mundo más cercano, aquellas gentes con las que hemos crecido, aquellos 'estados de las cosas' que parecían inmutables cuando éramos pequeños. Soy de la generación que hasta los veinte y muchos sólo conoció un Papa, por ejemplo. Y, aunque ya han pasado años, aún me cuesta ver vestido de blanco a otro señor diferente a Juan Pablo II. A ese tipo de circunstancias me refiero cuando digo que hacerse mayor es ver cambiar 'tu' mundo, y sorprenderte por ello. 

En esta semana se han ido Miliki y Tony Leblanc. Se han ido mayores, queridos, reconocidos, rodeados de su gente, tras una larga vida de trabajo. ¿Qué más se puede pedir? ¿Qué más se puede decir? Nada, sólo que les vaya bonito allá donde estén. Pero, aún así, en el corazón se nota una cierta orfandad, un desasosiego que tiene que ver más con el miedo propio a envejecer, tal vez, que con la pena por un adiós que cumple, de modo perfecto y justo, con la ley natural. No se trata de la leyenda de Fofó, aquel mítico payaso que no llegaste a conocer. No es Gaby, que murió cuando tú eras demasiado joven como para apreciar estas cosas. Es Miliki, aquel con el que creciste, con el que merendaste cientos de tardes, al que le mandaste alguna que otra carta para participar en los concursos del programa que presentaba con su hija, Rita Irasema. Es una parte de tu infancia, un trozo de vida que se ha quedado huérfano, que ha pasado del verde del recuerdo vivo al color de los periódicos amarillentos. Que te ha hecho un poco más vieja, un poco más mayor, que ha empujado una cantidad considerable de arena en ese reloj que a todos nos marca el destino y el tiempo. 

En cuanto a Tony Leblanc, creo que la que se ha hecho algo más mayor es España entera. Si algo nos quedaba de esa inocencia simpática, castiza, inteligente, hecha de hambre, penurias y sueños gastados de tanto soñarse, se lo ha llevado Tony. Perdemos las raíces que nos anclaban a otro tiempo, a otras formas de ser y de estar, de relacionarnos y de reconocernos, y nos adentramos en terrenos desconocidos, inestables. Cuando se va gente como Tony, la incertidumbre del futuro se acrecienta. La vida, la ley natural, suelta el lastre que nos ata a lo que fuimos. Volamos hacia nuevos horizontes. Nos hacemos otros. 

viernes, 23 de noviembre de 2012

La marca del meridiano

Leer un libro de personajes ya conocidos, un libro de saga, de serie, es como volver a casa de un familiar al que hace tiempo que no ves. Reconoces los espacios, notas los cambios, comprendes que la vida ha pasado para todos, retomas el hilo de la relación y te resitúas en las nuevas coordenadas, un poco diferentes a las anteriores, pero siempre cercanas. 
Volver a leer un Bevilacqua y Chamorro ha sido recuperar esa sensación. Todos nos hacemos mayores, perdemos y encontramos ilusiones por el camino, imperceptiblemente lo que nos rodea y motiva cambia, pero la esencia de lo que somos permanece, aunque a veces nos cueste reconocer a los que fuimos. Chamorro no es aquella niña que llevaba medias en verano a Mallorca, pero sigue siendo la misma pese a ser una sargento de la Guardia Civil respetada y admirada por sus compañeros. Vila ha pasado por malos momentos y ahora disfruta de una sabia madurez, en la que la balanza cae del lado bueno con más frecuencia. Pese a todo. Y es un gusto leerlos así, tranquilos, serenos y valientes. Y si la historia es redonda, como es la de 'La marca del meridiano', mucho más. Bien hilada, representa de modo certero, como siempre, por otra parte, el mundo de la Guardia Civil, desconocido para la gran mayoría de los ciudadanos, mucho más si hablamos del ámbito de las unidades de servicios especiales, que sólo tienen relevancia cuando algún suceso adquiere fama pública o cuando alguna serie de televisión lo refleja, de ese modo en el que las series españolas -sí, hay que admitirlo- reflejan los sectores en los que los guionistas, españoles de nuevo, ponen su clarividente ojo. Y para qué decir más. 

En definitiva, 'La marca del meridiano' es volver a casa, reencontrarte a viejos amigos y disfrutar de una lectura de las buenas, que atrapa, enseña, emociona y entretiene. 

