sábado, 17 de noviembre de 2012

The Paradise

El paraíso, señores, está entre Downton Abbey y Parade's End. 

O no. No tanto. Sólo son diferentes modos de entender una misma cosa: contar a través de la televisión una historia. Una historia histórica, en cuanto no transcurre en nuestros días, sino en algunos, muy lejanos ya, del pasado del Reino Unido. 

Parade's End, maravillosa serie, se pasó de intensidad y de, sin ninguna necesidad, recordar en cada secuencia que estaba mucho más allá, en el fondo y en la forma, que Downton Abbey, que, en términos modernos, es una serie mainstream. Es decir, para todos, accesible, fácil de entender. Parade's End se pasó de rosca en su intento de no ser eso. Y fue una pena, porque tenía mimbres para haber sido una serie antológica, de las que quedan en la memoria y en el alma. Pero no. 

Y entre medias, entre las andanzas de los Crawley y de los Tietjens, se coló The Paradise. Serie que te planteas ver porque, básicamente, es de la BBC. Serie que dejas ahí, acumulando capítulos, porque no te llama mucho la atención. Hasta que comienzas a verla. Y, de repente, te cautiva. Porque no es nada del otro mundo, pero es muchas cosas. No es la maravilla, la excelencia, el lujo de decorados, vestidos, actuaciones y localizaciones de Downton. No es el mensaje que sólo mentes privilegiadas pueden alcanzar a comprender -o la pretensión de que así sea- de Parade's End. No. Es sencilla, bonita, discreta, amable. Tiene el punto justo de todo lo que debe tener una buena serie, mucho más una ambientada en el Reino Unido de finales del SXIX. Un poco de misterio, de oscuridad. También amistad, amor, relaciones sociales de la época. 

Quizás sólo se le puede echar en cara que durante los cuatro primeros capítulos en ocasiones se desvía de la historia principal. Se desvía tanto que no sabes si lo que parece que te iban a contar es eso que crees o es que te has confundido y te van a contar todo lo contrario. Yo me entiendo. No obstante, a partir del capítulo quinto, todo se endereza y vuelve por la senda que siempre fue, pese a las maniobras de distracción -digo yo- planteadas en los episodios anteriores. Así, hasta que llega el último capítulo y ah, qué belleza. Y no digo más, porque hay que verla. 

PS: Hace unos días que confirmaron que tendrá segunda temporada. Soy feliz. 

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