Os iba a relatar las cinco horas largas de examen, o, mejor dicho, de puro infierno (pese a los menos muchos grados bajo cero del exterior). Pero no, porque estoy harta del tema, sintomatología creo que propia y lógica de todos aquellos que hemos pasado por esta aventura del puñetero First. Un asco todo, hacedme caso. Un asco por el madrugón, el esfuerzo, la sensación de no haber demostrado todo lo que sabes y, sobre todo, por el trato áspero y marcial de los 'supervisors'. En el mundo Cambridge la presunción de inocencia no se aplica, no. Allí todos culpables de copiar hasta que se demuestra lo contrario. Y digo yo, ¿cómo leches copias en un examen así? Si no sabes lo que te va a caer, si cada examen es diferente. Os lo juro, no entiendo nada.
Entiendo, conste, que te quiten el móvil y miren el carné y tal. Pero no entiendo que no dejen salir al baño fuera de los horarios establecidos, que no te dejen la bufanda (MI bufanda), que se paseen una y otra vez por un aula en la que estábamos doce personas examinándonos. Doce. Que debíamos tener cara de muy sospechosos porque nos miraron y remiraron. No entiendo nada.
Pero, bueno, pasemos página. Os hago un resumen rápido y a otra cosa, mariposa:
- Speaking: pese a mis lloros los días previos, en realidad es el más sencillo de superar. Quince minutejos de conversación con un señor muy brit. Lo importante es estar relajado, sonreír y aportar comentarios interesantes.
- Reading: me pareció muy fácil, bastante más que los de la escuela de idiomas.
- Writing: podría haberme salido mucho mejor, pero espero pasarlo. Muy típico: un email semi-formal y una carta a un amigo.
- Use of English: mi sensación fue la ir preparada para lo peor y encontrarme con algo que ni fu ni fa. Muy soso, muy descafeinado. Que no es lo mismo que fácil, conste. No creo que haya suspendido, pero me dejó muy mala sensación.
- Listening: muy normal si habéis practicado. Nada del otro mundo.