PS: Y si no se ha leído nada de Vila y Chamorro con anterioridad, puede leerse sin problema, aunque yo siempre recomendaría empezar por el principio, para saberlos y conocerlos mejor, con todos sus detalles. 




sábado, 17 de noviembre de 2012

The Paradise

El paraíso, señores, está entre Downton Abbey y Parade's End. 

O no. No tanto. Sólo son diferentes modos de entender una misma cosa: contar a través de la televisión una historia. Una historia histórica, en cuanto no transcurre en nuestros días, sino en algunos, muy lejanos ya, del pasado del Reino Unido. 

Parade's End, maravillosa serie, se pasó de intensidad y de, sin ninguna necesidad, recordar en cada secuencia que estaba mucho más allá, en el fondo y en la forma, que Downton Abbey, que, en términos modernos, es una serie mainstream. Es decir, para todos, accesible, fácil de entender. Parade's End se pasó de rosca en su intento de no ser eso. Y fue una pena, porque tenía mimbres para haber sido una serie antológica, de las que quedan en la memoria y en el alma. Pero no. 

Y entre medias, entre las andanzas de los Crawley y de los Tietjens, se coló The Paradise. Serie que te planteas ver porque, básicamente, es de la BBC. Serie que dejas ahí, acumulando capítulos, porque no te llama mucho la atención. Hasta que comienzas a verla. Y, de repente, te cautiva. Porque no es nada del otro mundo, pero es muchas cosas. No es la maravilla, la excelencia, el lujo de decorados, vestidos, actuaciones y localizaciones de Downton. No es el mensaje que sólo mentes privilegiadas pueden alcanzar a comprender -o la pretensión de que así sea- de Parade's End. No. Es sencilla, bonita, discreta, amable. Tiene el punto justo de todo lo que debe tener una buena serie, mucho más una ambientada en el Reino Unido de finales del SXIX. Un poco de misterio, de oscuridad. También amistad, amor, relaciones sociales de la época. 

Quizás sólo se le puede echar en cara que durante los cuatro primeros capítulos en ocasiones se desvía de la historia principal. Se desvía tanto que no sabes si lo que parece que te iban a contar es eso que crees o es que te has confundido y te van a contar todo lo contrario. Yo me entiendo. No obstante, a partir del capítulo quinto, todo se endereza y vuelve por la senda que siempre fue, pese a las maniobras de distracción -digo yo- planteadas en los episodios anteriores. Así, hasta que llega el último capítulo y ah, qué belleza. Y no digo más, porque hay que verla. 

PS: Hace unos días que confirmaron que tendrá segunda temporada. Soy feliz. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El nudo

Hay canciones que llegan en el momento oportuno. Canciones que te golpean en la línea de flotación. Y que ayudan a deshacer el nudo, ese nudo que se enrosca en la boca del estómago, hecho de congoja, miedo, rabia, tristeza y lágrimas nunca vertidas. Orgulloso y cabezota, se queda ahí, y nos recuerda su presencia a cada paso que damos. Disolverlo es difícil. No se vencería ni ante Alejandro Magno y su espada. Pero, de improviso, una letra, una música,  y, quizás sólo por un instante, el nudo desaparece. Nos inunda un cierto sopor, pesamos menos y, por qué no, la energía vuelve a fluir. 




One day I swear I'll spread my wings, I'm on my way to finer things...

Fotos antiguas

Mientras escribo, suena la única canción de Mayalde que he podido encontrar en Spotify. Es curioso hasta qué punto pueden llegar a remover tripas que no sabías que tenías canciones que no sabías que existían. Pero que ya habías escuchado. Porque estoy segura de que alguna célula, algún gen, alguna conexión en nuestras neuronas, puede recordar lo que vivimos cuando éramos otros. Cuando nuestra carne no nos pertenecía, cuando nuestra alma aún no era nuestra, cuando no éramos aún más que una entelequia. Nietos de nuestros abuelos, hijos de una tierra que ha sufrido penurias hasta más allá de lo creíble, pobreza extrema con aires de gran país, somos una contradicción eterna, un mal sueño que nos abrasa, como diría aquella otra canción, con acercarse sólo a mirarlo. 

