Que nos falta altura para muchas cosas, no hace falta decirlo, porque se nota, se siente, nuestra idiotez está presente. Nuestra mirada simplista y cateta se deja ver a la más mínima, en cualquier rincón, en cualquier expresión. ¿Soy cruel? Puede, pero una buena amiga me dijo el otro día que se había hartado de medias tintas y que ya era hora de reinvindicarse en todo su valor que, doy fe, es mucho. Voy a ser una elitista, me dijo. Y lleva razón.
No soy como la mayoría, y eso me gusta. Cada vez más. No vivimos tiempos fáciles, nada es sencillo, debemos someternos a mil y una ataduras, pero nadie nos puede quitar la libertad de sabernos únicos y explotarlo. Por eso, quizás, me he sentido herida cuando en el telediario, al hacer el repaso de la alfombra roja de los Oscar, se han referido, con tono despectivo y condescendiente, a Helena Bonham-Carter como "un año más, la peor vestida de la gala".
Como si la importara. Como si la Bonham-Carter luchara por posicionarse entre las mejor vestidas y, simplemente, no supiera. Como si no pudiera comprarse el Dior o Chanel que le viniera en gana y contratar a un ejército de estilistas, maquilladores y peluqueros, como hacen las demás, como casi seguro haría yo, o harías tú. Pero es que ella no es como nosotros, y hace muy bien.
Que en el telediario hayan hablado de ella así demuestra varias cosas. Primero el nulo sentido del humor de quien haya guionizado el reportaje. Segundo, el nulo conocimiento sobre quién es la señora Bonham-Carter y su perpetuo estilo. Y tercero, la total y absoluta falta de cintura de la que, desgraciadamente, nosotros, españolitos graciosos y salerosos, hacemos gala casi siempre. Lo que se sale de la norma, ya no vale, ya es malo, ya, fíjate, cómo va, qué pintas. No somos más que una panda de cotillas rencorosas y amargadas que viven en un gran patio de vecinos podrido de sinvergüenzas y simpleza.
Nos merecemos todo lo que nos pasa y todo lo que nos va a pasar. Con nuestra mejor juventud huyendo en cuanto tiene oportunidad porque aquí no hay ni la clase, ni la esperanza, ni la cultura suficiente, estamos condenados al abismo, y no me refiero, sólo, al económico. ¿Qué nos va a quedar a algunos, entonces, sino la certeza de saber que al menos podemos rebelarnos contra lo impuesto y ser diferentes? Exactamente como hace Helena Bonham-Carter dentro de la ñoñería habitual de las entregas de premios jolivudienses.
Be different, my friend.
Fan de Helena Bonham Carter. Como de cualquiera, me gustan más unos estilismos que otros. Pero no puedo más que aplaudirla por no sucumbir a mil y un cánones y seguir siendo ella misma, con su estilo. Y por no entrar al trapo. Soy su fan.
ResponderEliminarMuy de acuerdo. Muy mucho.
ResponderEliminarPues yo la veo guapísima y el vestido es precioso. Otras veces la he visto "peor", así que ya critican por criticar.
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