Bares y Marca España

Durante una de las clases de inglés de este año, nuestra inglesita lectora -un encanto- nos habló de la publicidad y de cómo había cambiado con el paso de los años. Para hacerlo se basó en una marca tan conocida como Coca Cola, cuyos anuncios reflejan como ninguno los vaivenes de este mundo en el que nos ha tocado vivir. 

A lo largo de sus muchos años de historia la bebida de la fórmula misteriosa ha dirigido sus campañas de publicidad a los hombres, a las mujeres, a las familias, según soplara el viento en la sociedad de cada época. Pues bien, en este 2013, Coca Cola dirige su campaña de publicidad en España a los bares. Con un par. 

Sé que hay mucha gente a la que el anuncio le encanta, le parece lo más y hasta le provoca lágrimas de emoción y patriotismo, pero a mí, que soy así de rara, lo que me provoca son ganas de vomitar y de exiliarme. Más de las que ya tengo habitualmente.

Que esto es España y los bares son una parte muy importante de nuestra cultura, ya lo sabemos. Que todos tenemos alguno que forma parte de nuestra vida, también. Si fuéramos finlandeses en vez de bares, serían saunas, pero es lo que tiene vivir alrededor del paralelo 40 según sales del Mediterráneo a la derecha. Que se combinan el calor, la luz y la hemos liado. 

Que sí, que vale. Ahora, pasar de eso a alabar a los bares con ese tono cutre, forzado, de anuncio de Campofrío con Fofito de narrador, de "esto lo arreglamos entre todos", no. No cuela ya. Porque es lo que hemos hecho siempre. Mientras en otros lugares progresaban, se preocupaban de la educación, de la cultura, de reivindicar de verdad las luces de su historia sin complejos de ninguna clase, nosotros nos aferramos a lo típico, a lo tópico. De acuerdo en que durante mucho tiempo aquí se hizo bandera obligada de símbolos que ahora se rechazan porque recuerdan a aquel pasado. Pero parece que nos hemos quedado sin más referentes que las cañas, la sangría, la paella y "nuestro modo de ver las cosas", una indefinición como otra cualquiera en la que se cumple aquello de "lo que mucho abarca, poco aprieta". 

Además de que ahora mismo, oiga, lo que menos nos interesa es que la gente siga entendiendo como ejemplo de montar un negocio poner un bar o una peluquería. Porque así nos pasa, que tenemos bares para aburrir y peluquerías, ni te cuento. No puede haber pelo para tanto peine, en serio. Y eso no, eso no nos va a sacar de este agujero negro en el que estamos metidos. 

A todo esto se le añade el paripé estupendo que hicieron ayer nuestros políticos patrios en Bruselas en la presentación de la Marca España. Hay que echarle valor. Azafatas con bandejas vestidas de Tontito y Chomino, jamoncito, flamenco y, ole con ole, señores alemanes, qué estupendos somos los españoles.

Qué pena damos. 

(Por si no se nota, estoy leyendo de nuevo a Eslava Galán, en esta ocasión, "De la alpargata al seiscientos", y claro, estoy sensible)