Como abrasa mirar las fotos en blanco y negro, pequeñas, acartonadas, tesoros escondidos en aparadores desgastados de tanto limpiarlos, desconchados, entre tazas y vasos de varias procedencias, entremezcladas con las fotos de las comuniones, las bodas, las fiestas aquellas en las que tu primo el mayor pintó la puerta de casa porque era quinto, o esa otra de tu prima cuando salió de majorette, mírala qué guapa estaba. Allí, con alguna estampita de santo, o debajo del tapete de la mesa del comedor, entre papeles amarillentos que venían muy bien para escribir notas cualquiera, con aquella letra gótica que enseñaban en la escuela del pueblo allá por los años 20. Los locos años 20 que aquí fueron años de hambre, cómo no. Nacer en una monarquía, criarse en una dictadura, vivir una república, conocer el mar gracias a una guerra, y otra dictadura, y otra monarquía. 

Y hoy te echo de menos, como siempre, como nunca. Porque gracias a ti y al recuerdo de lo que fuiste, de aquello que yo pude conocer y de aquello que se me escapa pero que me viene a la piel como yo vengo de ti, gracias a todo eso, hoy vuelvo a saber que nada es eterno. Que no tengo motivo de queja. Que de todo se sale. Y que tú sigues ahí. Aquí. Conmigo. 


domingo, 23 de septiembre de 2012

El fin del desfile

A veces vivimos una vida que no nos gusta, pero a la que nos obligamos, ya sea por circunstancias externas, ya sea por factores internos, por miedos. Nuestro día se convierte así en una farsa, en un eterno desfile de carnaval en el que, como decía aquella canción de Mecano, somos un cuadro de bifrontismo que sólo da una faz. 

En esto pensaba mientras veía el capítulo final de "Parade's End". El final del desfile. "There will be no more parades". Parade, parada militar, desfile... Christopher Tietjens lo dice varias veces en los cinco capítulos de esta serie: vivir en un desfile, de cara a la galería, manteniendo las formas, aunque sacrifiquemos nuestra felicidad por ello. Porque nobleza obliga, porque la sociedad lo exige, porque nos lo exigimos a nosotros mismos. 

Todo "Parade's End" es una gran alegoría, una gran metáfora sobre el encontrarse, el revelarse, el ser como se quiere y no como se debe. Europa estaba en ese proceso en aquellos años -Primera Guerra Mundial-, sacudiéndose el letargo de siglos de imperialismo y dominación absurda, saludando al nuevo mundo que había surgido con la Revolución Industrial y que, con no pocos y dolorosos tropiezos, nos ha traído a lo que somos hoy en día. No perfectos, pero libres. 

La vida del protagonista de "Parade's End" pasa por esas fases. Primero, el cumplimiento del deber, el honor, el respeto a las antiguas tradiciones. Más tarde, surgen las decepciones. Respetar unos valores que nadie a tu alrededor respeta, convertirte por ello en el punto débil al que atacar. Verte vilipendiado, humillado y, aún así, aguantar porque es lo que hay que hacer. Por último, rebelarse y no mirar atrás. Comprender que la vida es cambio, aceptar el dolor que ello implica y atreverse a ser feliz. "There will be no more parades". 

Bellísima historia la de "Parade's End", bellísma serie, aunque a veces corte el aliento por agónica y contenida y aunque, en mi opinión, sea necesario leerse los libros de Ford Maddox Ford en los que está basada, para terminar de comprender algunos personajes y situaciones. 

And Benedict, as usual, outstanding. Algún día le darán un Oscar, y muchos diremos entonces: "ya lo sabíamos". 



jueves, 13 de septiembre de 2012

El catolicismo y las ovejas

O "El catolicismo explicado a las ovejas" de Juan Eslava Galán. O yo misma, con muchos años menos, en clase de Ciencias Naturales, con cara de susto mientras nos explicaban la teoría de la evolución -mono, hombre, esas cosas-, y pensaba si la profesora sería una atea o vete a saber, porque, claro, aquello no cuadraba ni de lejos con lo que nos contaban en clase de Religión. A saber, Adán, Eva, la manzana, la serpiente, el pecado original y demás parafernalia. 

