Pues sí. Porque ahora vamos todos de seriéfilos estudiados, analizando planos, secuencias, líneas de guión y hablando del desarrollo de la trama y del trabajo actoral como si el director general de la HBO nos llamara cada mañana para preguntarnos qué corbata se va a poner ese día, si la azul o la verde con cuadritos. Sí, confesémoslo. Somos así. Nos encanta, nos pirra y nos deleita hablar de series, de actores, ver los Emmy y gritar nombres y consignas que sólo entendemos los entendidos, los estudiados. Nos encanta, reconocedlo, pensar que nuestro vecino del tercero o nuestro antiguo compañero del instituto no tiene ni idea de esos nombres que nosotros mencionamos con toda la familiaridad del mundo. Nos encanta saber que si alguien dice aquello de "estás más loca que Carrie Mathison", sólo unos cuantos, nosotros y el resto de elegidos, sabremos a qué refiere. A quién. Nos hace sentirnos un poco superiores, un algo selectos y un mucho diferentes de esa plebe que ve, oh, horror, las series españolas. O las series extranjeras -esperad que me siento- dobladas. Aberración. Sacrilegio. Cómo podéis.
Ya, Carrie, ya... |