miércoles, 7 de mayo de 2014

Rojitas las orejas

El otro día mi gato se puso malo. Perdón, el otro día MI GATO se puso malo. En mayúsculas, porque esto son palabras mayores. 

Mi gato es el mejor. No hablo mucho de él porque ya está todo dicho. El mejor. El más guapo. El más bueno. Y el más bruto también, pero eso no cuenta. Soy una humana entregada, no tengo criterio. Bettie contaba el otro día en su blog sobre su Gato, que así se llama, y me reconocía en cada frase. Pero voy a cortar el momento 'migatoesmiídolo' que si sigo, no paro. 

Total, que Nico, tal es la gracia de mi felino, se puso malo. Una alergia, no sé a qué. Puede que estuviera producida por un cambio en el tipo de arena, o por tomar demasiado el sol o porque le picara algún bicho. No sé. El caso que salió disparado de donde dormía, haciendo movimientos raros con las patas de atrás y con las orejas completamente agachadas. Lo primero que pensé es que, dada su orondidad -está/es enorme- me le había dado un parraque y se me había quedado lelo. Menudo susto. 

La tranquilidad llegó cuando, pasado un rato, vi que caminaba bien. El problema es que justo entonces comenzó a vomitar como si no hubiera un mañana. Angelico. Vómito al que se le añadió diarrea. Muy agradable todo de presenciar fregona en mano, en fin. No me quedó otra más que llamar al vete, que desde la celebración de una comunión (el cielo tienen ganado los veterinarios que atienden a humanos histéricos en días de fiesta) me tranquilizó y me dijo que lo primero era cortar ese vómito. Y para ello, nada mejor que Primperán, ese jarabe que todo el mundo tiene. Todo el mundo menos servidora, claro. 


Nada que una farmacia de guardia no pudiera remediar. Y como estaba de los nervios (yo) le conté la historia al farmacéutico. "Es para mi gato, que se ha puesto malo". Mirada de alucine del boticario, pero qué queréis, yo tenía que contarlo. 

Con el jarabe ya en mi poder, vino el siguiente problema. Dárselo al minino, que si no lo sabéis, ya os lo digo, pesa diez kilos y es un tonelete pelín bruto que como diga que no, es que no y no. Y no. Pero tenía que ser que sí. Así que ahí me fui yo jeringa en mano con el jarabe. Esto es valor y no lo de José Tomás, oiga. 

La primera cayó bien, porque estaba despistado y doliente. Ahora, el segundo chute de Primperán dijo que se lo tomara Rita. Y el caso es que conseguí introducirle la jeringa en la boca y enchufar el líquido pero entonces mi gato desarrolló ese superpoder que consiste en convertir en babas, muchas, cualquier líquido que servidora ose a verterle contra su voluntad en su boca. No veáis que número. Qué show. Qué momento. Qué asco. 

Llena de babas felinas que olían a Primperán y a mala leche y con unos cuantos arañazos en las manos, opté por la resignación y por pensar que algo le haría lo poco que había conseguido darle. Parece ser que así fue porque no volvió a vomitar. Eso sí, llegaron nuevos efectos de la alergia. El primero, las rojeces. La parte interior de las orejas, la tripa, alrededor de los ojos y la nariz, todo en rojo. En un estilo muy Rudolph, el reno de Papá Noel. Los movimientos raros que hacía con las patas al principio del ataque alérgico eran intentos de arrascarse la tripa, intentos que fructificaron en heridas, porque, no sé si os lo he dicho ya, Nico es un poco bestia. Ras, ras, ras, y la tripa enrojecida y llena de costras. 

En fin, menos mal que entre las angustias se hizo la luz en mi cerebro de humana preocupada por su minino y me acordé de mis pastillas de la alergia. Porque yo también soy alérgica y encima he pasado algunos ataques parecidos al de mi gato. Y PICA TELA, doy fe. Así que no me lo pensé dos veces, busqué una de mis pastis, la partí en trocitos y sin pensarlo mucho, se la metí en la boca. Y se la zampó porque, muajajaja, se trata de pastillas liofilizadas (creo que se llaman así). Lo que viene a ser que con el contacto de la saliva se disuelven y no hay que tragarlas. 