Yo era muy pazguata, ya. Pero que te contaran cómo sucedió algo y, dos clases después, te lo contaran de otro modo, confunde al más inteligente. Sobre todo en una edad en la que crees, aún, en Reyes Magos, hadas, duendes y magias en general. ¿Que Dios creo a Adán y luego de él a Eva y de ahí venimos todos? Vale, pero también creo que cuando se me cae un diente viene un ratón y me deja dinero debajo de la almohada. Yo, lo que me echen, que para eso tengo edad. O no la tengo, mejor dicho.

Total, que tampoco me voy a poner a hablar de las delicias de nuestro sistema educativo anterior -soy de EGB- porque ya se sabe, "otros vendrán que bueno me harán". En colegios públicos, como el mío, se daba Religión prácticamente sí o sí y comenzamos con el inglés con unos hermosos y crecidos 12 añazos. Vale. Pero de lo demás aprendíamos tela. O más de lo que aprenden ahora, por lo menos. 

A lo que iba. El libro de Eslava Galán. Tan esclarecedor, tan directo, tan sin medias tintas, que estremece. Tirando de ironía para no aburrir, pero también para no asustar. Oiga, mire, es que nada, y cuando digo nada, quiero decir NADA, es como nos han contado. Dentro de esto, la verdad más agradable es que, en realidad, muchas cosas no se sabe cómo fueron. Así que se puede elucubrar, imaginar, aferrarse al  'quizás', al 'por qué no'. Pero hay otras cosas que sí se saben. Y no, no fueron como nos dijeron. Como nos siguen diciendo. 

Porque lo terrible no es ya que nada de lo que dice la Iglesia Católica tenga la más mínima verosimilitud, que no la tiene. Lo terrible es que la épica que se ha creado al margen tampoco la tenga. Que aquí todos hemos dicho alguna vez lo de "no, yo en la Iglesia, como que no, pero claro, el mensaje de Jesús, sí". Pero, ¿y si Jesús en realidad no dijo nada de lo que dicen que dijo, ni unos ni otros? ¿Y si dijo cosas -eso si existió, que tampoco se tiene muy claro-, pero nada de lo que dijo nos interesa? ¿Seguimos el mensaje, inventado, corregido y aumentado al máximo por otros, de un judío -iluminado y violento, entre otras lindezas- que lo único que pretendió en su vida fue liberar Judea de los romanos? Es más que probable. 

¿De dónde sale todo lo demás? De siglos, de milenios de bolas de nieve cayendo por laderas. La bola que, al principio, es pequeña, se agranda en su caída, hasta llegar a tener unas dimensiones considerables. Todo por un impulso insignificante en sus inicios, en el que se concentra la oportunidad, la "suerte", las probabilidades. Y, por supuesto, el interés de los poderosos cuando comprenden que esa bola puede servir a sus intereses, a poco que la dominen y controlen. 

Y hasta hoy. Y lo que nos quede por ver y vivir. 

Un libro necesario, se crea o no se crea. Un libro que leer con los ojos y la mente abiertos. Un libro que lleva a otros libros, que dispara las ganas de investigar, de indagar, de saber dónde estamos metidos, en qué se basa nuestra cultura y nuestro mundo. Sin juicios, porque todo en la vida, en realidad, es fruto de la casualidad y de la causalidad. Cosas que ocurrieron porque sí, sin más explicaciones, cuyos efectos llegan hasta hoy. Y así seguirá siendo, por los siglos de los siglos. Porque el hombre sigue siendo un niño que mira a su alrededor con ojos asustados, y que busca su identidad, su razón de ser. Y la busca tanto que termina por inventarla. 








lunes, 10 de septiembre de 2012

Doctah

Dentro del mundo del denominado "frikismo" existen muchos mundos, muchas aventuras por vivir y caminos por recorrer. ¿Qué nos hace ser éso que se llama "friki"? ¿Que nos gusten las historias de magia, de monstruos, de ciencia-ficción? No lo sé. Sólo sé que esa palabra, "friki", nunca ha terminado de convencerme, pero que algo cambió en mí cuando descubrí que existía. Cuando comprendí que yo no era una rareza, que existían otras personas cuyos juegos de infancia consistían en representar justas medievales o batallas de vampiros, que se morían -y se mueren- por aprender esgrima, y que tienen un gato de mascota pero, secretamente, desearían tener un dragón. O un loro al que llevar en el hombro cual pirata. 

