Treinta años, de Nueva York, rubia con mechas, novio ideal, escritor, judío, forrado, con padre abogado y casa puesta, anillo de diamantes en el dedo, amiga del alma mega pija como tú, hermano bohemio-hipster, cocina vegetariana, smoothies de frutas y hierbas varias...
¿Qué puede salir mal? Pues puede salir mal que te metan en la cárcel por un delito cometido hace diez años cuando, en plena época de "jo, tía, me aburro de mi vida perfecta de WASP y necesito emoción", eras la novia de una importante narcotraficante de heroína, de la que hace años que no sabes nada. De repente, todo tu cuento de hadas se viene abajo y te tienes que adaptar a unas nuevas reglas, completamente distintas a las del mundo real. A las del mundo libre.
¿Qué puede salir mal? Pues puede salir mal que te metan en la cárcel por un delito cometido hace diez años cuando, en plena época de "jo, tía, me aburro de mi vida perfecta de WASP y necesito emoción", eras la novia de una importante narcotraficante de heroína, de la que hace años que no sabes nada. De repente, todo tu cuento de hadas se viene abajo y te tienes que adaptar a unas nuevas reglas, completamente distintas a las del mundo real. A las del mundo libre.
Esto es, en esencia, Orange is the new black, la serie de la que todo el mundo habla. Buena, sí, muy buena, pero extraña porque está rodeada de un aura de frivolidad que no deja que determinados mensajes que pretende lanzar lleguen bien. Quizás sea un tono buscado, pero no puedo evitar que, por ejemplo, la protagonista me caiga fatal.
Cierto es que a lo largo de los trece capítulos se diseccionan claramente las virtudes y defectos de Piper, que así se llama la muchacha, y que comprendemos sus miedos y sus caras de espanto/horror porque serían las que pondríamos nosotros en las mismas situaciones desquiciantes con las que tiene que bregar. Pero, al final, SPOILER, cuando se supone que el espectador debería compadecerla -un poquito al menos-, lo que surge es pensar un "te lo has ganado". Por boba. Por tonta. Por ñoña. Por imbécil. Por egoísta. Por frívola. A ver si aprendes, chata.
Cierto es que a lo largo de los trece capítulos se diseccionan claramente las virtudes y defectos de Piper, que así se llama la muchacha, y que comprendemos sus miedos y sus caras de espanto/horror porque serían las que pondríamos nosotros en las mismas situaciones desquiciantes con las que tiene que bregar. Pero, al final, SPOILER, cuando se supone que el espectador debería compadecerla -un poquito al menos-, lo que surge es pensar un "te lo has ganado". Por boba. Por tonta. Por ñoña. Por imbécil. Por egoísta. Por frívola. A ver si aprendes, chata.
Sí, todo eso. El espectador empatiza mucho más con las historias de sus compañeras de prisión, algunas verdaderamente conmovedoras y que forman también parte de la línea narrativa de la serie. Es un "soy rebelde porque el mundo me ha hecho así" explicado. El mundo era esto, esto y esto y estoy aquí por eso. No soy perfecta, he cometido fallos, pero quién no. Sólo que a mí me ha tocado nacer en los USA, donde son muy serios para sus cosas y, por eso, aquí me veis.
Estas historias paralelas son tan buenas, tan tiernas, tan tristes, tan de verdad, que saben a poco. Queremos saber más de las chicas de la prisión y queremos que los carceleros, algunos de ellos, sufran las más terribles penalidades por su comportamiento machista y caciquil. Pero a la escena siguiente nos sacan a Piper con alguno de sus super-mega-problemas-jo-tía y a la porra todo.
Otra cosa que me ha desconcertado de esta serie es la deriva que toma al final, orientada a denunciar los extremismos religiosos de determinados sectores en Estados Unidos. La madre de Sheldon Cooper, ya sabéis. Lo de la evolución es mentira, Darwin un farsante que arde en el infierno y nosotros somos los elegidos por Dios para mostrar la verdad a los infieles. Quieran o no. Al principio esta temática era una más de las que muchas que se tratan en la serie, pero en los últimos capítulos se desmarca y toma ventaja, hasta el punto de SPOILER protagonizar el cliffhanger final de temporada. El problema son las idas y venidas hasta llegar a ese punto, ahora sí, ahora no, ahora te quiero, ahora te odio. Y los remordimientos de la prota, Piper, con respecto a la loca religiosa pero no con respecto a otra de sus compañeras de prisión, a la que también hace la puñeta y de la que no se vuelve a acordar (para los que lo hayáis visto, palabra clave: diablo).
En resumen, que todo nos lleva a lo del principio: la protagonista de la serie es tonta y su tontez es el leimotiv principal de la historia. De tontuna en tontuna y tiro porque me toca. Y tanta tontez afecta al resto de la narrativa, provocando que no acabe de tocar la fibra, aunque lo intenta y mucho.
Estas historias paralelas son tan buenas, tan tiernas, tan tristes, tan de verdad, que saben a poco. Queremos saber más de las chicas de la prisión y queremos que los carceleros, algunos de ellos, sufran las más terribles penalidades por su comportamiento machista y caciquil. Pero a la escena siguiente nos sacan a Piper con alguno de sus super-mega-problemas-jo-tía y a la porra todo.
Otra cosa que me ha desconcertado de esta serie es la deriva que toma al final, orientada a denunciar los extremismos religiosos de determinados sectores en Estados Unidos. La madre de Sheldon Cooper, ya sabéis. Lo de la evolución es mentira, Darwin un farsante que arde en el infierno y nosotros somos los elegidos por Dios para mostrar la verdad a los infieles. Quieran o no. Al principio esta temática era una más de las que muchas que se tratan en la serie, pero en los últimos capítulos se desmarca y toma ventaja, hasta el punto de SPOILER protagonizar el cliffhanger final de temporada. El problema son las idas y venidas hasta llegar a ese punto, ahora sí, ahora no, ahora te quiero, ahora te odio. Y los remordimientos de la prota, Piper, con respecto a la loca religiosa pero no con respecto a otra de sus compañeras de prisión, a la que también hace la puñeta y de la que no se vuelve a acordar (para los que lo hayáis visto, palabra clave: diablo).
En resumen, que todo nos lleva a lo del principio: la protagonista de la serie es tonta y su tontez es el leimotiv principal de la historia. De tontuna en tontuna y tiro porque me toca. Y tanta tontez afecta al resto de la narrativa, provocando que no acabe de tocar la fibra, aunque lo intenta y mucho.
Yo me lo estoy pasando pipa con esta serie, la descubrí hace poco y la estoy viendo en plan maratón. Cada capi dura bastante, pero no se hacen nada pesados. Me encanta!
ResponderEliminarDiscrepo un poco contigo. Piper tampoco es santo de mi devoción, pero no me llega a caer mal. Se le coge cierto cariño a la muchacha, creo que es la prota perfecta. Es tontita, sí, pero no deja de ser fuerte a su modo.
Y la morena con gafas (la antigua pelirroja de Aquellos maravillosos años 70') me tiene enamorao :_)
Pues deja la serie... lo dijeron ayer. Veremos por donde nos salen.
EliminarY Piper es estrangulableeee! xDD
De esta serie he escuchado cosas muy buenas pero luego otras muy malas xDDDD Está claro que no deja indiferente.
ResponderEliminarA mí me hizo gracia el título xD Ya que mi color favorito es el naranja, pero también me encanta el negro xDDD
Imagino que terminaré viéndola algún día a ver que me parece a mí :)