martes, 30 de julio de 2013

Y a todo esto...

....a todo esto, y tras todo lo pasado, por desgracia, en esta última semana, creo que sólo puedo decir:

1- Que no entiendo por qué son héroes aquellos que cumplen con su labor, profesional o moral. Buenos profesionales, buena gente, sí. ¿Héroes? ¿Por qué? ¿Por qué convertir en excepcional lo que tiene que ser normal? 

2- Que no entiendo por qué se provoca el sentimentalismo y el patriotismo barato cuando suceden cosas como esta. Somos un gran país, pese a todo y pese a todos. No necesitamos que nos pasen desgracias para recordarlo. No deberíamos necesitarlo. 

3- Que no entiendo el periodismo que busca la lágrima fácil, el amarillismo y la sensiblería. Que da pábulo a rumores. Que insiste hasta la náusea en las mismas imágenes y mismos tópicos. Que ofrece horas y horas de emisión sin aportar nada nuevo. Que da la palabra a tertulianos de esos todo terreno que opinan de todo sin tener ciencia cierta sobre nada. 

4- Que no entendí el "Ánimo, Galicia". En el tren iba gente de toda España y muchos extranjeros. ¿Por qué sólo animar a Galicia?

5- Que ya sabemos que hace falta que la culpa sea del maquinista para que no se nos chafen los contratos de Aves por esos mundos, lo sabemos. Pero, por favor, que dejen ya de sacar imágenes, el nombre y la vida entera de ese pobre hombre, que bastante tiene con lo que tiene. Un poco de piedad, señores políticos-medios de comunicación. 

6- Que hay que vivir y disfrutar lo vivido, porque, en cualquier momento, la vida nos la juega. Carpe diem. 

7- Que descansen en paz. 



Jo, tía

Holaaa, Cuca, ¿qué tal, amor? ¿Sí? Ay, no me digas... Qué ideal, ¿no? Ay, pues yo bien, por aquí, donde siempre, Marbella, ya sabes, tía, todo geniaaal, ideal, estupendo. Sí, tía, estuvimos donde Borja y Maripepa el otro día, bueno, no sabes cómo fue, no te imaginas, qué total todo.. ¿Qué? ¿El concierto? Ah, sí, sí, fuimos al Starlite, bueno, tía, no sabes tampoco qué geniaal, pero, eso sí, tía, no sé, pero, vamos, que no sé, pero algunas cosas les quedaron, no sé, como muy mainstream, ¿sabes, tía? Ya no estaba lo de Ferrán Adriá del año pasado y no sé si regalaron entradas o qué, pero tía, allí había gente, no sé, muy plebe, tía, sin formas ni saber estar ni nada... Sí, te lo juro, Cuca, te lo juro. Un horror. Detrás de mí -y de Tamara, porque fui con Tamara tía, luego te cuento de ella- bueno, que detrás te digo, teníamos dos que no sabes, tía, no sabes, qué escándalo formaron. Ahí, como dos locas, que no sé de donde habrían salido, tía. Porque, a ver, el concierto bien... No, no, de Ryan Adams, no, de Bryan Adams, sí, tía, si te tiene que sonar porque hace unos años cantó una canción con una Spice, tía, con Mel C... ¿te acuerdas del verano en Formentera cuando volvimos de Londres? Sí, claro, Cuca, tía, esa, esa. Pues ese, que fuimos porque era el primer concierto y había que inaugurar el Starlite, pero vamos, ya te digo, que muy para todos este año, cero glamour tía. Faaa-tal. Estas dos que teníamos detrás todo todo todo el concierto gritando y saltando, como dos locas, que yo ya no sabía donde meterme y Tamara lo mismo. Mira que al principio parecían normales, que hasta les pedí que nos hicieran una foto y tal, pero fue empezar y desquiciarse, qué concierto nos dieron, si es que, tía, eran las únicas que estaban así, porque allí todo el mundo pues guardaba las formas y eso, pero estas dos, en fin, qué mal, qué plebe... ya dejan pasar a cualquiera a estos sitios, cada vez hay menos glamour y menos nada, qué mal... ¿Las canciones y eso? Bueno, bien, lo mejor cuando cantó la de la Spice, tía, el resto pues vale, no estuvo mal, al final la gente bajó al lado del escenario y Tamara y yo ya nos fuimos... Luego nos fuimos a casa de Beltrán y Cocó y... ¿sí? Ah, lo de Tamara, sí, espera que te cuente, espera...

