jueves, 29 de noviembre de 2012

Las '50 sombras' esas

Un especialista en SEO diría que me preocupo poco por el SEO, claro, y que tengo que afinar más en los títulos de las entradas por aquello de los motores de búsqueda y demás. Pero, qué queréis, me importa un pimiento. 

A lo que voy. Que para no opinar sin saber, primero hay que conocer. Aunque, tras unos cuantos años ya por este mundo, tengas más callo que un armadillo y te huelas las cosas a kilómetros de distancia. Pero como hay que ser riguroso, venga, vale, páseme usted un capitulito de las 50 sombras esas que quiero saber de qué va. O, más bien, quiero confirmar mis sospechas porque saber de qué va, ya lo sé, que lo cuenta todo el mundo. 

Y me he leído el capítulo. Y mis niveles de vergüenza ajena han rebasado la estratosfera y le han quitado el récord al Baumgartner. Tal cual. Por no hablar de los niveles de vergüenza propia por: 1) Siquiera dedicar un minuto de mi tiempo a leer tal cosa, y 2) Pertenecer a la misma especie que: a) El escritor o escritora, no tengo el dudoso gusto, que ha perpetrado tal engendro ¿literario?, y b) Los miles de millones de seres que se  lo han leído y, no sólo les ha gustado, no, sino que creen, y así lo afirman, que han descubierto la leche merengada que no engorda. 

Un maravilloso profesor me dijo una vez que un síntoma de la decadencia del Imperio Romano fue la vulgarización de las normas, los gustos y de todo aquello, en general, que caracterizaba a la sociedad clásica. De aquella vulgarización del Latín, por ejemplo, surgieron las lenguas romances. No somos ni hablamos otra cosa más que una versión vulgar de aquello que fue lo primero, lo único, lo perfecto. Y dentro de esta cadena, de este bucle infinito de cambios y pérdidas, existen, han existido, otras muchas vulgarizaciones que dan cuenta del tipo de sociedad que se vive en cada momento. Esta es otra de ellas. 

Aunque no es patrimonio suyo, sino que la historia empezó mucho antes, quizás con el famoso Código da Vinci que fue el comienzo de los fenómenos editoriales que llegan al mundo entero, sin más fundamento ni base que historias sencillas y fáciles de leer y fuertes campañas de publicidad. No es literatura de la de verdad, es comida basura en forma de libros. Una hamburguesa con patatas fritas en aceite de dudosa procedencia quita el hambre y sabe rica. Pero no aporta nada más que eso. No alimenta. Y con los libros sucede lo mismo. Y, por supuesto, y ahí está la base del éxito, a quien no ha leído/comido nunca de verdad, una hamburguesa/libro 50sombras le parece el más fantástico de los manjares, porque no tiene donde asirse, no tiene con qué comparar. Y mucho menos va a querer, después de comerse la hamburguesa, pasarse a las ensaladas, por ejemplo. Ya, si serán más sanas, pero no saben igual, no me dan tanta satisfacción, no están tan buenas, CUESTA más comerlas. 

Porque, ah, ésa es la clave, a la literatura de verdad, a las grandes historias que te emocionan a través de palabras maravillosamente escritas, sólo se llega con esfuerzo, con tiempo, con ganas de aprender. Así es como se educa al cerebro y se abre la mente. 

Pero como, aunque lo parezca, no me gusta generalizar, y tampoco quiero quedar de repelente (más), y como gente que conozco y aprecio se ha leído estos libros, y como hay más días que longanizas y vete a saber tú dónde acabaremos, y a cada cerdo le llega su San Martín y no digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre, y tal, como todo esto... 

MIRA QUE NO. QUE SON UNA MIERDA Y PUNTO. 

Venga, vale. Literatura de este (no) estilo ha existido siempre. Corín Tellado y  demás damas de las letras escritas para el público femenino. Todos o casi todos recordamos a la madre de Chandler Bing, en Friends. Nora Bing, novelista erótica que fascinaba a los amigos de su hijo, mientras éste se moría de la vergüenza. O a aquella que era la abuelastra de Diana de Gales, Bárbara Cartland. Por no hablar de las series de novelas sobre los 'highlander', esos rudos escoceses que van por la vida con look Mel Gibson-William Wallace, sin camisa, con su faldita, su castillo, su triste soledad, etc, etc. Poned 'higlander novela' en Google Imágenes y flipad. 

Es decir, que '50 sombras', entre otras cosas, no ha inventado nada nuevo. Sólo ha contado con una gran campaña de publicidad y con la era de las redes sociales a su favor. Ni más ni menos. 

Y a ver si se pasa ya el fenómeno. Que aburre un poco. 











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