Esos días en lo que lo único que quieres es que todo acabe. Esos días en los que te gustaría ser un poco (más) ameba. Esos días en los que quisieras no hacerte la tonta, sino ser, de verdad, tonta. Sin remedio. Para no darte cuenta de nada. Para no sufrir por lo que sabes que vendrá y que aún no llega. Esos días en los que te sientes gafe, maldita, equivocada. Esos días en los que todo lo que te rodea adquiere la dimensión exacta de tus peores temores, en los que la realidad se impone frente a sueños y fortuna. Esos días en los que todo lo que escribes suena a visto, a leído, a simple distracción que baila en la nada de la vida que se vive por vivir. Esos días de miedos, suspiros y sonrisas. Esos días en los que todo queda suspendido de una cuerda invisible, que al mismo tiempo te ata y te sujeta para que no caigas en el abismo del futuro al que caerás de todos modos. Esos días en los que deseas caer. Esos días en los que entiendes que vendrán nuevas y que serán mejores, esos días en los que no te entiendes.
Esos días.
Para ilustrar, nada mejor que el maravilloso Boreas de Waterhouse, ese cuadro que dice tanto sin decirlo.
Esos días en que dudas de si algún día vendrán nuevas y serán mejores.
ResponderEliminarAins,...Qué días.
Claro que vendrán, ánimo Bettie. Que al menos no nos quiten la esperanza :)
EliminarEsos días que se hacen eternos y duran y duran y duran...
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