lunes, 6 de abril de 2015

No somos Bernstein ni Woodward

Supongo que con todas las profesiones pasará algo parecido. Tendrán sus propios vicios, sus males inherentes a la función que desempeñan los empleados. En muchos casos se habrán, incluso, popularizado y caricaturizado. No sé, son todo teorías. El caso que yo venía hoy a hablar de un mal que afecta, y mucho, a la profesión que desempeño. Que no es una profesión como otra cualquiera y, a lo mejor, al decir esto estoy cayendo en lo mismo que pretendo denunciar. Ya al salirme, al sacarnos, de lo "normal", sea eso lo que sea, defino una tendencia, una postura. Una diferencia. Y de ahí a la enfermedad que afecta a muchos periodistas -que de eso se trataba- hay un pequeño paso. La escasa distancia que va entre saber que lo tuyo muy rutinario no es -porque no tienes rutina, entre otras cosas- a creerte el rey del mambo y el salvador de la patria. 

El periodista estrella. Ese que se cree que ha venido al mundo para cambiarlo. Para hacerlo mejor. Para dejar huella en las próximas generaciones. Ese que vive de sueños. Ese que se reivindica constantemente como el azote de los poderosos. Venga ya. En serio, venga ya. 


En fin, a lo mejor es que lo mío muy vocacional no es. En primer lugar porque nunca he tenido una vocación clara y definida. Jamás. Nunca tuve muy claro qué quería ser de mayor y cuando llegó la hora de decidir, lo hice basándome en criterios bastante superficiales, para qué os voy a mentir. Cierto es que me planteé estudiar Periodismo, pero las condiciones para hacerlo en mi ciudad elevaban, bastante, el presupuesto y no lo tenía tan claro como para irme a otro sitio. Soy una avocacional, ya os digo. Había varias opciones, muy diferentes entre sí, y al final elegí la que me pareció más adecuada en ese momento. Y acerté, porque no cambio esos años y esa formación por nada en el mundo. Pero esa es otra historia. 

Total, que por esto o por aquello al final acabé de periodista. Y tal vez porque, dada mi condición de intrusa en la profesión, lo veo desde fuera, detecto con facilidad a esos colegas que creen que el hecho de ser, ejercer o hacer estudiado esto los otorga una condición especial. Conste que no lo digo por la gente que conozco en el día a día, donde hay de todo y casi todo es bueno, sino más bien por esa gente a la que lees, en redes sociales sobre todo, glosar continuamente las virtudes de ser y sentirse periodista. 

Precisamente, hoy leía un artículo en Vanity Fair en el que se denuncia la moda de la felicidad impuesta y de "lo cuqui". Que va en contra, señalan, de aquello que dicen los terapeutas a cualquiera que entra por su puerta: no eres especial, no somos especiales, a todos nos pasan cosas malas. Potenciar el sentimiento de superioridad, sea el que sea y sobre lo que sea, no es bueno. No somos especiales, no tenemos por qué creernos mejores ni diferentes, incluso aunque los resultados de nuestro trabajo puedan tener efectos más allá de los previstos. Humildad, por favor. Siempre. 

Hace tiempo una amiga me dijo que mi profesión tenía mucho "glamour". Yo me visualicé en ese momento subida a una máquina recolectora de patatas, viendo como el chisme trabajaba y rodeada de curtidos agricultores, y me pregunté que dónde estaba el "glamour". Supongo que mi amiga lo decía porque esta profesión me permite estar en determinados lugares que al gran público le están vetados. Vale. Sí, es verdad. Pero también es verdad que dónde mejor me lo he pasado y más he disfrutado ha sido en días como aquel, sacando patatas de la tierra y compartiendo un rato con gente que normalmente no sale en los medios. Y es que, de verdad lo creo, esta profesión tendría que ser como la Guardia Civil: antes de llegar a puestos más altos o destinos más cómodos, todos los proyectos de periodistas tendrían que pasar un tiempo en el medio rural, que lo llaman ahora. En los pueblos, en el campo, con la gente que tiene mucho que contar y que no sale en los medios. Aprendiendo que la esencia de este trabajo está en dar voz a aquellos a los que no se escucha por ser considerados insignificantes o irrelevantes, no en entrevistar a algún pez gordo o asistir a inauguraciones. 

Pero, como todo, hay tantos periodismos como periodistas y como lugares en los que se ejerce. Y, como todo, esta afirmación llevada al extremo es perjudicial. A ver si a fuerza de dar voz a los que no se escucha vamos a terminar forzando la máquina y desvirtuando lo que queremos contar. Mesura, también, siempre. Y serenidad. Y empatía. Y cultura. Y humildad, de nuevo. Que lo de Bernstein y Woodward pasó una vez, en otra época, en otro mundo. Lo nuestro es distinto. Y complicado. Y distinto, sí, bien lo sabemos y lo sufrimos. Y maravilloso también, mucho. Y lo dice una que no tiene tenía vocación. 




2 comentarios:

  1. Me gusta mucho lo que dices hoy. Pasa con el periodismo y con cualquier profesión. En la mía también hay iluminados que se creen que van a salvar el mundo, lo que pasa es que en unos años se les suele pasar, pero lo cierto es que los hay, y que se creen mejores que tú por cualquier cosa... En fin, lo que dices, humildad, que todos somos perfectamente sustituibles.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito y qué sentido. El periodismo es muy difícil, o así lo siento y lo veo yo. En casa lo sufro, el Runo es fotógrafo, camarógrafo y periodista, además de hacer pinitos en sonido. Una joyita en bruto. Y emprendiendo que está el zagal, ahí echándose a los brazos de la cruel burocracia española.
    Pero como yo soy licenciada en psicología y gran creyente del cambio social, participo también de la idea que hoy desarrollas: hay que pringarse de mierda, hay que pasar por todas las etapas y escalones, hay que salvar obstáculos para crecer y, cuando llegues arriba (si es que llegas) acordarte de todo lo que hay abajo.
    A veces es bonito encontrar la vocación por el camino y no tenerlo todo planeado. Es una suerte tener un trabajo del que disfrutas y que te deja tiempo (aún con horarios locos) para hacer otras cosas sólo por placer y no por vocación.
    Por cierto, en semana santa me recordaste mucho a mi novio, el tuvo que cubrir en Huelva xDDD

    ResponderEliminar

¡Gracias por comentar!

También hablé de...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...