Por supuesto, dedicado con todo el cariño del mundo a la otra loca, a R, a Bryan y a Marbella. Qué gran noche.


jueves, 18 de julio de 2013

Una Stark rumbo al sur

Llegó la hora de abandonar la estepa mesetaria durante unos días y bajar a latitudes más playeras y húmedas. Y más calentitas. Llevo cosa de dos días repitiéndome como un mantra eso de que si hay gente que vive -y sobrevive- allí, muy exagerado no será, pero, para qué mentir, fuera caretas: tengo miedo. Soy norteña. Una Stark. Y me voy al sur. 

Momento me derrito en fino

miércoles, 17 de julio de 2013

Obras, vecinas y otras alegrías

El verano es muy peligroso. ¿Por qué? Porque en el verano la pintura seca rápido. Y si la pintura seca rápido, es buen momento, ergo, para pintar. Que se lo digan a mis vecinas. 

Hace unos años, en otro blog que yo misma servidora alimentaba poco a poco, narré con profusión los detalles de la que se conoció como Operación Greenland, que, básicamente, consistió en una ida de olla mental que asoló este vecindario mío al que tanto quiero -a la fuerza ahorcan-. Que había que pintar, que ya tocaba. Y dirán ustedes, y con razón, pues mujer, si tocaba pintar no fue ida de olla. Ya. Pero lo que no fue normal es que, desde aquellos momentos de glorioso recuerdo en mi corazoncito, todo lo que me rodea cuando salgo de casa sea verde. Muy verde. En varios tonos de verde. Con algunos toques de naranja desvaído, eso sí. Perdón, en tono champagne, según nos corrigió muy atento el señor pintor cuando le preguntamos con auténtica desazón qué coño pintaba -nunca mejor dicho- una pared naranja entre tanto verde. "No es naranja, es champagne, y ustedes lo que pasa es que no tienen ni idea de decoración de interiores". 

Desde entonces esa mítica frase me acompaña en mis momentos más bajos, en mis montañas de ánimo, en el camino de mi vida en general. Lo que pasa es que no tengo ni idea de decoración de interiores. Todo se explica, pues. 

lunes, 15 de julio de 2013

Las caenas

Cuando dicen que en España se come muy bien y tenemos buena calidad de vida -cosas ciertas- pienso que menos mal. Porque si esto fuera un país de mantequilla por bandera y lluvia por castigo, ¿quién se iba a quedar aquí a vivir?

Nos falta educación, así en general. No educación de ceder asientos, que también, sino educación de saber, de conocer, de comparar. De saber de dónde venimos, quiénes hemos sido, las veces que hemos metido la pata. De conocer las posibilidades que tenemos, los derechos a los que asirnos, las obligaciones que cumplir. De comparar(nos) con los demás, con otros lugares en los que la democracia, con sus fallos, es bastante más perfecta que la nuestra. 

Nos falta educación para saber exigir de verdad. Sin alharacas ni exageraciones. Con fundamento. Porque, a la hora de la verdad, somos como una botella de gaseosa agitada. Terrible en un principio, inofensiva al final. 