De nuevo, ¿qué nos hace ser "frikis"? ¿Tener más imaginación que los "no-frikis"? ¿Conservar los sueños de la niñez y no perderlos nunca? Supongo que todo eso y también otras muchas cosas. Pero, en realidad, es que hay tantos "frikis" como personas. Cada uno es diferente, aunque converjan en algunos gustos. Yo, por ejemplo, no entiendo ni sé ni quiero saber de videojuegos. Pero "friki" soy, vaya que si lo soy. 

En fin, quizá sea mejor dejar la teoría. Que cada uno sea feliz en su mundo y con sus gustos. Porque yo venia aquí a hablar del Doctah, de Doctor Who, esa serie de la BBC que es mítica en las islas, y que aquí es prácticamente una desconocida. No voy a hablar del talento de sus actores, de lo maravillosos que son sus protagonistas -cada uno en su estilo-, del savoir faire que desprende o de la calidad de sus guiones. 

No voy a hablar de todo eso, porque es mejor verlo. Y disfrutarlo. Y me remito a sus capítulos históricos, como el dedicado a Shakespeare, por ejemplo. Y pregunto, porque es inevitable hacerlo, ¿en qué serie familiar española se dedica un capítulo a alguno de nuestros autores clásicos? Empezando por el principio; ¿serie familiar en España? Doctor Who en Reino Unido se emite los sábados por la tarde. Los sábados por la tarde aquí, desde que tengo memoria, se dedica a las películas típicas y tópicas españolas o a truculentos telefilmes americanos. 

Pero, en fin, no vamos a entrar en comparaciones. Que son odiosas, ya se sabe. Y siempre tienen algo de injustas. El caso es que el Doctor Who existe, y puede, gracias a los adelantos técnicos, ser disfrutado por todos. Y que merece mucho la pena.

Porque es divertido y tierno. Porque habla del amor, de la amistad, de la lucha por un mundo mejor. Porque transmite esperanza. Porque enseña. Y porque, cuando lo conoces, comprendes que the TARDIS representa mucho más que una sencilla cabina de policía de hace décadas convertida en nave especial. The TARDIS representa ese territorio mágico en el que los sueños son posibles, un territorio en el que se puede demostrar ese inconformismo, a menudo silente y oculto, que es la razón de ser primigenia de todo friki. Un mundo al que escapar para hacer mejor todo lo que te rodea. 

Ser más alto, más hermoso, más valiente. Ser, estar más vivo, en definitiva.

De pequeño te dicen que la vida es una cosa: estudiar, tener trabajo, casarse, tener hijos. Pero más tarde descubres que la vida es más oscura, más peligrosa y más loca. Y mejor. 

Doctor Who, S02E010, Love and monsters.








domingo, 2 de septiembre de 2012

Emmenez-moi

...Je fuirais laissant là mon passé, sans aucun remords, sans bagage et le cœur libéré, en chantant très fort...

lunes, 27 de agosto de 2012

Echar de comer

A mí  que me echen de comer, no me mola. Y me llaman especialita, supongo. O lo soy. Porque cuando te rodean 3.000 personas, sin exagerar, esperando recibir su ración de alimento gratuito, felices ellas, un poco impacientes cuando la manduca se retrasa, ansiosas cuando llega, y tú vas y dices: "no, yo paso, gracias, ceno en casa tan a gusto", pues la rara eres tú. Claro. La que te sales de la norma, de lo establecido, de lo lógico. ¿Que dan de comer? Pues allá vamos. Lógico. 

Y, a ver, dentro de un ambiente festivo, en el campo, con buena gente, con amigos, se organiza una paella gigante, y sí. Ahí no me importa, aunque el arroz no me vuelva loca. Éso es una fiesta, un buen rato, unas risas. 

Pero, en un ambiente urbano, esperar de pie, durante rato largo, a que te den una plato pequeño de carne, trae memorias de tiempos feos, oscuros, de cuando éso era necesario. De esperar el alimento por parte de la autoridad. Son recuerdos de experiencias no vividas en primera personas, pero que van grabadas en nuestro material genético. No me gusta. No lo necesito. No me parece divertido. Mucho más en estos tiempos en los que todo está por venir. En los que no sabemos hasta donde llegaremos, hasta donde se llegará. 

¿Es necesario? ¿Se gana algo? No. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué seguir fomentando un paternalismo estúpido por parte de las instituciones con respecto a los ciudadanos, que, aborregados, se dejan llevar y aplauden porque los echan de comer? Me parece incluso despectivo con respecto a esos lugares que, desgraciadamente, aún existen en el mundo en los que el reparto de alimento es necesario. 

