Vivir del aire

Resulta que hace unas semanas, cuando estaba yo que si sí, que si no, con el tema del nuevo trabajo, me llegó otra oferta laboral. Lo sé. Un no parar. Me quieren todos, qué le voy a hacer. 

Bah, en serio. La cosa era decidir entre una oferta laboral que suponía un salto profesional y que venía con sueldo pero con malos augurios por aquello de los Voldemort que en esta vida hay, y otra oferta laboral que por no tener, no tenía ni augurios. Es decir, sin sueldo y sin salto. Nada. 

La decisión estaba clara. No están los tiempos para darse al romanticismo ni a la aventura ni gaitas floridas. Las cosas pueden salir mal, está claro, pero del aire no se vive. 

Vale, hasta aquí todo claro. Lo que no me parece normal es tener que recibir los correos apenados de aquellos a los que les dije que no, gracias, que yo tengo la mala costumbre de comer todos los días y que la comida cuesta dinero, y que el dinero no crece de los árboles. A ver si nos entendemos. Pues no. Que qué pena. Que cómo les hubiera gustado. Que tal y que pascual. 

Oiga, ¿me ofrecía usted sueldo?

No, pero es que es un proyecto que está empezando y tenemos muchas ganas e ilusión...

Ahh, ganas e ilusión.... ya. Espera que unos amigos te van a decir un par de cosillas....

Pues eso. 

Y seguro, estad atentos, que el karma me la cobra por esto y al final me quedo con cara de tonta, y los de las ganas e ilusión triunfan, etc, etc. Pero me da igual. No regrets.