Aquí sólo hemos hecho una revolución fuerte y la hicimos al revés. Y encima hay que entenderlo, porque a nadie le gusta que vengan de otros países a decirle cómo tiene que gobernarse. Así que ventilamos a los gabachos, gritamos viva las caenas y así estamos. Con las mismas caenas dos siglos y pico después. Si es que, en el fondo, somos unos sentimentales. 

domingo, 14 de julio de 2013

My kamp Krusty

Si hace una semana me lo llegan a decir, no lo hubiera creído. Será que no he hecho yo mucho caso en mi vida a las actividades de ocio y tiempo libre. Al trabajo que llevan detrás, quiero decir. Será que soy muy urbanita (dentro de lo que cabe, que soy de pueblo). Será la alergia, que me enclaustra en casa en fechas en las que otros se lanzan al monte a flipar con las hormigas y las flores. Será que tenía un trabajo que me dejaba sólo libres los lunes (algunos), esos días en los que la gente normal curra mientras piensa en lo bien que lo ha pasado en el monte/centro comercial/wherever durante el finde. Será todo esto. El caso es que fui yo a este curso con la sensación esa de voy porque tengo que hacerlo, que me lo han puesto a huevo. Porque caro es un rato, pero si te lo organizan en el pueblo, eso que te ahorras en gasolina y no te queda otro remedio. 

Y la verdad, ha sido el dinero mejor invertido en mucho tiempo. No voy a entrar a explicar lo genial que han sido las clases (toques de coaching incluidos, qué se le va a hacer), porque podría ponerme muy pastelosa.


viernes, 12 de julio de 2013

El final

Y, de repente, el círculo se cierra. Y, pese al horror que se ha apoderado de nosotros, creo, y no me equivoco, que nos da más horror aún el que no nos extraña. Que nos parece, de algún modo, en algún rincón lejano de nuestra inteligencia, lógico. Y es terrible denominar lógica a una muerte. Absolutamente terrible. Pero la hemos visto, día tras día, ante nuestros ojos. Hemos hablado con ella, la hemos visto asomarse, sabíamos que estaba ahí. No hemos querido creerlo -quién puede creer que está hablando con la muerte- pero sabíamos que lo hacíamos. Y la confirmación, en forma de mensaje de móvil, ha llegado hoy. 

Tengo la absoluta conciencia de que lo tenía ya planeado, que la decisión estaba tomada, que intentó superarse pero no pudo, que todas sus extravagancias eran gritos de ayuda silenciosos, que estaba terriblemente sola y que de ningún modo debería haber trabajado. Pero ahí estuvo, con nosotros, protagonizando el año más peculiar y desastroso de cuantos he vivido como receptora de clases, año que ha concluido con un final terrible y siniestro. Terriblemente siniestro. 

miércoles, 10 de julio de 2013

El curso a la mitad

Llegamos al ecuador del curso, que es más intensivo de lo que creíamos y más intenso de lo que parece. Aquello de guante de seda en puño de hierro. Tengo un montón de cosas por hacer, y no tengo tiempo ni tampoco mucha idea, la verdad verdadera. Es que al personal que últimamente me imparte clase le ha dado por preguntarme que qué quiero ser de mayor, que dónde quiero estar dentro de diez años y que qué quiero hacer de mi vida. Y, oiga, es que ni flores. 

Ya pasó, no sé si os lo relaté, con Japi-Flogüer. Redacción sobre tus planes de futuro. Y yo, ya lo digo, no soy de planear ni lo que haré mañana ni lo que haré dentro de un rato. De hecho, aún no sé si me voy a poner a leer o me voy a enchufar una serie en vena para olvidarme de este mundo tan preguntón. Eso sí, lo de Japi-Flogüer lo puedo hasta entender, dado que en el examen cayó exactamente esa redacción combinada con un correo electrónico a un amigo al que, supuestamente, hacía tiempo que no veías. Que el correo quedaba raro no, lo siguiente. Vosotros me diréis, escribes a un colega del que hace años no tienes idea y te pones a contarle, por qué sí, lo que quieres hacer de tu vida de allá a una década. Hi, Fulanito, ¿cómo te va la vida? Cuánto tiempo sin saber de ti, que no te dejas ver, malandrín. Por aquí todo bien, no tengo muchas noticias pero dentro de diez años quiero hacer un safari por Tanzania, ¿sabes?

