lunes, 22 de febrero de 2016

War and Peace (BBC)

Acabo de leer en JotDown un articulo sobre razones para vivir. Mejor dicho, es un listado, un listado de las razones que hacen que sigamos viviendo porque nos alimentan el alma y el cerebro. Aparecen desde Harrison Ford en su totalidad como persona y actor, al duelo de Snape y McGonagal y otras muchas circunstancias, reales, ficticias, artísticas, únicas. Humanas.

Anoche terminé la adaptación que ha hecho la BBC de Guerra y Paz. Y leer ese listado de pequeños placeres ha sido el colofón perfecto a una semana vivida entre Moscú y San Petersburgo, entre princesas tristes y soldados ateridos de frío en su camino de vuelta a casa. Entre la vida y la muerte, entre la alegría y la desgracia, entre la guerra y la paz. 

Leí este libro hace pocos años. Me acompañó, de hecho, durante varios meses porque no es una obra sencilla. Mientras lo leía, poco a poco, intercalé otras novelas. Al final, cuando lo terminé, supe que había leído una obra de arte. Una historia imprescindible sobre el ser humano. Y es que es un comentario ya manido acerca de Tolstoi, pero su reflejo de la psicología del hombre es perfecto. Eso es Guerra y Paz, un repaso sobre lo... mierdas que podemos llegar a ser, pero también sobre lo fantástico que hay en nosotros. Un camino de iniciación y de perfeccionamiento. La búsqueda constante de esas razones que hacen que vivir tenga sentido. 

jueves, 18 de febrero de 2016

La dieta

Sí, estoy a dieta. No para adelgazar ni nada de eso, no. Es dieta por el colesterol. Es el puto infierno.

Lo mío con el colesterol malo viene de lejos provocado por herencia familiar. Porque ni mucho menos como, o comía, tanto ni tan mal como para tener esos niveles. Pero a mi madre le pasa lo mismo, por lo que los médicos han deducido que somos así de especialitas. Ergo, lo que venía siendo comer normal se ha transformado en una pena mora aderezada con acelgas y berenjenas. Al vapor. A la nada.

No es que me lo esté tomando muy, muy, muy a la tremenda. No. Hago mis excepciones porque si no, qué sentido tiene todo. El problema es que al final es peor. Por ejemplo, el otro día estuve de cumpleaños y había foie. Y farinato. Y gambones en tempura. Y muchas cosas ricas. Y comí de todo. Y desde entonces, vivo sin vivir en mí. Porque quiero MÁS. QUIERO MI DROGA. QUIERO TRIGLICÉRIDOS REBOZADOS Y UNTADOS CON MAYONESA, COÑO.

La Favorita, by Aurora García Mateache

Sabéis de mi afición por las biografías de reinas y princesas. Qué sé yo, será de tanto leer el Hola en mis tiempos mozos (ahora ya he perdido algo de afición), que se me ha quedado ahí una neurona que necesita de terciopelos, oropeles y su poquito de drama para ser feliz. Vete a saber. 

Total, que me encontré con este libro y me faltó tiempo para hincarle el diente. Me ha durado el bocado tres días de nada, lo que me parece fatal, porque iba yo dispuesta a pegarme un atracón. Esto no significa que el libro sea poca cosa, qué va. Es que se lee muy bien y se hace ligero aunque contiene mucha información y se aprende un montón sobre la época de la Restauración. Por cierto, me ha resultado muy curioso leerlo porque hace poco hice lo propio con La Reina de las Lavanderas, de Carmen Gallardo, y, prácticamente, tratan de la misma época pero desde bandos distintos. La reina de las lavanderas fue María Victoria del Pozzo della Cisterna (angelico), esposa del rey Amadeo de Saboya, y la Favorita era Elena Sanz, la amante oficial de Alfonso XII. Ergo, compartieron época histórica, así que en ambos libros se repiten personajes, pero vistos desde perspectivas diferentes. Muy interesante.

viernes, 12 de febrero de 2016

'Para vos nací', by Espido Freire

Ensayo sobre Santa Teresa de Jesús, que se ve que como no he tenido bastante con el añito que hemos pasado, necesitaba yo un poco más de rollo teresiano. Porque que la Santa me perdone, pero qué año nos han dado a cuenta de su 500 cumpleaños. Qué año. 

