lunes, 11 de febrero de 2013

Drogar a un gato: el proceso

Somos gatunos. Adoramos a los gatos. Se nos cae la baba con sus monerías y gritamos aquello de "yo por mi gato, MATO! sin pudor alguno. Porque sí, yo por mi gato, lo que haga falta. Es que es el más mejor, tenéis que entenderme. Y yo no soy más una mísera persona que ha sido bendecida con su presencia. Humanos, bah. Los gatos dominarán el mundo, y si no, al tiempo.

Pero, a veces, en ese universo de mimos y de 'tú mandas (el gato), yo obedezco (el humano)', en el que vivimos, el humano ha de tragar saliva, mirar al infinito y hacer caso a ese otro humano que no tiene ni pizca de sentimientos: el veterinario.

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Sí, hijo, sí. Así estamos.


Veterinario: A tu gato hay que desparasitarlo... ¿cuánto pesa?
Humana: Pues la última vez que estuvimos por aquí me dijiste que diez kilos...
Veterinario: ¿No ha adelgazado nada con la comida Light-Super-Mega-de20EurazosLaBolsa que te mandé que comiera?
Humana: Pues no sé, porque ya me dirás cómo le peso... pero yo creo que algo sí...
Veterinario (cara de incredulidad): Ya... bueno te doy tres pastillas, dale dos y media y la otra la guardas...
Humana (glups): vale... ¿y cómo se las doy?
Veterinario: pues con malta, o si no las traga, se las disuelves en agua y con una jeringa sin aguja, ya sabes...
Humana (con la misma cara de haber sido enviada a escalar el Everest en sandalias de playa): vale, vale... lo intentaré. Mejor será eso que traerle aquí.
Veterinario: no, noo le traigas, deja, deja... (La última vez la clínica acabó convertida en un circuito de rodeo donde el toro era sí, mi gato, y el cow-boy, todos los demás. Es que mi gato es MUCHO gato, qué pasa).

En fin. En casa. Armada de valor, parto las pastillicas y allá que me voy. Nicolás (sí, se llama así), ven a mí. Y Nicolás, que es un poco bestia pero un solete, viene. Proceso:

1- Le acerco el primer trozo embadurnado en malta. Nicolás lo huele y pone cara rara.
2- Se lo acerco más. Nicolás retrocede posiciones. Pinta chunga la cosa.
3- Le mancho el hocico con la malta, a ver si así (es dulce) se anima. Cara de asco de Nicolás que emprende la huida.
4- Ya no me ando con acercamientos, corto la retirada felina, me hago con el poder (lo sujeto en mi regazo) y le meto la pastilla en la boca. Hala, a lo loco.
5- Al gato le dan arcadas, protesta, gruñe, pero se la traga. Bien.

Le dejo descansar un rato. Me mira con cara de 'te odio mucho' y yo le pido perdón, pero tenemos que seguir, que quedan cuatro trozos más. Cuatro. Afú.

1- Vuelvo a situarlo en mi regazo. Venga, otro trocito.
2- Nicolás emprende maniobras de regurgitamiento nunca vistas y expulsa una y otra vez la pastilla.
3- Tengo pelos de gato por todo mi ser.
4- La pastilla sale volando.
5- Yo acabo arañada. Mucho.
6- Nicolás acaba cabreado. Más.
7- Yo termino buscando la pastilla debajo de la alfombra.
8- Nicolás termina debajo de la mesa gruñendo.

Resumen de la jugada: cuatro pastillas sin tomar y un gato cabreado. Essstupendo.

Ok. Que no se diga. Vamos a seguir los consejos del vete y a disolver las pastillas en agua. Lo hago y en ese momento comprendo mucho a mi gato. Cómo huele, qué asco, pobre mío, ésto no hay quien se lo trague.

1- Vuelta a coger al gato, más mosqueado ya que un pavo oyendo villancicos.
2- Introduzco la jeringa (sin aguja) en su boca. El gato clava sus uñas en mi mano. Aguanto. Impulso el líquido apestoso en el interior de su boca.
3- El gato traga el líquido (no le queda otra) pero comienza a echar espumarajos amarillos por las comisuras.
4- Mi gato está rabioso.
5- Sigo introduciendo líquido. Sigue saliendo espuma. Vaya cuadro.
6- El gato emite un sonido como de ahogado que, con los ojos llorosos y la espuma amarilla por toda la cara le da un aspecto de lo más encantador.
7- Ante esa pinta de asesino psicópata múltiple, me rindo.

Resumen del partido: un gato cabreadísimo que mira con ojos de loco y bastante líquido apestoso todavía por tomar. Bien, Lya, bien.


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Gatos, ese mundo

Ahora tengo que seguir. Si no aparezco por aquí en una temporada, ya sabéis, los gatos habrán comenzado a dominar el mundo empezando por mi casa.



 











1 comentario:

  1. Pobre animalejo...Pero sí es verdad que los gatos son muy suyos. Y es normal, si no les gusta lo que les haces.... jaja

    Espero no tener que darle nunca ningún tipo de medicina a Balumba (el nombr es cosa de mi hermano xD). Aunque si es así, supongo que será mi padre el que se lo de, que es al que más le tolera que se propase XD

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