lunes, 29 de abril de 2013

Lore, Lucre, Leo

Leo con la Lucre
Verás tú, la vamos a tener. Y me sienta mal, eh, me sienta mal porque ha habido ratos del capítulo en los que hasta me he olvidado de la ida de olla, así en general, que es la serie, y he disfrutado como una friki que soy de las cosas medievo-antiguas-fantasioso-raras con las que se va encontrando nuestro Leo. 

Pero ese final, no, ¿eh? NO. Por ahí no paso, chatos. Por decir que fue Leonardo el que descubrió América, pues no. Vale que por la época le pilla de cine, pero me niego. Y como sigáis por ahí hasta dejo de ver la serie, no os digo más. No tiene servidora bastante con una profesora de inglés obsesionada con hurgar en la herida de la Armada Invencible, como para que ahora lleguen unos británicos -porque sois todos británicos- disfrazados de italianos a vender la moto de que Cristóbal no, quita, que para eso Leonardo era más listo. Y los españoles que se fastidien, que, total, como están como están ni protestarán. Pues yo protesto, me opongo y os denuncio. Ea.

Obviando este pequeño detalle del final que me ha dejado, como veis, herida en el poco orgullo patrio que me queda, he de reafirmarme en que el capítulo -el segundo- no ha estado mal y ha mejorado al primero. Ha comenzado el asunto como un momento muy CSI Florencia, a cargo del forense Leonardo da Vinci, que a mí, que acostumbro a acompañar las series con un colacao calentito y unas galletas -placer de dioses- me ha puesto el estómago del revés y ahí están las galletas, esperando para mejor ocasión. Asquerosete el tema, la verdad, asquerosete. Judío muerto, desenterrado y abierto en canal por Leo -que vale para todo, el chico-, mientras nuestros guardias civiles Medici siguen sin toscarse de nada. 

¿Veis? Un tricornio de los de toda la vida.

Por cierto, que el otro día os dije algo mal. Las risas creo que no me dejaron enterarme bien del tema, pero hoy ya lo he pillado, ya. Hugh Bonneville, es decir, Lord Crawley interpretó al Sforza, el de Milán. Lo interpretó durante cinco minutejos escasos, de los que ya os dije que se pasó cuatro y medio con el asunto al aire. Épico. El de la bañera en la iglesia con muchachito incorporado no era el Sforza, no. Era el Papa de entonces. Ya decía yo que la iglesia era muy grande. Como que era la basílica de San Pedro, claro.  

Conde Riario. Hum. 
De todo esto me he enterado hoy bien porque ha vuelto a aparecer el Conde Riario, que mola mil. Tan malo. Con esa cara de bicho. Soy fans. Es el sobrino del Papa, que, como anda muy ocupado con sus baños en las piscinas de San Pedro con los jóvenes seminaristas, manda al muchacho este a que le haga los recados por Florencia. 

La cosa va, claro, de qué mala es Roma porque quiere meter mano (metafórica y literalmente) en Florencia, donde somos todos muy libres, muy guapos y muy vivalavirgen. Antes nos protegía el duque Sforza, el de Milán, pero como se lo han cargado -ahí iba vestido al menos- nos hemos quedado solitos frente a los esbirros suizos del Papa (que llevan gorrita como de casco azul). Pero no pasa nada, la guerra está ganada, que para eso tenemos a Leonardo de nuestra parte, que es un máquina y un fiera. 

Todo será que Lorenzo de Médici, el Magnífico, se entere de que Leonardo se encama con su querida Lucrecia, que es querida en el doble sentido de la palabra, porque Lorenzo casado, lo que se dice casado, lo está con Clarise Orsini, Lara Pulver, Irene Adler para entendernos. Total, que como se entere el Lore de que la Lucre le pone unos cuernos tamaño catedral con el Leo (ver imagen del inicio), la vamos a tener, veréis. Drama florentino. A no ser que, claro, el Lore se entere antes de que la Lucre es la espía que le cuenta al conde Riario todos sus secretillos. Ay, pérfida, malvada, mala pécora, yo que te quería tanto,  devuélveme el anillo de mi madre, etc, etc. 

Adornad todo esto con un misterio muy misterioso de dos llaves que se tienen que conectar para abrir no se sabe qué, de un libro que escondía un mapa (de América, de ahí mi cabreo) y la obsesión de Leo con su madre, y ya tenemos el capítulo completo. 

Ahora sólo falta, claro, que aparezca Cristóbal Colón, que para algo era genovés, o sea, de la zona más o menos. Colón dando una vuelta por Florencia, se encuentra a Leonardo, Leonardo le cuenta lo del mapa y Cristóbal se nos viene para Castilla a contárselo a la reina Isabel.

¿A que son capaces? MotherofGod....

(Capítulo 2º, Da Vinci Demon's)








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