La sensación que dejan los libros de Eslava Galán (que me dejan a mí, al menos) es la de su necesidad. Son necesarios, imprescindibles, básicos para entender y para entendernos. Para que nos entregaran el carné de español y, si me apuras, de persona debería exigirse la lectura de gran parte de la obra de este escritor de Jaén. Con seguridad no cuenta nada que no se haya contado antes, pero el modo en el que desgrana, por ejemplo, la historia grande y chica de España en libros como Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, Los años del miedo y De la alpargata al seiscientos, es tan tierno, tan didáctico y, a ratos, tan divertido que estas obras constituyen por si solas una trilogía imprescindible para conocer a este país que nos ha tocado en suerte o en desgracia. Y sin partidismos, sin tendencias, sin esconder nada. Y eso, oiga, en este patio de vecinos lleno de revanchismo e ideologías desnortadas es muy digno de admirar, destacar e imitar. Al menos, sí, alguien habla (escribe) sin influencias. No todo está perdido.
Leí Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie hace unos meses, y, lo digo bien alto,
jamás nadie me había contado tan bien aquella parte de nosotros tan reciente y tan dolorosa, con la que todos, de un modo un otro, estamos relacionados. No sé ahora pero en mis tiempos siempre era el último o penúltimo tema de historia de España-Ciencias Sociales y, por tanto, nunca se llegaba, en parte porque no daba tiempo, en parte porque, estoy segura, los profesores no tenían ganas de meterse en fregados. Varias generaciones de españolitos hemos crecido oyendo hablar mucho de la guerra, pero sin tener idea cierta sobre ella. Hechos objetivos, me refiero. Quien salió de no sé dónde y llegó a tal sitio, quién se estrelló con un avión, qué países colaboraron en la sombra. Esas cosas.
jamás nadie me había contado tan bien aquella parte de nosotros tan reciente y tan dolorosa, con la que todos, de un modo un otro, estamos relacionados. No sé ahora pero en mis tiempos siempre era el último o penúltimo tema de historia de España-Ciencias Sociales y, por tanto, nunca se llegaba, en parte porque no daba tiempo, en parte porque, estoy segura, los profesores no tenían ganas de meterse en fregados. Varias generaciones de españolitos hemos crecido oyendo hablar mucho de la guerra, pero sin tener idea cierta sobre ella. Hechos objetivos, me refiero. Quien salió de no sé dónde y llegó a tal sitio, quién se estrelló con un avión, qué países colaboraron en la sombra. Esas cosas.
Por otro lado, para el resto de Europa su referencia bélica directa son las mundiales, que les proporcionaron una base sólida desde la que resurgir, un cimiento de unión. Ganamos a los malos. Somos los buenos. Muchos de nosotros, de los nosotros de entonces, murieron por nuestra libertad de ahora.
Pero nosotros no tenemos eso. Nosotros tenemos como referencia directa una guerra que nos dividió y que, de muchas maneras, aún nos divide. Incluso en estos tiempos en los que las ideologías Este-Oeste han perdido casi todo sentido. En estos tiempos en los que los chinos beben cocacola, por aquí seguimos a lo nuestro.
Y mientras los políticos representan su papel y nos venden la moto para seguir aferrados al poder, que es lo que les interesa, las cosas siguen como fueron siempre. Unos cuantos se forran y roban todo lo que pueden, mientras el resto hacemos con que nos tragamos el paripé de democracia en el que vivimos. Y así pasan los lustros.
Precisamente, esos robos que se producen a la vera del poder tienen un sitio destacado en los dos siguientes libros, Los años del miedo y De la alpargata al seiscientos. En ellos, mientras Eslava Galán nos cuenta la historia de España desde el fin de la Guerra Civil a los años 60, unos cuantos personajes luchan por sobrevivir de la mejor manera que pueden. Algunos tienen suerte y los contactos suficientes como para prosperar y llegar a ricos desde la nada más absoluta; otros hacen lo que pueden, de negocio en negocio. Los más, en general, pasan hambre de la buena pero tiran del carro y salen adelante con ese típico conformismo patrio, conformismo nacido de la falta de educación y cultura, conformismo que nos hace al mismo tiempo adorables y detestables. Que nos hace españoles de la misma España.
En general, estos libros son un retrato tan perfecto de nuestro pasado, y en cierta manera de nuestro presente, que parecen esperpentos valleinclanianos. Porque, en definitiva, toda nuestra historia es una imagen reflejada en los espejos deformes del callejón del Gato.
Lo dicho, larga vida a Juan Eslava Galán.
(PS: Si queréis reíros, dadle una oportunidad al libro que este autor tiene sobre la Sábana Santa. Absolutamente genial.)
Creo que me van a encantar. Este verano, caen!!
ResponderEliminarGracias, gracias.
De nada! Eslava siempre merece la pena. :)
EliminarAla, ya he llenado goodreads de más libros por leer xDDDD
ResponderEliminarentre series y libros.. jajajaj