A ver, lo voy a intentar. Y espero no ser mal entendida. Lo de la extrema derecha me causa espanto y horror y no puedo comprender cómo los franceses, ¡los franceses!, pueden votar en ese sentido. Pero luego, oye, lo piensas y sí, los franceses, ¡los franceses!, con toda su grandeur y su chovinismo y su nosotros somos lo más mejor son, precisamente, los más indicados para hacer algo así. Porque quieren defenderse y sienten que los partidos tradicionales no lo hacen.
Punto número uno. Defenderse. ¿De qué? ¿De la inmigración? Sí y no. No tanto de la inmigración como fenómeno en si mismo, ni de aquello que implica, sino de unos gobernantes que no han sabido manejar ni conducir dicho fenómeno.
Nosotros, sabe usted, la vieja Europa, la tierra de las ideas, de la razón, de la legalité y fraternité, no nos vamos a poner como en los USA, en plan histéricos, nosotros somos más elevados, más intelectuales. Estado social, pensiones de ciudadanía a esas minorías, incluso impuestos especiales para mantenerlos (Alemania), los dejamos sus mezquitas, sus tradiciones, sus abayas. ¿Integración? La justa. Nada de exigirles unos determinados conocimientos del lugar en el que viven, nada de reivindicar nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestro modo de gobernarnos. No. Los trasladamos como guetos desde sus países a los nuestros, sin exigirles aquello de 'when in Rome, do as the Romans do'. Pero, eso sí, los otorgamos todos los beneficios de vivir aquí. Cosa que ellos no harían a la inversa. Vete tú a Irán a decir que quieres sacar en procesión a la Macarena, por ejemplo. Váyamonos nosotras, chicas, a Arabia a decir que queremos conducir. Veréis qué risa.
Sé que esta actitud es muy bonita y muy utópica, pero, en realidad, es síntoma de apatía y de dejadez. De olvido de los que fueron nuestros valores, no llegar por no pasarse, de mieditis a quedar de exagerado, de querer ser tolerante y acabar con los bárbaros sentados a la mesa a la hora de comer. ¿Recordáis la caída del Imperio Romano? Sí, esas tribus bárbaras en las fronteras, con las que los romanos primero acordaron determinados privilegios a cambio de 'anda, venga, no me invadas más', acuerdos que tardaron cero coma en ser burlados. Hasta que los bárbaros llegaron a la misma Roma. Y se acabó lo que se daba.
Otra cosa es, claro, que la fuerza de la cultura romana era tal que hasta los invasores acabaron romanizados. Bendita circunstancia de la que hoy tú y yo, a estas alturas, aún nos beneficiamos.
Total, que creo que gran parte de la culpa del ascenso de la extrema derecha tiene que ver con la dejadez de funciones de los estados europeos, centrados en ser más papistas que el Papa y que han terminado con el enemigo -sí, el enemigo- metido hasta la cocina. Por respetar unos derechos que los beneficiarios no tardarían ni un segundo en derogar si se hicieran con el poder porque ni creen en ellos ni falta que los hace. Eso sí, a la hora de exigirlos, los primeros.
Quede claro, conste, que esta es una visión muy generalista del asunto y que seguro hay otras motivaciones. Pero la historia nos enseña que cuando los estados se debilitan, por la razón que sea, tipo, no sé, una crisis económica, aparecen las ideologías extremas, aupadas al poder por el voto ciudadano, que se siente desprotegido por aquellos que se han lanzado con ímpetu soñador a cumplir la egalité y han dejado de lado sus funciones primitivas y originarias.
PS: Y ahora me vais a decir aquello de la utopía y el qué bonito sería que nos quisiéramos todos un montón. Lo sé porque habéis votado a ese nido de demagogia populista y bolivariana que es Podemos, que tiene un programa electoral insostenible se mire por donde se mire.
Francia me da miedo, pero vosotros, ah, vosotros, compatriotas míos, tampoco os quedáis cortos, no.
Francia me da miedo, pero vosotros, ah, vosotros, compatriotas míos, tampoco os quedáis cortos, no.
Que R'hllor nos pille confesados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por comentar!