Volver a la docencia

No sé por qué me gusta, pero me gusta. 

Hace un par de días me llegó un Whatsapp. "Hola, soy amiga de Tal, que me ha dicho que das clases, era por si podías ayudarme con la Física".

Oh, my God. Física. Yo. Una chica de Letras. 

Dije que sí, claro. Y ahí estoy, con el control de la fuerza, el trabajo y la energía. 

Hacía más de seis meses que no daba clase, y ha sido complicado porque, básicamente, la Física no es lo mío. Pero no hay nada imposible en la era de Internet y, además, cuando te toca una alumna que responde y que es agradable y educada, qué más se puede pedir. Me gusta dar clase, me gusta la sensación de ser útil, de ayudar a esos jovenzuelos perdidos. Me gusta sobre todo si se trata de Álgebra, que para mí tiene propiedades casi terapéuticas. Lo digo en serio. El Álgebra me relaja. Supongo que tengo demasiados frentes abiertos en mi cabeza y la resolución de ecuaciones o problemas consigue el milagro: centrarme una sola cosa y hacer que olvide lo demás. 

Soy un poco bicho raro, ya. Lo sé. 

Para remate también me gusta el trato con los adolescentes. De hecho, una de mis grandes amigas de ahora mismo, pese a la diferencia de edad que nos separa, es una ex alumna. Comencé a darle clase cuando ella tenía 13 añitos y así seguimos hasta que la mandé a la universidad, con el suspiro de alivio y de orgullo por el trabajo bien hecho correspondiente. 

Los teen pueden ser muy insoportables, ya lo creo, pero por alguna extraña razón que no termino de explicarme, me llevo bien con ellos. Con los teen y con los perros, triunfo. Allá donde esté, si hay un teen o un perrillo, a mí vendrá, tenedlo por seguro. De hecho, en clase de inglés creo que soy la única de la pandilla de los de taitantos que mantiene con regularidad conversaciones con la pandilla de los teenagers, para asombro del resto de puretas. 

Y no es que hablemos de Justino Bebé ni de nada parecido. A lo mejor es que me intereso por sus cosas, sus exámenes, cómo son sus profesores, si hacen letras o ciencias, qué es lo que les gustaría estudiar... esos temas que suelen ser el centro de la existencia de los chavales. En fin, no sé qué será. El caso es que vuelvo a dar clase por unos días. Y mola. Pese a la Física.