Y tal y tal...

Voy a romper una costumbre. Voy a hablar de fútbol. Sí. No queda otra. Qué remedio. Me lo han puesto a huevo. Qué le vamos a hacer. 

Una es blanca. Por genética y crianza. No me puedo imaginar ser otra cosa. No me cabe en la cocorota. Mis neuronas no lo asimilan. Mi cerebro no lo puede comprender. A ese extremo llega el tema. Qué le vamos a hacer. 

Y como una es blanca tiene sus fobias. La conocida por todos más la que viene de serie cuando vives un blanquismo sección la capital del reino, que es el mío. Otra vez, sí, qué le vamos a hacer, pero servidora es de allá, aunque parezca que no, y Madrí, Madrí, Madrí... Ergo, otra vez de nuevo mis neuronas solo conciben un equipo madrileño en lo más alto. Lo demás es que ni me lo planteo. 

Hasta ayer, claro. 

Ayer cuando mis compañeros de trabajo se desgañitaban animando al Atleti, servidora los miraba raro. Los muchachos son todos del Barcelona, by the way, y yo sufro mucho, así en general y como comentario al margen. Pero vamos, que normal que animaran a los indios. Ahora, que pretendieran que yo también me sumara al jolgorio, pues no. 

Que todavía hay clases. 

Pero, claro, luego pienso en Marycheivis y en así toda la gente que conozco del Atleti, que son buenas personas, trabajadoras, y normales, y me da cosica. Entiéndaseme, cosica porque me alegro por ellos, bueno, en realidad, porque quiero alegrarme por ellos, porque estoy ESFORZÁNDOME mucho por alegrarme por ellos. LO ESTOY INTENTANDO, DE VERDAD. 

Pero no me sale. 

¿Qué clase de monstruo soy? ¿Por qué me dan ganas de exiliarme solo de pensar en lo del 24 de mayo? 

Aún más, ¿por qué he escrito todo esto si soy incapaz de aguantar un partido de fútbol entero? 

Bueno, sí lo sé. Porque, en el fondo, sí me alegro un poquejo. Por Marycheivis sobre todo y su papá, que desde allá en el cielo estoy segura es el responsable de todo esto. 

Porque solo con su intervención mi cerebro se puede llegar a explicar la situación. Y por eso me alegro bastante un poco, aunque me cueste reconocerlo por debajo de mi blancura genética. Por lo contento que estaría, y por lo contenta que está Marycheivis. Y eso que no nos podemos ir a Lisboa el 24 como debería de ser, a verlo cada una desde una grada y acabar cantando fados. 

La que perdiera, claro. 

En fin, que Dios nos pille confesaos.