Cara del amigo antes de cambiar de dirección de correo

lunes, 8 de julio de 2013

El curso. Día 1.

Oiga, me lo he pasado pipa. Así, a lo tonto, con 35 grados y sudando como un pollo, pues eso, pipa. Yo quiero más de esto, de verdad. Y eso que ha habido ratos de mosqueo porque los profes son un poquito rollo coach y ya sabéis que servidora lo del coaching lo tiene atravesado. Pero como when in Rome, do as the Romans do, no me iba a poner yo en plan repelente, así que me he visto bailando en la calle a las cuatro de la tarde, con la que caía, madredelamorhermoso. Pero ni cuenta que le hemos echado a los grados de lo felices que estábamos. Va a ser que es verdad, que es necesario tirar la basura de nuestra cabeza para poder disfrutar. ¿Veis? Coaching. 

Como coaching es este vídeo que nos han puesto. Pero, qué queréis, algo, allá en el fondo, se me ha removido. Aunque sólo sea porque la idea para desarrollar el anuncio es genial.


Sólo espero que en los próximos días no caiga nada de Coelho, porque-por-ahí-sí-que-no-paso. He dicho. 














Dates

Sobre esta serie de Channel 4 se ha escrito mucho en los últimos días. A poco que estés algo conectado con el mundo seriéfilo, has tenido que oír hablar de Dates por un tubo. Suele ocurrir cuando una serie supera las expectativas y demuestra ser mucho más de lo que, en principio, parecía. Cuando, como es el caso, con elegancia y clase, toca la fibra y aporta sus buenas dosis de esperanza y buen rollo. Cuando los capítulos se te pasan en un suspiro y, cuando terminan, te dan ganas de aplaudir. O de suspirar. O de las dos cosas.

Dates  tiene un planteamiento muy sencillo: citas de parejas que se conocen a través de una página web de esas de "búsqueda del amor". El espectador asiste casi como un voyeur (y sin casi) al encuentro de esas parejas y el devenir de sus citas. Es increíble como en veinte minutos, cada uno de los personajes queda libre de las máscaras y caretas que llevaba al inicio. Como se desmontan los castillos de naipes que cada uno de ellos ha creado para impresionar al "adversario" en la cita. Un guión magistral tiene la culpa, claro.

Hay varios actores, la mayoría caras muy conocidas de la tele británica. A algunos personajes sólo los vemos una vez, a otros los seguimos a través del tortuoso camino de la búsqueda del amor. Y de lo que pasa una vez que lo encuentras y tienes que perseguirlo. Todo, conste en acta, tratado como tratan los brit estas cosas: inteligencia, sentido del humor y altas dosis de ternura. 

domingo, 7 de julio de 2013

Yo, lectora

Tras Perri y Bettie, allá voy yo con el cuestionario sobre lectura (lo de meme me suena fatal...)



1. El último libro que he leído. 

La década que nos dejó sin aliento, de Eslava Galán. Y Jane Eyre, pero en una versión adaptada para estudiantes de inglés. 

2. Un libro que cambió mi forma de pensar. 

Cualquiera de Eslava Galán. El médico, de Noah Gordon, por las circunstancias que ya conté en esta entrada. La montaña mágica, de Thomas Mann. La vieja sirena, de Sampedro. 

3. El último libro que me hizo llorar. 

No soy mucho de llorar con los libros, pero sí recuerdo un ataque de hipidos y lagrimones con Historia del rey transparente de Rosa Montero. Por no hablar de ciertos momentos de los libros de Canción de Hielo y Fuego (soy una Stark, entendedme). Otro momento con el que podría haber llorado pero no, fue con el final de Sirius Black. No lloré porque me enfadé, me enfadé mucho, como nunca me he enfadado leyendo. J.K. Rowling, I will never forgive you. 

viernes, 5 de julio de 2013

El curso. Día 0.

