Examen hecho. Creo que aprobado. Al final no ha sido tan terrible, y, en el fondo, queda la triste sensación de haber luchado todo el año con una profesora inestable, sí, pero también infeliz. Por las razones que sean, propias o ajenas, pero amargamente infeliz. En la despedida no ha sido diferente, siempre dejando detrás de todas sus frases un poso de soledad que desconcierta al que lo recibe. Como si constantemente y a través de mensajes invisibles llamara la atención de aquel que la escucha. Como si pidiera auxilio y se aguantara el llanto, aunque con su cara y sus palabras pretenda decir otra cosa.
O a lo mejor soy yo que, aunque me enfado y reniego, a la hora de la verdad me puede la empatía.
En fin. Llegó la hora de poner el
(Al igual que Bettie, me despido, aunque no por tanto tiempo como ella, sólo por dos o tres días)