miércoles, 30 de septiembre de 2015

No me soporto ni yo

Pues sí, ea. ¿Os acordáis cuando este verano dije que me apuntaba al gym de verdad de la buena, esta vez va en serio, que sí, que sí, por la gloria de mi madre y tal?

Tararí. De nuevo la idea de verme como pilingui por rastrojo, arrastrando tras de mí la bolsa con los aparejos de una vida gimnasta y deportista, ha sido demasiado para mi pobre estrés existencial. Que sólo de pensarlo me pongo mala, vamos. Y me da ansiedad. Y al final va a ser peor el remedio que la enfermedad.

Inciso: para aquellos que no lo sepan, mis horarios laborales parecen diseñados por Cruela de Vil por lo que tendría que ir al gym en las horas de la comida y salir de ahí directa al trabajo, sin remedio, comiendo de aquella manera y eso siendo optimista. Que mucha gente lo hace, ya, pero yo no soy mucha gente y me agobio. Qué pasa.

Conste en acta también que mi anterior etapa gimnasta me sentó de perlas, eso es cierto, pero tuvo también efectos malignos. Me rompió el sueño y desde entonces no lo he recuperado. Yo era la típica, añado, que dormía cual bebé ceporrón tuviera al día siguiente lo que tuviera. Era experta en desconectar la mente incluso ante exámenes decisivos o lo que se terciara. Pero llegó el gym y llegó la vida laboral y mi natural zen se fue a tomar por saco. Qué malo es hacerse mayor.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Cosas que me hacen perder la fe en la humanidad, segunda parte

1- Que todo el mundo hable de la erradicación del machismo pero se sigan viendo normales artículos en prensa sobre lo que pesan o dejan de pesar mujeres famosas. Ayer leí uno sobre Máxima de Holanda en el que, incluso, se llegaba a decir que sus tres hijas han "heredado su tendencia a ganar peso". Uno, ¿cuándo ha estado Máxima de Holanda gorda, que yo no me he enterado? Dos, ¿a quién le importa si lo ha estado o dejado de estar? Tres: sus hijas son tres niñas a las que ya se califica de futuras gordas. Muy bien, eh, muy bien. 

Y lo mismo sucedió con el caso Adele y sus supuestos 60 kilos perdidos. Como lo que importa es ganar visitas, qué más da si la noticia no tenía ni pies ni cabeza. Ya habrá tiempo para desmentir, el caso es publicar y que la gente lo lea. Que sea verdad o no, es secundario. 

Me voy a vomitar, si me disculpáis. 

lunes, 21 de septiembre de 2015

La bruma

Hoy estoy un poco plof. Bueno, más bien, estoy de llorera. De esos días que cualquier cosa, cualquier palabra, me provoca lagrimones. Yo es que, por si no lo sabéis, soy muy llorica, desde bien pequeña. Y cuando tengo el día plof, soy la fontana di Trevi. 

Así que aquí estoy, viendo a los de Juego de Tronos triunfar (por fin) en los Emmy y llorando cual Magdalena. Cualquier cosa, ya os digo. 

La razón de mi sensibilidad extrema es que hoy es el Día Mundial del Alzheimer y esta mañana en el programa de Carlos Herrera han hablado unos cuantos familiares de personas que tienen esa enfermedad. No me lo esperaba pero no he podido dejar de escucharlo. Y llorera extrema. 

Mi tía tiene alzheimer. 

viernes, 18 de septiembre de 2015

MVL en la city

Hoy lo tengo que contar, no me resisto. Normalmente no hablo, mucho, de temas de trabajo por aquí pero, claro, lo de hoy ha sido tan, tan, tan que hay que contarlo.

Vayan por delante tres cosas, conste:

1. Cada cual se gana la vida como puede y ponerse exquisito no está bien. No. 
2. Yo leo el Hola.
3. Nada de lo que diga en esta entrada podrá ser usado en mi contra. Es casi todo ficción. 