No me voy a sentir vieja. No. Aunque el 80% de mis compañeros en el curso sean pipiolos. No. Al contrario, me voy a mimetizar, lo he decidido. Viva la juventud y la alegría. Además, lo he firmado. Sí, nos han hecho firmar un "contrato" en el que nos comprometemos a ir cada día al curso con alegría, mente abierta y ganas de divertirnos. Y yo soy muy cumplida y muy formal. 

Así que nada, a partir del lunes a aprender mucho y a reírme más. 

Eso sí, estos buenos propósitos se han tambaleado cuando nos han mandado la primera tarea: realizar dos manualidades con materiales reciclados. Y contar paso a paso cómo las hemos hecho. Tenemos una semana de plazo. Cuando presentemos todos nuestras creaciones, se hará un concurso. 

Manualidades. El HORROR. 

jueves, 4 de julio de 2013

Dudas, caminos y veredas

Supongo que todo tiene que ver con el final del verano. Que no quiero que llegue. Porque supongo que el final del verano marca, de algún modo, el final de la tregua que me he concedido a mí misma. Aunque sea una tregua figurada con un final más figurado aún, tanto que sólo tiene realidad en mi mente. Pero las fechas agobian, porque llegan y pasan. Y se acerca cada vez más el día de la decisión, sin saber, claro está, qué decisión será esa. 

No soy de las que dejan el tiempo pasar como si no pasara nada, por eso, tal vez, hago la rueda girar tan deprisa que, siento, me lleva por delante. Es el caso ahora. Apuntada al curso de la semana que viene, que tiene una parte presencial de una semana, pero también una en línea que se alargará hasta agosto. En ese mes tengo clases que dar, y antes, a finales de julio, partiré para el sur varios días, previo paseo turístico por Madrid.

Conclusión: la idea inicial de presentarme al First este verano se diluye. Porque el calor aprieta y estoy vaga con el estudio, porque no voy a tener tiempo, porque es mucho dinero para presentarse sin una cierta seguridad, por mil razones. Y no pasa nada, lo sé, porque puedo presentarme en septiembre o más adelante. Con tranquilidad, con más confianza. Pero no, porque eso ya es final del verano. Y no quiero. Lo que quiero es matricularme para agosto, pero algo me dice que no. Otra vez aparecen el ángel y el demonio, aunque esta vez no sé quién es quién.

Orphan Black

Hay series que, vaya usted a saber por qué, te da pereza empezar. Medio tuiter hablando maravillas del tema y tú que no, que quita, que paso. Te descargas el primer capítulo y lo terminas borrando porque no tienes ni ganas ni ánimo. Hasta que dices, hala, venga, vamos, que es verano y me he quedado a dos velas seriéfilas, al menos hasta que empiece The Newsroom. Entonces lo más probable es que digas aquello de por qué no la empecé antes. Raros que somos. Que soy. 

Orphan Black. Llevaba tres meses con esta serie pendiente. Y sin ganas. Porque leía el argumento y no le encontraba el asunto. Porque lo de una actriz haciendo varios personajes me sonaba peregrino, antiguo, demodé. Porque no, vamos. 

La semana pasada me puse el primer capítulo -no tenía nada más a mano, la verdad-, y ya os imaginaréis, me gustó desde el inicio. No es que me haya encantado, pero sí me ha gustado y mucho. Sobre todo por el aire de serie de toda la vida que tiene. Pese a que la trama es un lío como una catedral, o precisamente por eso, Orphan Black es, hasta cierto punto, entrañable. Palabra que suena rara aplicada a una serie sobre (SPOILER) clones, en la que hay asesinatos y misterios, en la que la sangre corre de lo lindo y en la que la regla número uno es: "no te fíes ni de tu madre". Pero sí, entrañable. Tal vez porque se parece mucho a esas pelis de los sábados por la tarde, de las que todos ahora renegamos como personas elevadas y maduras que somos, ejem, pero a las que TODOS nos hemos dado alguna vez, o con las que muchos hemos crecido cuando no había otra cosa que ver ni teníamos ordenadores con los que delinquir.

martes, 2 de julio de 2013

El supuesto año sin verano

A veces creo que nos falta un hervor. Así, en general. O que nos gusta hacer el tonto. O que no nos da el cerebro para más. O todo junto. 

