Cantar porque no hay

Pues nada, que estoy esperando a que se me descargue el capítulo de turno de la serie de turno, y me ha dado por pensar. Yo. Pensando. Peligro.

Me ha dado por pensar porque en este pueblo mío ya se están preparando las fiestas, ya hemos entrado en la cuenta atrás que culminará a finales del mes de agosto con una semana de juerga, calimocho y despiporre padre. Que a mí me hace una ilusión que estoy que lloro, pero, vamos, a mí tampoco me hagáis mucho caso porque, en general, mi vida va al revés de la de todo el mundo. ¿La gente descansa y se va de fiesta? A mí me toca currele del bueno. ¿La gente está metida de lleno en su rutina de trabajo, niños, niños, trabajo? Yo me aburro como una ostra. En otra vida fui salmón, lo tengo claro. Por lo de ir a contracorriente, aclaro, a ver si ahora vais a pensar que me dedico a la pesca con caña. Que no. 

En fin. Que he pensado que con las noticias tan alentadoras que tenemos cada vez que ponemos la tele, que no sabes si tirarte tú por la ventana o tirar directamente el televisor, a lo mejor deberíamos hacer un gran pacto nacional tipo "Por un año sin fiestas en España" y dejar de gastarnos los dineros públicos en jolgorios varios. Diréis, y con razón, la gente necesita divertirse, la gente necesita despejarse, las fiestas también dan trabajo y agilizan la economía. Ya, pero cuando la situación es la que es, a lo mejor juntando todo ese dineral podríamos poner en marcha eso que tanta falta nos hace de una puñetera vez, a saber, economía productica, no de servicios. Si los bancos no sueltan la guita porque la señora Merkel tiene a los banqueros agarrados por salva sea la parte con toda la fiereza propia de una fräulein bávara, a lo mejor es que tenemos que buscar nosotros la guita por alguna parte, y, sobre todo, dejar de centrar nuestras aventuras empresariales en el sector servicios, que, tal y como anda el patio, no va a ninguna parte. Digo yo. 

Porque, total, y ahí la segunda parte de mi pensamiento, fiestas va a haber siempre, haya iniciativa pública o no. Y a lo mejor sería hasta bueno recuperar el impulso privado, las ganas de luchar por no perder las tradiciones, la unión entre todos los vecinos para sacar adelante las fiestas, sin tanta dejadez en manos del Ayuntamiento de turno, sin tanto pensar "que lo hagan ellos que para eso están". Todo sería más sencillo, sí, pero también más de verdad. Dice un conocido cantante de folclore popular de esta tierra mía que aquí, precisamente en esta tierra desagradecida y dura, durante años se cantó por dos razones: o porque había para comer o porque no había. Si había, se cantaba de alegría, si no, se cantaba para distraerse y porque lo de al mal tiempo buena cara, suele funcionar. Y si no funcionaba, que nos quitaran lo bailao y cantao. Ea. 

Pues eso. Cantar porque no nos queda otra, y si no cantamos nosotros, a ver quien lo va a hacer. Cantar para espantar los males y disfrutar de la vida y de la compañía, del estar aquí mientras estemos. 

Claro, a todo esto le salen mil y una objeciones, qué me vais a contar. Pero, en fin, que hoy me ha dado por pensar, ya os digo. 

Os dejo por aquí un vídeo de ese cantante que os decía antes. En realidad, es un grupo, Mayalde, que se dedica a rescatar la herencia musical de la Castilla rural, en especial, la de Salamanca y que os invito a conocer. Para mí cada uno de sus conciertos supone un terremoto en mi herencia genética. Escucho esas canciones y esa música y hay algo ahí que se mueve, que se emociona, que vuelve a bailar y cantar como lo hizo décadas, siglos atrás.

"...porque lo más importante en las orquestas, compañeros, nunca fueron los instrumentos, siempre fue la gente..."

Pues eso. Se acabó el pensar por hoy. Disculpad la ida de olla.