Aclarados estos puntos, procedo. Si me seguís por tuiter ya sabéis que hoy he estado ejerciendo en un acto muy especial. El asunto ha transcurrido según los cánones establecidos. Imaginaos el ceremonial que puede tener algo así en la Usal. Su latín, sus cantos, sus chirimías y sus 200 doctores revestidos de colorines. Y para finalizar, mazapán y vino dulce. Costumbres. 

martes, 15 de septiembre de 2015

Sobre los toros

Cuando te has criado en una tierra como la que me contempla, lo del mundo del toro es casi pan nuestro de cada día. Mucho más si además te terminas dedicando a la canallesca y a estar metida en todos los saraos, como es el caso. Pues acabas un par de veces al año dándole al jamón ibérico por gentileza de la peña tal, y controlando, más o menos, a quienes forman parte de ese mundillo. Y de ahí a ir a corridas y/o festejos varios, un pasito de nada. No te cuento si además te toca ir por trabajo. 

Digo todo esto para representar y presentar mi posición sobre la materia: moderada. A fuerza, sí, de conocer el ambiente y a mucha gente que lo compone, de tratar -y en algunos casos tener amistad- con aficionados de los de verdad y de comprender que si tengo que trabajar ahí, mejor hacerlo de buenas. Que amargarme no va a servir de nada. Ni a mi ni a los toros, que se los van a seguir cargando, tuerza yo el morro o no. 

Porque yo, quede claro también, de tierna infante era una antitaurina de manual. Y de adolescente también. Solo moderaba mi rabia ante mi abuelo, porque mi abuelo era (es) Dios a mis ojos y si a él le gustaban los toros, yo chitón. Y le gustaban, vaya que si le gustaban. Precisamente fue su muerte, acaecida hace ya muchos, demasiados, años, la que me acercó un poco al mundo taurino. Quizá fue su recuerdo, o que no sabía cómo hacer para no perderle del todo. No sé. A mi padre, que hasta entonces había sido un aficionado tranquilo, le sucedió algo parecido. De repente, en casa se veían los toros, gracias a que en aquellos momentos las plataformas digitales comenzaron a retransmitir todas las ferias importantes. 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Canciones para conducir: Mecano

No sé si os he dicho que soy, fui, muy fan de Mecano, desde mi más tierna infancia. Con ocho años mis progenitores me llevaron a un concierto suyo porque si no, me daba un algo. Y esta entrada debería haberla escrito el 7 de septiembre, pero soy anárquica y rebelde, qué pasa.

Mis canciones favoritas de Mecano. Tacháááán....



Mi favorita entre las favoritas. Una canción-historia. Una maravilla. Este cuarto es muy pequeño para las cosas que sueño. Nacho, los teclados y sus melenas. Amor.

El hombre en el castillo, by Phillip K. Dick

Estoy a punto de terminarme este libro y, a no ser que la cosa cambie al final, lo que cuenta se puede resumir en la siguiente conversación: 

- ¿De dónde vienes?
- Manzanas traigo. 

Sí, maravilloso todo. Demasiado moderno para mi gusto. Demasiado, no sé, intenso, raro, elevado, para que llegue al lector normal. Supongo que, como en todo, habrá fans acérrimos para los que cada palabra tendrá un significado, oculto o no. Pero que se enterarán de algo, digo. Los habrá, no digo yo que no, pero servidora no ha conseguido profundizar en la historia. Ni un poquito. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Dos gatos

Sí, tengo dos gatos. Desde hace ya casi tres meses. Como Leo fue un bebé gatuno tranquilo, ejem, equilibrado, ejem, y que no me dio problemas, EJEM, ¿qué mejor que ahora, cuando una cierta tranquilidad ya ha llegado a su vida (y a la mía), volver a empezar con otro cachorrito? ¿EH? ¿Qué mejor?

Soy una incorregible adoradora de los gatos. Porque son los mejores. Y ya. 

El caso, y la realidad, es que Leo necesitaba compañía. Igual que os digo que Mi Pequeño Buda Nicolás no tenía ninguna necesidad de tener un hermano y que si no se hubiera ido tan rápido al Cielo Gatuno todavía estaría en guerra con el pobre Leo, con éste no es lo mismo. Es un carácter completamente diferente. Leo, -que, pese a su pasado de guerrillero, es un buenazo y un trozo de pan-, lo pedía y lo reclamaba. 

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