No lo entiendo. Dignidad, señores, dignidad. 



sábado, 18 de agosto de 2012

Adiós

Hace unas semanas hablaba de los lugares mágicos a los que siempre volver. Esos lugares que te rescatan, te proporcionan paz y tranquilidad. Esos lugares. 

Mi lugar, justo ahora, está a punto de desaparecer. Justo ahora, cuando puse en palabras aquello que sentía desde hace tanto tiempo. Bueno, en realidad no es una desaparición propiamente dicha, es una transformación. Pero ya no va a ser tan mío, porque ya no será como era. 

Y la pena, aparece. Y la razón dice que no es para tanto, que es para mejor, de hecho, porque, de otro modo, el lento paso del tiempo acabaría con el lugar. Mejor que se conserve, convertido en otro, pero ahí. Siempre. 

Pero la pena, continúa. Porque nada será como era. Esa es la simple verdad. 

Nos dicen que vivamos el hoy, el presente. No nos dicen que la vida avanza a tal velocidad que es imposible  cumplir ese mantra. 

Te echaré de menos, lugar. 

viernes, 10 de agosto de 2012

San Lorenzo

Era un agosto como éste que nos ocupa. Un poco loco, travieso. De la sierra llegaba olor a tierra mojada, a pino, a hierba, a piedra fría de las entrañas de la montaña. En el patio olía también a libertad, aunque no nos dábamos cuenta. En la tele ponían una película de misterio. "Corre, ven, que estas películas te gustan", dice la voz. Y yo voy, entro en el salón, donde huele a madera y a amor, miro, veo unos caballos corriendo por el desierto, hacia las pirámides. Me lo pienso un momento, y, finalmente, digo: "ahora vengo". 

Era más divertido lo que sucedía en el patio. Habíamos cazado un saltamontes. Los caracoles se desperezaban entre las hojas de la hiedra, y el suelo estaba lleno de ricos almendrucos. La película aquella parecía interesante, pero se estaba mejor allí, con las estrellas como techo y un pobre saltamontes como juguete. 

Tal vez sea una profecía. Porque parece que desde aquella noche hasta hoy el tiempo haya pasado como en un salto de saltamontes. Ahora estoy allí, ahora estoy aquí. Y mientras tanto... En el mientras tanto, finalmente vi, varias veces, aquella película, "Muerte en el Niño", sufrí con las andanzas de Jacqueline de Bellefort, su protagonista, disfruté con el tango de Angela Lansbury y David Niven. En el mientras tanto, aquella seguridad se perdió para nunca regresar. En el mientras tanto hubo tiempo para echar de menos el olor de aquella casa, el crujir de las escaleras, el sabor de los desayunos preparados con amor de abuela, la suavidad de las telas, el misterio del baúl, las toquillas, el espejo y los caracoles. La vida que se fue para no volver. En el mientras tanto, nos hicimos mayores y aprendimos a recordar sin dolor y con ternura los días  lejanos de felicidad. En el mientras tanto, en el salto del saltamontes, encontramos la fuerza para transformar el recuerdo en refugio. En el mientras tanto. 

Imagen: http://zoouniverso.blogspot.com.es/2012/03/como-los-saltamontes-hacen-su-ruido.html







jueves, 26 de julio de 2012

La Fée

El hada ya no quiere volar. Sentada en el armario, lee los viejos libros olvidados, estornuda cuando le rodea el polvo acumulado en esos estantes a los que nadie llega. Se siente poeta, se cree princesa. El hada tenía llamas en su traje y mirada triste y cansada. Ya no quiere volar más, tampoco quiere pensar en lo que quedó atrás. Todo ardió y las criaturas del bosque huyeron para no volver. En realidad, ya no queda bosque al que regresar, así que el hada se acomoda en su lugar, pasa página, mientras escucha a lo lejos la televisión. Aquí no se está tan mal. Es mejor no pensar.