Resultado: a la media hora el gato estaba normal. Sin rojeces. Con cara de cansado, eso sí, y muchas ganas de dormir. Lo que hizo a pierna suelta hasta el día siguiente, cuando le volvió la alergia, en menor intensidad. Según el vete, algo normal en estos casos. Le di otra pastilla y listo. 

Ahora, pasados ya unos días, está bien del todo. El vete me pregunta que si tiene ganas de comer, dato parece ser que determinante para conocer la salud de los gatos. El problema, aquí está el quid del asunto, es que Nico siempre tiene hambre. Siempre. De hecho, el otro día al notar los primeros síntomas, se fue corriendo a su cuenco de comida y allí se quedó. Es su lugar del mundo favorito, donde él se siente mejor y más realizado. Diez kilos, claro. Así estamos. 

Total, gateros del mundo, cuidado con las alergias y Primperán y antihistamínicos a mano. 

Y ahora me vais a permitir que ponga la canción en la que todos estáis pensando desde que habéis leído el título de la entrada...



Especialmente dedicada a T. She knows why. 






8 comentarios:

  1. Rojitas las orejas...gatunas.

    Ay pobre, qué mal lo pasaría. Pero bueno, ya está bien. Yo espero que a Gato nunca le de, porque no es bruto, pero las pastillas dice que te las tomes tú xD u.u Aunque lo mismo al pimperan le pega... XDDD este le pega a tó xD

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    1. No sé yo, está demasiado dulce para su paladar... de ahí las babas incontroladas y apestosas... pobre!!

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  2. Ay... no seas más animal que el gato con las dosis de las pastillas. Piensa que las dosis humanas se calculan, más o menos, pensando en 70kg... si tu gato pesa diez, me sorprende que se despertara tras el antihistamínico (bueno, también la forma de administración ayudó a reducir un poco la dosis), pero cuidado. No soy veterinaria.
    Un besote.

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    1. No se la di entera, tranquila. No especifiqué en el texto, pero vamos, le di menos de un cuarto. No estoy tan loca y menos cuando se trata de mi gato. XD

      Lía

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    2. Ufff... :-P

      Un besote y espero que Nico esté ya al 100%

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  3. Hola. Acabo de descubrir tu blog y solo quería darte las gracias por compartir un pedacito de tu vida con gente anónima que se encuentra al otro lado de la pantalla. Ayer fue un día terriblemente malo para mí, algo que desde luego, dudo que sea de tu interés y no espero que sea así. Pero tras una larga noche sin dormir y una mañana apática, mi viaje a través de la red me ha llevado por casualidad a tu blog. Durante las últimas dos horas, he estado indagando a través de tus aventuras escritas, dando rienda suelta a mi curiosidad, asintiendo con tu aplastante lógica y sobretodo, riendo mucho. Me gustaría darte las gracias, por estas dos horitas de distracción, por la enorme inteligencia, respeto y dulzura que trasmites. Y por esas reminiscencias a Doctor Who, que como tú hoy, aun sin saberlo y de manera tan sencilla, me habéis ayudado a sobrellevar este mundo loco un poquito mejor. Simplemente gracias.
    PD: Espero que tu gatito se encuentre mejor.

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    1. Pues muchas gracias por tus palabras, me dejas un poco así sin saber qué decir.... Solo que espero que ese día malo haya pasado ya y vaya todo bien. De whovian a whovian, un abrazo fuerte y ánimo. Y bienvenid@. :)

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  4. Siento decir esto por ti y por tu gato, pero me he reído mucho leyendo la entrada xDDDD

    Espero que esté ya recuperado del todo :)

    *La canción pensaba que no la había escuchado nunca, pero creo que algo sí me suena... Evidentemente no había pensado en ella al leer el título de la entrada xD*

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