Ya me pasó el otro día en el trabajo, que me dio por ahí. Me dio por ponerme la tele en la hora de comer. Será la falta de costumbre a esa bola amarilla en un cielo azul que, de repente, tenemos sobre nuestras cabezas, que me afectaría al razonamiento o vaya usted a saber. Total, que me puse la tele.
Vale, no fue la bola amarilla. Fue, venga, lo confieso, es que quería ver el telediario por el tema de Crimea. A ver si se iba a formar la tercera guerra mundial y yo ahí, comiendo ensalada y leyendo a Harry Potter. Que no hubiera quedado digno, no sé si me entendéis.
Toootal, razones aparte. Que me puse la tele. Pero la puse, craso error, antes de las tres. Sólo cinco minutejos antes, pero, mecachis, fueron suficientes. Pillé el final del programa de la Igartiburu en el que estaban contando como gran-noticia-super-novedosa-extra-mega-importante el nuevo vídeo de Ricky Martin y Jennifer Lopez. La canción es como para ponérsela a Putin en plan tortura. Y el vídeo es... pues como son estos vídeos, mucha cacha y mucha postura provocadora y tal. A lo Shakira con Rihanna. Que esa es otra.... OOOOH, dos tías metiéndose manoooo, ¿DÓNDE VAMOS A LLEGAR? ¡LO NUNCA VISTO!
En fin, lo de siempre. Buscar la provocación por buscarla y porque para todo hay público, ya lo sé yo. Si la gente ve hasta el pograma de la Coñi Moreno, la bien pagá (28.000 euros al mes que se lleva la moza), no va a ver a la Jenni y al Ricky magreándose, aunque sea de dominio público que al Ricky la Jenni -quien dice ella, dice cualquier fémina en edad de merecer- no le levanta ni el ánimo. Pero da igual, luz y color y pan y circo. Qué más da.
Hoy también me he puesto la tele. Ya no me preguntéis por qué, el caso es que he caído. Libraba, estaba aburridilla y bueno, venga. Y claro, he acabado vomitando improperios vía guasap y tuiter. Pero oigan, que me vendan como una última moda súper-peligrosa los botellones entre los adolescentes pues, claro, me ha llevado por el camino del insulto y del reniego. Entre eso, y el recuerdo de varios casos de niñas desaparecidas y asesinadas, pues no he podido más. Que nuestra tele pública vive en los 90, siendo muy generosa. Que Informe Semanal sigue relegado a la medianoche del sábado, no lo vaya a ver alguien. Y, bueno, no sigo, que me amargo. Más.
Si yo sé que decir todo esto no tiene mucho sentido porque lo mismo va a dar, pero, jopé, tengo que desahogarme. Me vuelvo a mi exilio interior y, lo sé, evitaré la tele todo lo que pueda.
PS: he de decir, eso sí, para que no parezca que no tengo criterio ni sentimientos ni moderación, que el trabajo de los periodistas que andan por Crimea me está pareciendo fantástico. Una de las poquísimas cosas dignas de ver en la tele en estos días.
A ti lo que te pasa es que te crees que vives en Londres y la tele pública es la BBC. Y no. Volver a la cruda realidad duele. xDDDD
ResponderEliminarMuá.
De lo de Crimea, casi que prefiero no hablar, que tengo un apretor... :S