  Moi aussi j'ai une fée chez moi Sur les gouttières ruisselantes Je l'ai trouvée sur un toit Dans sa traine brûlante C'était un matin, ça sentait le café Tout était recouvert de givre Elle s'était cachée sous un livre Et la lune finissait ivre Moi aussi j'ai une fée chez moi Et sa traine est brûlée Elle doit bien savoir qu'elle ne peut pas Ne pourra jamais plus voler D'autres ont essayé avant elle Avant toi une autre était là Je l'ai trouvée repliée sous ses ailes Et j'ai cru qu'elle avait froid Moi aussi j'ai une fée chez moi Depuis mes étagères elle regarde en l'air La télévision en pensant Que dehors c'est la guerre Elle lit des périodiques divers Et reste à la maison A la fenêtre, comptant les heures A la fenêtre, comptant les heures Moi aussi j'ai une fée chez moi Et lorsqu'elle prend son déjeuner Elle fait un bruit avec ses ailes grillées Et je sais bien qu'elle est déréglée Mais je préfère l'embrasser Ou la tenir entre mes doigts Moi aussi j'ai une fée chez moi Qui voudrait voler mais ne le peut pas...

miércoles, 25 de julio de 2012

Gente

Hay gente muy pesada. Dicho así, no descubro nada nuevo. Todos somos gente, y todos somos pesados en algún momento. El problema es equivocar la dirección de la pesadez. El problema es ser pesado con quien no tienes ni derecho ni confianza ni motivo ni nada para serlo. Gente confundida. Gente equivocada. ¿Gente sola? Puede. O no. O estamos en la pescadilla que se muerde la cola. Estás solo porque eres pesado. ¿O eres pesado porque estás solo? ¿Qué fue antes? ¿La pesadez o la soledad?

Me refiero, aclaro ya, a esa gente que no tiene las más mínimas habilidades sociales. Empatía, lo llaman. Capacidad de ponerse en el lugar del otro, pero también capacidad, diría yo, de saber hasta dónde, hasta cuándo, de qué modo y cómo desenvolverse en sociedad. 

Recientemente, he tenido que lidiar con una de estas personas. Lo que empezó siendo un contacto por correo electrónico normal, simpático, amable, por motivos laborales, se terminó convirtiendo en una pesadilla en la que, a ratos, bailó en mi mente la idea del acoso puro y duro. Pero no era acoso, porque, en esencia, no había intención de acosar. Lo que había, lo que hay, es una gran soledad, creo, provocada, en gran parte, por este mismo comportamiento. Comportamiento, ahí está el problema, que no se reconoce como perjudicial por el sujeto en cuestión, quien, con ligereza y desenfado, expulsa la culpa de su territorio más cercano y la reparte entre los demás. Yo no hago nada malo, son ellos que no me quieren. La gente, dirá él también. Angelico. 

Y luego está la gente pesada por aburrimiento/maldad. Esas personas que deciden convertirte en su mono de feria, en su cabra del gitano, venga, sube, baja, yo te lo ordeno y te toco la música para que bailes a mi son. Si te dejas, claro. Porque, normalmente, los objetivos de este malévolo comportamiento no acceden a ser parte de la fiesta que el torturador-psicópata quiere crear con o a costa de ellos. Y, entonces, llegan los no me entiendes, yo sólo lo hago por ayudarte, sólo porque me preocupo por ti, hazme caso que te va a ir mejor. Puedes llegar a creerlos, pero siempre acabarán enseñando la patita, demostrando su verdadera personalidad de loco de turno con los criterios morales bastante confundidos, por no decir vueltos del revés. 

Gente, en definitiva. Ese asco. 






domingo, 15 de julio de 2012

Abrazos

Es un secreto, no lo digáis muy alto. Sólo existen para aquellos que creemos en ellos. Sí, así. Es tan fácil como creer. O tan difícil. Los abrazos invisibles, incorpóreos, de los lugares que significaron algo en tu vida. Cuando crees, aparecen de improviso, juguetones. Rodean, reconfortan, recogen los pedacitos de ti que se quedaron escondidos en sus rincones, y te curan con ellos. Completan tus grietas presentes con trozos de tu pasado, y te dan impulso para seguir hacia adelante, porque, sabes, siempre estarán ahí. Dispuestos a acogerte, a escuchar tus lágrimas, a dejar sangrar tus heridas sin juicios y sin preguntas. No quieren nada de ti, más allá de lo que ya les diste. No te exigen nada. 