Claro, pero qué se puede esperar cuando vivo en pleno meollo teresiano y todos los años en septiembre me voy de marcha, sí, teresiana a comer higos en recuerdo de lo último que comió la propia Santa antes de llegar a Alba para morir. Qué pretendo, yo. Eh. 

Total, que Santa Tere. Buena muchacha, ella. Debía impactar conocerla. Espido habla en este libro mucho de la fama que alcanzó en su época y yo, que soy hija de mi tiempo, no dejo de preguntarme cómo era, cómo se hacía lo de adquirir fama en una época en la que la comunicación era simplemente epistolar. Evidentemente la tradición oral, las cuentos, las leyendas, funcionaban de lo lindo. Y como ejemplo mi propio pueblo, donde Santa Teresa no arraigó, pese a cruzarlo cada dos por tres, y tuvo sus más y sus menos con las autoridades de aquel tiempo. De ahí surgió la leyenda que dice que en una de esas salidas, con el hábito arremangado y echando espumarajos por la boca de la indignación, nos soltó una maldición. Que la iglesia se quemaría tres veces. Y ya lleva dos. 

Hacer más

Hay semanas en las que el trabajo es tan intenso que ni tiempo para nada más. Me decía hace un rato Marycheivis que querría hacer más cosas, que tiene la sensación de que no hace suficiente. Pues no te diré yo, que me entero de noticias de relevancia días después. Y trabajo en un medio de comunicación, que es lo más grave. 

Debería estudiar, debería seguir con el inglés, debería ir al gimnasio... Luego miro mis horarios y mi día a día y me digo que es mejor que deje de soñar. Podría hacer más, pero hay que dormir... Al menos, eso sí, me lo paso muy bien en el trabajo, me gusta lo que hago y cada vez me encuentro más cómoda. No fue sencilla la adaptación y ahora, con la distancia, veo el camino transitado y me doy cuenta de lo complicado que ha sido, de los errores que cometí, pero también celebro los avances. 

miércoles, 3 de febrero de 2016

#BryanAdamsFacts

Sesudas investigaciones llevadas a cabo durante cuatro conciertos y muchas horas de escucha me han permitido, disculpadme la falta de modestia, convertirme en toda una autoridad en la Bryanlogía, que dicho así suena a sociedad secreta pseudo masónica, ya lo sé, pero no importa.

Total, que casi una semana después de uno de los ratos más felices de mi vida vengo yo aquí a desgranar mis conclusiones como experta en los #BryanAdamsFacts que soy, me siento y me considero. Porque yo lo valgo. Y Bryan (de mi alma), más.

1. Hay que hacerse vegano. Si a los 56 se está así de essssstupendo, yo me doy a la lechuga orgánica aliñada con limón ya mismo.

2. El que mejor lo pasa en los conciertos es él. Lo dije tras el primero, 13 años ha, y lo repito ahora. Se lo pasa tan bien y se le nota tanto, que sólo por verle la carilla de felicidad, merece la pena.

3. Como dije también aquella primera vez en un arranque de Bryan-adoración: "si es que yo pagaría por verle toser, así que ya si me canta, me tiene a sus pies". Pues eso. Que te quiero, Bryan. Que, como dice T, eres de la familia.

4. Le quiero tanto que le perdono que siga sin cantar Hearts On Fire. Que casi mejor porque si ya me da de por sí en los conciertos, me canta esa y NO RESPONDO. Pero no respondo del verbo me llevan detenida. Y por lo que veo en Youtube, Hearts on Fire sí que ha estado incluida en la lista de canciones de la anterior gira, la del 30 aniversario de Reckless, que no pasó por España. Voy a por una valeriana, disculpadme.


martes, 2 de febrero de 2016

Spotlight

Como cada año por estas fechas servidora se dispone a ser cinéfila y ver algunas de las pelis nominadas a los Oscar. Por no quedarme con cara de pavo en Acción de Gracias cada vez que me preguntan o sale la conversación. Es que yo lo intento con el cine, de verdad, pero no somos muy compatibles. Total, que el otro día leí que si Spotlight se llevó el SAG y el no sé qué y me dije, vamos a empezar por ella. 



¿De qué va? Cuenta el proceso de investigación que se realizó a principios de siglo en The Boston Globe sobre los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos a niños y jóvenes. Dicho así, suena complicado y parece difícil que una historia tan, en teoría lineal, se pueda narrar bien en cine. Pues, en resumen, les ha salido redonda. 

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