Historias entrecruzadas

A veces diferentes historias, sin nada que ver a simple vista unas con otras, se entrecruzan a lo largo de un día. Por ejemplo, en la organización solidaria en la que colaboro como voluntaria hoy se ha presentado un caso bastante duro. Una familia que vivía en muy malas condiciones, sin los mínimos servicios básicos, prácticamente sin un techo en el que cobijarse. Familia compuesta por una pareja joven y sus dos hijos, dos bebés de apenas nueve o diez meses de diferencia entre ellos. O sea, lo justo. Evidentemente, entre las diferentes ayudas que se les han brindado, ha estado la de salud reproductiva, por decirlo finamente. Condones, si hablamos en claro. Qué menos, ¿no? Son jóvenes, están sanos aunque lo estén pasando mal, y tienen dos bebés que sacar adelante, no se pueden ni plantear la castidad ni tener más hijos. En ninguna mente lógica, en ningún corazón con sentimientos caben esas opciones. 

Ahora nos vamos al Vaticano. A las noticias que salen en los telediarios estos días. Cardenales que vienen, cardenales que van. Intrigas, luchas de poder, dinero. El Padrino III. Todo en torno a una moral y una doctrina de la que no se apean, ellos sabrán por qué. Y de la que no se van a apear, porque, o mucho me equivoco, o del cónclave va a salir más de lo mismo. Mientras el mundo va por un lado, ellos por otro. No todos ellos, conste. Siempre hay alguno que te hace creer que otra Iglesia es posible, pero esos nunca llegarán a nada dentro de ese selecto club que ahora se reúne en Roma, tal vez porque precisamente ellos son los que de verdad siguen las enseñanzas de Jesús de Nazaret. 

Tercera historia del día. Capítulo quinto de la primera temporada de Call the Midwife, serie de la BBC ambientada en el East End londinense en los años 50. Serie creada a mayor gloria del NHS, la Seguridad Social británica, que narra las aventuras de unas comadronas, seglares y religiosas, en ese barrio. Basada en hechos reales, por cierto. Y repito: años 50. Monjas, reitero. ¿Qué sale en ese capítulo quinto? Una clase de técnicas de contracepción  dada en la clínica de maternidad del barrio.

Sí, las monjas son anglicanas, claro. 

Conclusión de todo ésto a la que llego a estas horas de la madrugada: que Catalina de Aragón y Tomás Moro  me perdonen, pero, a lo mejor, Enrique VIII no lo hizo tan mal. 

Imprescindible serie, ya que estamos