La batalla.

Hoy hace 16 años de la batalla de Hogwarts. Bueno, echándole raciocinio al asunto, en realidad en la mente de JK hará X tiempo desde que decidió arruinar nuestras cabezas, literalmente. Si no, de qué, hoy, un día como otro cualquiera íbamos a estar tuiteros de todo el mundo mostrando al viento nuestras almas desgajadas al mejor estilo horcrux por unos muertos que no existieron. 

Eso sí, la señora hoy nos ha despertado con un tuit de recuerdo y lástima. Que odió matar a tantos, dice. Ahora. Y que un momento de silencio y tal. 

JK, yo te tengo ley, ya lo digo siempre, pero, amos, anda... No voy a entrar a valorar la necesidad o no de determinadas muertes que todos los potterhead tenemos en la mente, pero eso. Amos, anda. 

Lo que sí voy a hacer, porque lo tengo fresco, es comparar la batalla literaria con la cinematográfica. ¿Cuál de las dos prefiero? 

Lo creáis o no esta decisión no es sencilla. Porque la cinematográfica tiene tantos momentos espectaculares (vía Maggie Smith, principalmente) que recorta la ventaja que, de por sí, tiene para mí la literaria. De hecho, puede que me quedara con la del cine si no fuera por el momento final, por ese vuelo sin motor que se pegan Harry y You-Know-Who, sin sentido, sin razón, solo por el placer de volar, con mucho alarido y mucha cara descompuesta (de la que las gafas no se caen) para al final volver a donde estábamos. Ahí la película metió espectacularidad (necesaria para el rollo del 3D, I guess) a una parte de la historia, a ESA parte de la historia que llevábamos esperando, no sé, más de diez años y que si por algo destaca en el libro es por todo lo contrario: sobriedad. 

Y a mí no me gusta porque me parece innecesario y en contra del espíritu de la batalla en sí misma. En el libro el duelo final tiene lugar en el gran salón de Hogwarts y los diálogos tienen mucha más importancia. Además You-Know-Who es testigo directo de la muerte de Bellatrix (grande, Molly), y eso contribuye a su caída. Otra cosa fundamental que la película no respeta es la muerte en sí misma. En el libro Tom Riddle y sus colegas se mueren. De verdad. No son destruidos en mil pedacitos, en plan desintegración por rayo láser, circunstancia que puede quedar más mona en cine, más llamativa y que además le resta dramatismo a la muerte, porque hago chás y desaparezco y ni cadáver ni nada, pero que no. En el libro los malos dejan cadáveres. Y al menos en el caso de Voldemort se dice, especificamente, que es llevado a otro lugar del castillo, lejos de los muertos del bando de Harry. Y no se dan más explicaciones. 

Loemos todos en este momento a JK por dejar esa PEDAZO de puerta abierta a idas de olla en forma de fanfic y, por qué no, al regreso de la saga. Porque sí, amiguitos, no nos centremos sólo en Albus Severus, que por el otro lado tenemos esta evidente imprecisión dejada ahí con toda la intención del mundo. 

Otra cosa es que servidora crea que la saga vaya a volver en algún momento. Que no. A JK no le hace falta, puede perfectamente escribir mil historias sobre el mundo mágico sin necesidad de tocar de nuevo el duelo Riddle-Potter y ella sabe, todos sabemos, que no sería lógico. Que sonaría a vuelta de torero sesentón, de esos que tienen el riñón forrado pero no se resignan a la verdad que el espejo les ofrece. Sonaría a intentar recuperar una fama mundial por el simple hecho de dar de comer al ego, sacrificando por el camino una historia que forma parte de la vida de mucha gente. 

No, JK (espero) es más sensata. Aunque ese epílogo me aterra, creo que fue más una concesión sensiblona a las preguntas que, seamos sinceros, iban a llegar sobre el futuro más o menos inmediato de Harry y compañía que una intención de dejar la puerta abierta a un posible regreso de la saga. Aunque, claro está, de un tiro mató dos pájaros. 

No es lista ni nada, nuestra JK. Ains. 

Más momentos. A favor de la película juega, ya lo decía al principio, Maggie Smith y también, cómo no, Alan Rickman. 

No sé vosotros, pero yo veo esta escena y aplaudo instintivamente. Qué grandeza. Qué clase. Qué actorazos, qué personajes, qué combinación más maravillosa de talento y carácter. Qué momento. Qué de cosas reunidas en unos movimientos de varita. Todos los años pasados en el castillo, toda la confianza, quizás el cariño, el orgullo de lo que no se puede decir, esa mejor parte guardada en un único testigo fiel, muerto por elección, esa McGonagall dispuesta a no aguantar más, ese Snape huyendo para no matarla. Bravo, mil veces bravo. 

Además, dentro de la batalla de Hogwarts están, para mí, las líneas más hermosas escritas por JK sobre la saga. La historia de Snape y Lily, que en la película recortaron considerablemente, privándonos, por ejemplo, de ese Severus en la puerta de la sala común de Gryffindor, esperando a Lily para disculparse, dispuesto a no moverse de allí. De ese momento en el que se separaron para siempre. Severus Snape, quizás el personaje al que mejor llegamos a conocer sin apenas saber de él. 

Y aquí llega otra de mis quejas en plan repelente rollo Pansy Parkinson: ESA MADRE DE HARRY EN EL BOSQUE. Si esos ojos eran iguales que los azules (en el libro verdes) de Daniel-Harry, que baje Dumbledore de King's Cross Station y me lo explique, oiga. Y qué mayor. Si la mataron con 21 años. Qué mal sienta el más allá mágico. 

No me extraña que en el mundo locatis internetero de los fans de la saga, ésta y no otra sea representada como la ideal de madre pottérica: 

Amy Pond para el mundo whovian. Karen Gillan para el gran público. 

Y como ya empiezo a mezclar fandoms mejor lo dejo. 

PS: Bueno, al final tengo que decirlo.... ¿REMUS? ¿TONKS? ¿DOBBY? ¿POR QUÉ?