Historia de España contada para escépticos

Continuando con mi tour por la obra de Eslava Galán, llegó el turno de Historia de España contada para escépticos, un resumen muy resumido de eso, la historia de España. Muy resumido porque condensar todo nuestro pasado en apenas 400 páginas no es tarea sencilla. Es que mira que nos han pasado cosas, madre. Leí hace tiempo en el blog de Aqui fue Troya (soy fan) que historias como El Señor de los Anillos o Canción de Hielo y Fuego proceden del aburrimiento brit cuando miran atrás en su historia. Os dejo enlazado AQUÍ el artículo en cuestión, que no tiene desperdicio. 

Pues bien, si los brit tuvieron una Edad Media tranquilita, en la que casi lo único destacable es el quítate-tú-que-me-pongo-yo de los York y los Lancaster, nosotros, directamente, no paramos. Un estrés. Moros que vienen, moros que van, Asturies es España, el Cid Campeador, reyes atolondrados que unían tierras para luego dividirlas de nuevo en sus testamentos (había que contentar a todos los hijos) y, para rematar, los Reyes Católicos, América, etc, etc. Señores de la HBO, por favor, creo que Spain se merece que le hagan un poco de caso. Déjense de Lannister y Targaryen y véngase para España. En serio, ¿os imagináis una Isabel, la serie, hecha con toda la pasta y la sapiencia de la HBO? Lloro sólo de pensarlo. 

En fin, soñar es gratis. Vuelvo al libro. Siempre que se mira atrás en la historia de España, pasan dos cosas. La primera es el orgullo tonto y la segunda es la rabia y la pena. Orgullo porque, oye, fuimos muy grandes. Tonto porque ya ves de qué nos valió. Rabia porque hicimos el idiota y porque casi nunca tuvimos líderes de verdad (qué gran vasallo si tuviere buen señor, etc). Y pena porque de aquellos polvos, estos lodos. 

Nadie nunca se preocupó de instruir al pueblo y de hacer productivo al país. O cuando se preocuparon de ello, ya era demasiado tarde y la propia dinámica destructiva creada durante siglos de analfabetismo y miseria se llevó por delante las buenas intenciones. Somos cainitas, envidiosos, tenemos muy malas pulgas y vamos directos al desastre. Un primor. 

Y, al final, esa es la sensación que te queda tras terminar el libro. Que lo hemos hecho fatal siempre, metidos en guerras que ni nos iban ni nos venían, que se llevaron todo nuestro capital y nos dejaron hechos unos zorros, liderados por reyes idiotizados por siglos de matrimonios consanguíneos. No sin intención Eslava concluye el libro con aquella respuesta de Cánovas del Castillo cuando le preguntaron que qué era ser español: "es español aquel que no puede ser otra cosa". 

Tristemente, pues eso.