Puede haber muchos motivos para comenzar a ver una serie. O puede no haberlos. Casualidad, no hay nada mejor que hacer, vamos a probar a ver qué tal. Fulanito me dijo, Zutanito me comentó. Ese blog que sigo dijo que era buena. Etcétera.
Y puede haber uno solo como es este (mi) caso: que transcurra en Nueva Zelanda.
Qué queréis, Nueva Zelanda es desde hace mucho un destino mítico para esta que suscribe. Tierra de hobbits, está al quinto pino y es espectacular. Los Mares del Sur. Todo eso. Quiero ir, jolines.
Porque si a mí me presentan Top of the Lake como una serie más de misterio en una comunidad cerrada, les digo que no, gracias, que para eso ya estoy sufriendo a mares con Broadchurch (tres capítulos, quedan só-lo tres capítulos). Pero me dicen que la comunidad del anillo está en Nueva Zelanda, y voy de cabeza. Manías que tiene una.
Imagen inicial |
Qué país, ¿no? ¿Cómo lo hacen los neozelandeses para no quedarse lelos de un síndrome de Stendhal cada vez que salen de casa? Qué valles, qué lagos, qué montañas.
La serie. Muy buena, claro. Cumple con todos los requisitos del género, contando además con la ayuda de la fastuosa naturaleza en la que está ambientada. Pero además tiene sus momentos de humor, que yo no me los esperaba. O, al menos, yo me río, no sé si será normal. Es que la comuna Paradise es lo más, qué panda.
En fin, por concluir, la serie está creada por Jane Campion, la de El Piano, sí, y sale Holly Hunter, la de El Piano también. Pero la prota es Elizabeth Moss, más conocida como Peggy en Mad Men. La producción corre a cargo de la BBC y Sundance Channel, entre otros. Casi nada. Y sale David Wenham, es decir, Faramir. Sí, en Nueva Zelanda. Todo cuadra, ya lo sé.
Nota al margen: otro motivo por el que mola ver esta serie es por el inglés neozelandés. Que nunca viene mal variar de acento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por comentar!