Los últimos días no han sido fáciles, y preludian un año que tampoco será sencillo. La vida cambia y, sucede que a veces, nos quedamos mirándola, incapaces de reaccionar a tiempo. Es en estos momentos cuando la actitud de cada cual se vuelve el refugio o la perdición, según se mire. O según se quiera. O según se pueda.
Yo, desde hace días, no me quito de la cabeza la Defensa de la Alegría de Benedetti, y, dada la festividad de hoy, y dado que no tengo ganas de hacer listas como otros años, qué mejor post podría encontrar.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Feliz Navidad, people.
Y bordar ese poema en un estandarte -real o imaginario- para conducirse por la vida.
ResponderEliminar:)
Feliz navipeich, Lia :)
Lo mismo digo, guapa.
EliminarSi a ese le añades IF de Kipling, "la tierra será tuya" ;-)
EliminarEl If y yo somos viejos amigos desde hace muchos años, sí. :)
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