Lo de que no sé qué haría sin música está tan manido que me ahorro decirlo. Pero como hoy ha sido el Día de la Música (se nos está yendo la mano con los "días de", ¿verdad?), aprovecho para rendir un particular homenaje a alguien que forma parte de la banda sonora de mi vida por herencia. Porque hay música que entra en tu vida porque tú la dejas entrar y otra que no es que entre, es que ya estaba allí cuando llegaste.
Con el tiempo, y tras muchos -y largos- viajes en coche con una única cinta de casette para escuchar (que aún existe), llegas a encontrar la gracia a esas canciones. E, incluso, algunas pasan a formar parte de tu vida. A convertirse en algo parecido a una declaración de intenciones y a ofrecer luz en los días oscuros que aparecen cuando pasan los años y llega eso que se llama "hacerse mayor".
Porque, a fin de cuentas, heredamos las canciones y con ellas heredamos también las sensaciones, los sentimientos y el consuelo que nos aporta imaginar, por ejemplo, que vivimos todas las vidas del mundo, imaginar que podemos hacerlo o que, si no nos dejan, al menos podemos escoger la mejor de todas: la del pirata cojo.
Con ustedes, Joaquín Sabina:
No soy un fulano
con la lágrima fácil,
de esos que se quejan sólo por vicio.
Si la vida se deja yo le meto mano
y si no aún me excita mi oficio,
y como además sale gratis soñar
y no creo en la reencarnación,
con un poco de imaginación
partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas,
a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel
de todos los hombres
que nunca seré:
Al Capone en Chicago
legionario en Melilla
pintor en Montparnasse.
Mercenario en Damasco
costalero en Sevilla
negro en Nueva Orleans.
Viejo verde en Sodoma
deportado en Siberia
sultán en un harén.
¿Policía? ni en broma
triunfador de la feria
gitanito en Jerez.
Tahur en Montecarlo
cigarrillo en tu boca
taxista en Nueva York.
El más chulo del barrio
tiro porque me toca
suspenso en religión.
Confesor de la reina
banderillero en Cádiz tabernero en Dublín.
Billarista a tres bandas
insumiso en el cielo
dueño de un cabaret.
Arañazo en tu espalda
tenor en Rigoletto
pianista de un burdel.
Bongosero en la Habana
casanova en Venecia
anciano en Shangri La.
Polizón en tu cama
vocalista de orquesta
mejor tiempo en Le Mans
Cronista de sucesos
detective en apuros
conservado en alcóhol.
Violador en tus sueños
suicida en el viaducto
guapo en un culebrón.
Morfinómano en China
desertor en la guerra
boxeador en Detroit.
Cazador en la India
marinero en Marsella
fotógrafo en Play Boy.
Pero si me dan a elegir
entre todas las vidas, yo escojo
la del pirata cojo
con pata de palo
con parche en el ojo,
con cara de malo,
el viejo truhán, capitán
de un barco que tuviera
por bandera
un par de tibias y una calavera.
(Por cierto, muy fan de la canción del festival de Viña del Mar... Viña es un festivaaaal de música junto al maaaar....lalalalaaa....)
Mira que nunca me gustó mucho Joaquín Sabina, pero esta canción está chula :D
ResponderEliminarLa canción del inicio sí, vaya tela xD
Jo, me he hartado de escribir comentarios en los blogs desde el móvil y no ha salido ni uno V.V
ResponderEliminarDecía que esta canción es también la favorita del Runo de Sabina, siempre dice que si tuviera que elegir una se quedaba con esta. Yo tiro por Wish you were here de Pink Floyd, si sólo pudiese escuchar una única canción sería ésa. En los dos casos son canciones que ya estaban ahí cuando ya llegamos y que se quedan, no sabe uno cómo, para siempre en nuestro repertorio personal. Claro que junto a esa tengo también las de los Bee Gees...