Una delincuente en London

¿Y por dónde empiezo?, me digo a mí misma. 

Pues empieza por el principio, me respondo. 

Y eso voy a hacer. Por el principio de la historia del viaje a Londres. Esa historia que comencé delinquiendo, porque yo lo valgo y porque sí. 

Llegas a Londres, en este caso Gatwick Airport y algo en el ambiente te dice que estás en UK. No es que la gente hable raro, que veas a un indio con turbante o que esté nublado, no. Es algo, no sé cómo definirlo, algo que se nota....

..que se siente, la queen está presente...

Una vez en el aeropuerto el paso siguiente es pillarte un tren que te lleve a la ciudad. Yo investigué a conciencia por Internet y, aunque debería haber reservado el billete y al final no lo hice, más o menos tenía claros los pasos a seguir. Pasos que se pueden resumir en uno: no pillar de ninguna de las maneras el tren Gatwick Express (color rojo), porque es el mayor timo de la historia de la humanidad. Pillar, en cambio, el Southern (color verde), que hace el mismo trayecto, cuesta bastante menos y tarda sólo diez minutos más. Quedaos con lo de los colores, que es importante. 

Bien, yo esto lo tenía claro. Donde ya me perdía un poco era a la hora de llegar a la estación de tren desde la terminal, sacar billete y demás. Así que pregunté. Pregunté a una señora que estaba esperando las maletas y a la que reconocí de mi vuelo. 

- Buenas, para el tren a Victoria, ¿tengo que ir por ahí?

- Sí, sí, es por ahí. Yo también voy, espera que salga mi maleta y vamos juntas. 

Ok, vale. Pues esperé hasta que salió la maleta de la señora y allá que nos fuimos. La mujer me dijo donde era, me indicó que el billete había que sacarlo en una máquina y todos felices. Saqué el billete para el Southern (color verde) y bajamos a los andenes. 

Y en los andenes había un tren color rojo. El Express. Y la señora me dice que nos montemos en ese. Y yo le digo que no, que ese es rojo y que nosotros tenemos billete para el Southern, que es verde. ¿Lo pilláis, no? Verde-Barato-40minutos frente a Rojo-Caro-30minutos. Es muy sencillo de captar. 

Pues no. La señora erre que erre, que es este tren, venga, vamos, que lo perdemos. 

Y me subí. Porque vete a saber si lo que yo había leído por Internet no había cambiado, a ver si ya no me iban a dejar montar en otro, que la señora esta, que me ha dicho que vive aquí y no es turista como yo, parece muy convencida... Adelante con los faroles, venga. 

Ahora os imagináis la escena. Subidas al tren, que sale con puntualidad, claro, británica. A los dos minutos, pasa por la vía de al lado otro tren, verde. El Southern. Y la señora que empieza: "ay, pues ibas a llevar razón, que no era este tren, que nos teníamos haber subido en el verde, que ahora va a pasar el revisor y nos va a cobrar un suplemento porque este es el rápido, ay..."

Ay, dijo la hijadesumadre.

Nunca en mi vida he lamentado tanto no ser Daenerys Targaryen y poder decir aquello de...

De este modo, amiguitos, lo que iba a ser un agradable paseo en tren por los pueblos cercanos a Londres, se convirtió en media hora de angustia por si aparecía el revisor, por a ver qué le digo para explicarme, a ver cuánto me cobra, si encima me penaliza, maldita sea mi estampa y la de esta bruja... Media hora mirando el pasillo por si venía el señor revisor brit, que al final, ya os saco de dudas, no pasó. Con el alivio que sentí, ni me acordé de la señora. Agarré mi maleta y me dispuse a bajar. Y en ese momento veo a mi alrededor que todo el mundo lleva su billete en la mano. 

Ergo, no ha pasado el revisor porque el billete te lo piden a la salida. 

Genial. 

En fin, from lost to the river. Ahora que ya estoy en Victoria, no me va a detener un quítame allá con un billete que no era y un Curro Jiménez que les he hecho a los brit que no se lo salta un gitano. Llego a la estación, veo a mi amiga, que me espera al otro lado de las puertas esas que se abren cuando metes el billete correcto por la ranura. Billete correcto. Evidentemente, las mías no se abrieron. Mi amiga que empieza a decir que hay algún error, que vamos a reclamar, y yo quietaaa, quieta, frena, que no hay error, espera, que esto es mejor hacerlo sin pensar. Inglesa rubia de dos metros con bicicleta por las puertas de al lado y, en una finta digna de un oro olímpico en gimnasia rítmica, me sitúo pegada a la rueda trasera de la bicicleta, paso por las puertas, con maleta incluida, agarro a mi amiga, tiro de ella, y la digo, muy seria, muy metida en el papel: "no preguntes y, sobre todo, no mires atrás".

Y no miramos. Nos perdimos entre la multitud de gente que puebla Victoria y hasta más ver. 

Así es como me estrené en Londres, señores. Dejando bien alto el pabellón español, marca España, bandolero style, Lazarillo de Tormes, ven a mí. Todo eso. 

PS: por supuesto, si alguien toma ejemplo de esta anécdota para ahorrarse unas libras, no es mi culpa, no me hago responsable, yo lo hice, casi, sin querer. Y total, para timo el Gatwick Express, que por diez minutos menos de viaje te cobran diez libras más. Quien roba a un ladrón... pues eso.