Si encontráis uno de esos lugares, no lo dejéis escapar. 

sábado, 7 de julio de 2012

Thunder road

Él va en busca de ella. Tipo duro de corazón de miel, don't turn me home again, I just can't face myself alone again. No son los más guapos, ni los más listos. No son el rey y la reina del baile. Él, que lo sabe, hace bandera, y se decide, se atreve. ¿Qué prefieres? ¿Llorar y lanzar rosas a la lluvia, malgastar tu verano esperando a un héroe? Hey, nena, no soy un héroe, pero aquí estoy. Vámonos. Lejos. Juntos. Vivamos la vida en un sorbo de locura. Puede que salga mal. Puede que salga bien o que no salga simplemente. Pero lo habremos hecho. Convirtamos en alas estas ruedas. Toma mi mano y vayamos a la tierra prometida. El paraíso nos espera. 


sábado, 30 de junio de 2012

Cuentos de hadas del SXXI

Don Quijote era un loco que estaba más cuerdo que todos aquellos que lo acusaban de loco. Loco porque luchaba por ideales ya perdidos, eso si alguna vez existieron más allá de las páginas escritas por otros locos como él. Loco porque quería creer que había algo más hermoso, más épico, más valioso que la triste realidad que lo envolvía. En la búsqueda de la emulación de esos héroes míticos a los que admiraba, logró hacer que su vida mereciera la pena, logró convertirse él mismo en héroe. Héroe para todos aquellos que no se resignan, o que, obligados por sus circunstancias a resignarse, siguen creyendo que la utopía es posible. Que el mundo puede ser un lugar hermoso y justo. O que, al menos, merece la pena partirse la espalda y el alma e intentarlo, porque siempre habrá alguien que lo reconozca y que pasará el testigo. 


Ese es el espíritu de The Newsrooom, la nueva serie de la HBO bajo la batuta de Aaron Sorkin. Recoger el testigo de don Quijote y crear un cuento de hadas del escéptico siglo XXI, en el que la justicia y la imparcialidad informativa se abren paso como Moisés por el Mar Rojo. Con sólo quererlo. Sin problemas de financiación, de intereses políticos, de amiguismos varios. Y todo funciona, y todo sale bien. Y el presentador es un crack, y la productora una maravilla, y el jefe supremo es para comérselo a besos. Y te lo comes. Y acaba el capítulo y, qué narices, sientes que don Quijote ha vuelto. Sientes que no estás sola en el mundo. Que hay gente que te entiende, que lucha por sus ideales a pesar de todo.


Que todo es muy bonito, demasiado, ya lo sabemos. Que nadie tiene la suerte tan de cara, que jamás se dará algo así en ningún país, mucho menos en el tuyo, ideologizado hasta la náusea, que sólo se une bajo la bandera del deporte. Ya. Pero qué hay de malo en soñar con ello. Qué hay de malo en creer que es posible, y en dejarlo ahí, como lo dejó Cervantes, para que algún día de nuevo se recoja el testigo. 


lunes, 18 de junio de 2012

Historias

Y, de repente, las historias.

Años desperdigados en su busca. Años quejumbrosos de vacíos. La nada. Sí, pero. Es que. Ya, pero. Nada.

Y, de repente, llegan. Y te conquistan. Te hacen suya, te dominan, te rodean, te acosan y te salvan.

¿Qué ha cambiado? Nada. Todo. Yo. Gracias.

sábado, 9 de junio de 2012

La ciudad

La ciudad reconoce nuestros pasos. Nos saluda con un murmullo silente de aprecio, de abrigo, de vuelta a casa. Nos acoge entre piedras que el sol de la tarde vuelve naranjas, tornasoladas en medio de la primavera más calma. La ciudad se acomoda a nuestros pies, y el ayer nos devuelve la mirada tras esa esquina, tras ese recodo de alegría o pena que dejamos atrás. Son nuestros jirones de alma, nuestras memorias de antaño las que hoy nos rodean como fantasmas juguetones, prestos a no dejarse olvidar, a formar parte de nuestra esencia más pura. Lo que fuimos, lo que somos. 

Y siempre, ofrenciéndose gozosa como el mejor de los escenarios posibles, como un castillo soñado, está ella. La ciudad de nuestra vida, la ciudad de tantas vidas. Testigo mudo de pasiones, miedos, penas, risas y llantos. Testigo de nosotros mismos.

Cómo te quiero, ciudad. 


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