-Que han dicho en el telediario que han dicho unos franceses que este año no vamos a tener verano. Que va a hacer mucho frío y que nada, olvidaos de piscinas y playas, que a perro flaco, ya se sabe, y justo, lo que le faltaba a España era no tener verano y no poder, por tanto, empachar a los guiris de sangrías y paellas. Qué triste sino el nuestro. Sin verano. Que lo han dicho en el telediario que lo han dicho en Francia...

Y así, en bucle, hasta el infinito y más allá. Y todo porque hemos tenido una primavera lluviosa y fresquita. Una primavera que por estas tierras nuestras debería considerarse una bendición. Pues nada, fue sumarse a la lluvia la noticia esa de los franceses, y todo el mundo decidir ipso facto que este 2013, ¿verano? What?

Porque he perdido la cuenta de las veces que gente variada y supuestamente inteligente me ha dicho "claro, como este año no va a haber verano". ¿Perdona? Es que hoy, que hemos tenido unos 34 graditos, todavía me han dicho "no, si mucho calor no hace, ya se sabe que verano no vamos a tener". 

lunes, 1 de julio de 2013

De papeles y huevos

Dicen que no hay que poner todos los huevos en la misma cesta, no te vayas a tropezar y hagas tortilla. Y como en estos tiempos que corren lo de los tropiezos es el pan nuestro de cada día, mejor hacer caso del viejo consejo y procurar repartir la docenita entre varios frentes. En ello estamos. 

La primera y única vez que pude charlar con la orientadora de la oficina del paro me comentó que sería bueno que hiciera un curso de monitor de ocio y tiempo libre. Entonces me recordé a mí misma apenas unas semanas antes, rechazando hacer dicho curso por falta de tiempo. Ahora tenía tiempo pero no tenía curso. Cachis. Tampoco me agobié porque mi máxima estos días es "me va a dar lo mismo agobiarme que no, pues entonces no". Y lo voy consiguiendo, con sus días raros, pero ahí voy. Así que dejé lo del curso para más adelante, confiando en que a partir de septiembre volvieran a convocarlo en el mismo sitio desde donde me lo habían ofrecido en marzo. 

La década que nos dejó sin aliento

Y otro libro de Eslava Galán. Estoy intensa con el tema, ya, qué le voy a hacer. Pero no podía dejar la serie coja, así que en cuatro días me he ventilado "La década que nos dejó sin aliento", que es el cuarto de la saga que comenzó con "Una historia de la Guerra Civil que no le va a gustar a nadie". La década en cuestión es la que va de 1973 a 1982, en la que, con esa entrega de la que hacemos gala por estos lares, nos pasó de todo. Se supone, eso sí, que es la década maravillosa de nuestra historia reciente, por las razones de sobra conocidas. Pero eso, todo es un suponer. 

Comencemos por el principio. Reconozco que lo primero que recuerdo de la Transición es su 20º aniversario, que se celebró con bombo y platillo en mi instituto. Con exposiciones, conferencias, entrega de reproducciones de los periódicos de entonces, abrazos y lágrimas furtivas de los profes al recordar su mocedad de carreras delante de los grises y libertad, libertad, sin ira, libertad. Esas cosas. Una, que era joven e influenciable, entre esto del instituto y la programación continua de la tele sobre el asunto (Victoria Prego a full) pues se lo acabó creyendo. Qué bonito y qué bien. Qué guapos somos. No nos gana nadie a la hora de finiquitar dictaduras y crear democracias. Porque nosotros lo valemos. Y tal. 

También hablé de...

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