Debería estar escribiendo de otras cosas, pero no me puedo resistir. Desde que lo vi ayer, no me puedo resistir, porque me pareció muy injusto.
Lo de la Colau, digo. Y el ejército.
Yo no es que sea muy marcial ni muy partidaria. Ni mucho ni poco, lo normal, como dice la canción. Mis sentimientos se limitan a mi experiencia laboral, que no puede ser mejor ni más buena en ese ámbito. El ejército no es una caterva de asilvestrados que se dedican a matar gente ni a aumentar el belicismo ni a enfrentar a los pueblos ni pepinillos en vinagre. El ejército está compuesto por gente normal que, eso sí, suele ser más educada y agradable que la media. En mi experiencia todo, repito.
Y es que mis superiores dicen "oye, que mañana hay que ir al cuartel o a la base porque hay tal" y a mí me falta tiempo para marcarme un Katniss y ofrecerme voluntaria. Que no es que me guste, sólo, ver a chicos guapos en uniforme, que también, es que siempre que voy me lo paso bien, aprendo y encima, eso, son majos, agradables, se desviven por ayudar y nos tratan con una educación exquisita. Y eso, en este mundo en el que muchas veces a los periodistas no nos dejan ni una mesa para apuntar, creedme que se agradece. Mucho.
Pero hay más. El año pasado, por noviembre o así, nos mandaron una nota de prensa desde Madrid. Dos soldados de las Tierras Charras se iban a la Antártida en un contingente del Ejército de Tierra como equipo de apoyo a la misión científica que todos los años se lleva a cabo por allí, en las bases españolas. La Antártida, oiga. Casi nada. Yo, que puedo ser muy pesadita, mareé al de prensa de la brigada en cuestión para ver si me mandaba foto de los paisanos que se me iban con los pingüinos. Al final lo conseguimos y todos tan felices. Pero hete aquí que en Navidad, el día antes de pillarme mis, merecidas y siempre cortas, vacaciones, me dio la ventolera, que decimos por aquí, y mandé un correo a ese responsable de prensa. Que si fuera posible, un correo electrónico, a ver qué tal llevan la Navidad, allá tan lejos, con esos fríos, cuatro preguntitas de nada, no molesto más, de verdad...
Al cabo de una hora me sonó el teléfono. Un número rarísimo. Descuelgo y... Buenas, soy el comandante, sí, de aquí, de la Antártida, que me han dicho que querías hablar con nosotros...
Yo |
Cuando me recuperé de la impresión y dejé de calcular los kilómetros que nos separaban y de hacer el paleto diciendo lo bien que se les escuchaba para lo quintopino que estaban y de dar las gracias y más gracias, y de preguntar idioteces como si hacía frío (en la Antártida!)... Cuando se me pasó ese rato, digo, puede hablar con los paisanos, más majos que las patatas fritas (sigo a dieta, sí). Paisanos que junto a sus compañeros han hecho una labor estupenda en la Antártida, que se ha podido seguir por tuiter, por cierto, ayudando y apoyando a los científicos y estando ahí, como siempre están, para todos.
Y esta es mi experiencia y la quería contar. Y ya, hale, me vuelvo a mis cosas.
PS: a través del tuiter de la Campaña Antártida del Ejército de Tierra se podían apadrinar pingüinos. El mío se llama Lancelot y es amor.
Adiós!
Yo tengo cercana con el ejército. Mi hermano fue profesional durante unos cuantos años, y pertenezco a una especie de club deportivo (gimnasios, piscinas y esas cosas) que está lleno de militares. No solo no tengo nada en contra, sino que estos militares se pasan el verano yendo y viniendo, horas y horas, a apagar incendios por toda la geografía española. Y luego decimos tonterías como la de esta señora...
ResponderEliminarBesos.
Mira con eso si que estoy en desacuerdo yo, con lo de los clubes, viviendas y algunos privilegios más de los que aún gozan los militares y afines (guardia civil). Creo que actualmente no tiene ningún sentido y no deja de ser un privilegio. Tengo una amiga, casada con guardia civil, viven en Madrid, en una calle muyyyy pija, en un piso que paga el estado, no es casa cuartel, es un piso ¡enorme! en el que llevan más de 10 años. Pues no me parece justo. Y lo de los clubs tampoco, no comprendo la tontería de que allí sólo puedan entrar militares. Eso sí me parece rancio y en mi tierra siempre fue: exclusivo y excluyente.
EliminarUffff... Y si solo fuera esta la tontería. Yo pensé, y si mañana se te queda uno de esos trenes de cercanías que en Barcelona fallan más que una escopeta de feria, y necesitas echar mano del ejército para sacar a la gente? No sé, yo últimamente estoy muy harta de las tonterías de esta señora. Que muy bien su parte luchadora y tal, pero que quizá un poco pava sí fue al presentarse a alcaldesa, lo digo porque una cosa es coger trigo y otra tomarse los cojones que decimos en mi pueblo. Y yo no tengo militares en mi círculo, vamos que por haberlos imbéciles y fasciosos, seguro que los hay, pero en la misma medida que en cualquier ámbito de la sociedad. Yo, personalmente,siento vergüenza ajena de tanta tontería de gestos. Y por supuesto decepción, mucha decepción.
ResponderEliminarY si el tema va solo con la educación, tampoco lo comprendo. Y ahí si hablo con conocimiento de causa de más de 4 personas de mi entorno, que se sentían perdidos, un absoluto fracaso en la educación formal y tiraron por el camino del ejército, dondw caso todos aprendieron y han desarrollado sus carreras y su vida muy felices. Y otros se fueron cuenta de que coño querían en la vida.
Ainsss que me he enamorauuu de todos esos militares "on the rocks". Te envidio!! ;)
A mí este tema me desmoraliza supremamente. En mis círculos cercanos he tenido a un militar que además era físico teórico(lo cual no viene a cuento pero oish) y una bellísima persona, respetuoso, inteligente, etcétera... Y he oído burradas dirigidas hacia él solo por ser parte de ese..."¿gremio?"
ResponderEliminarDe hecho, también estuve saliendo más de un año con un militar(rango oficiales del E. del Aire) y le dije que ni de coña me parecía bien que se alojasen en la Residencia Militar de la Sierra de gratis para ir a esquiar en sus vacaciones.
Pero tampoco me parece bien que los coches oficiales de los políticos sean utilizados para cosas extraoficiales y personales, así que hay que ser un poquito más justo y no saltar contra los que más estigmatizados están siempre...
Pero eso no quita que halla fachazas e imbéciles en el ejército; como se dice: Hay de todo en la viña del señor.