jueves, 6 de agosto de 2015

El misterio de Fuenteovejuna

Como lo leéis. Misterio de Fuenteovejuna. Me explico. 

Hace unas semanas me llegó un extraño correo electrónico procedente de mi biblioteca en la city. Hola, buenas, mira que tienes que devolver ya Fuenteovejuna, que te has pasado de plazo. El correo era extraño porque, por aclararnos ya, yo no he sacado en préstamo tal obra de la biblioteca, ni ahora ni antes ni nunca. Never. Como el tema me pilló en pleno estrés veraniego provocado por las vacaciones de mis compañeros y el afán pre-electoral de los políticos que nos gobiernan, no hice mucho caso, sinceramente. Pensé que había sido un error y que ya se darían cuenta. 

Pero no. Días después llegó una carta a casa. Que devuelvas ya Fuenteovejuna, reina mora. Que nos tienes contentos. 

Confiando de nuevo en la buena voluntad de los bibliotecarios y en que el libro aparecería por alguna parte o el sistema informático corregiría sus errores o yo qué sé, escribí un correo electrónico. Que miren ustedes, yo no tengo ese libro, de verdad de la buena. 


Sí, ya sabéis. Ni puñetero caso, ni para bien ni para mal. Como no me decían nada, me olvidé un poco del tema hasta que el otro día me llegó un nuevo correo, con amenazas ya de condenación ad infinitum en el mundo bibliotecario si no devolvía el dichosito libro. Y ahí me paré a pensar que, claro, todas las bibliotecas de la comunidad autónoma están conectadas y el carné es el mismo, ergo si no me dejan sacar en la biblio de la city -situada en una casa de molusco nombre- tampoco me dejan pillar libros en préstamo en la que es MI biblio de TODA la vida, la de mi pueblo. Y eso-sí-que-no. 

Impulsada por tal, horrible, certeza, allá que me presenté el otro día. En la casa de los moluscos. 

-Servidora: Buenas, mire, es que me están reclamando un libro que yo no he sacado en préstamo, creo que ha debido haber algún error...

-Bibliotecario con cara de aburrido: A ver, el carné... (teclea), sí, tienes Fuenteovejuna, en versión juvenil...

-Servidora: no, no lo tengo, por eso le digo, que hay un error. 

- Bibliotecario: bueno, pues a ver... mira (apunta en un papel), esta es la referencia del libro, búscalo en la estantería y me lo traes...

-Servidora con cara de WTF: Perdón, ¿qué lo busque? ¿yo? (Traducción: ¿Yo que no tengo culpa de nada porque el error ha sido SUYO DE USTEDES? ?¿YO TENGO QUE PERDER TIEMPO DE MI VIDA EN TRAERLE A USTED UN LIBRO PARA DEMOSTRAR QUE SOY INOCENTE? En serio, ¿YO?)



-Bibliotecario: Sí, allá, en la primera planta, sección juvenil...

Acordándome de toda la familia del bibliotecario, al que se ve que había distraído de su sudoku matutino, y con un cabreo del quince y medio largo, me adentré en las estanterías, ante la cara de odio de todos los que por allí estaban. Odio, sí, porque llevaba tacones y del enfado iba yo que parecía una folclórica a punto de dar una patada para mandar la bata de cola a tomar vientos. No sé si visualizáis la imagen. Y el ruido. 

En fin, el caso es que busqué el libro y el libro no estaba. Y volví al bibliotecario del sudoku. 

Servidora: el libro no está. O, al menos, yo no lo veo. 

Bibliotecario, sin mirarme y haciendo un ademán con la manita: huy, a mi compañera de información, a mi compañera de información... (Traducción: APARTA DE MI ESTE CÁLIZ, DÉJAME VIVIR, NO ME AGOBIES MÁSSSS).

Flipando en colorines ante el pasotismo del personal, me dirigí al puesto de información, donde, tras idas y venidas, y tras tenerme sentada allí quince minutos, me atendió una señora que, como me aclaró con amabilidad nada más empezar, estaba a punto de terminar su jornada laboral. Traducción: no me toques las palmas, que me conozco, y que no tengo el asunto para faroles. Bonita. 

Pero servidora, inasequible al desaliento, y cual Paco Martínez Soria (quiero mis 257 pesetaaaassss...), repetí la cuestión que allí me llevaba. Que ha habido un error, que yo no tengo Fuenteovejuna en versión juvenil. La señora me miró, debió ver mi cara de desespereision y me dijo que lo primero era localizar el libro, que se habría extraviado por algún lugar de la biblioteca y que ella misma se encargaría de buscarlo, ya al día siguiente, que ese día ya se iba, por si no me había enterado. 

Cómo un libro extraviado en la biblioteca puede terminar apareciendo en el sistema informático prestado a alguien que NO lo ha sacado, es algo que mi cabeza no atina a comprender. Pero, bueno, aceptamos pulpo. 

El caso es que la buena mujer también me dijo que si no había perdido el carné de la biblioteca, que lo mismo alguien me lo había quitado y se había dedicado a sacar libros. Y yo el único rato que perdí el carné de vista fue cuando me robaron/extravié la cartera hace unos meses. Pero me resulta difícil de asimilar, no sé a vosotros, que el ladrón/whatever se dedicara, precisamente, a sacar en préstamo de la biblioteca Fuenteovejuna versión juvenil con mi carné. 

Cosas más raras han pasado, pero esto ya me parecería un poquillo pasarse de rosca. No sé, creo. Pero lo mismo lo necesitaban sus niños para la escuela y mira, aprovechó. YO QUÉ SÉ. 

En fin, por el momento sigo a la espera de que me comuniquen si han localizado el libro y sancionada hasta el más allá. Y me veo comprando un Fuenteovejuna (versión juvenil) para liberar mi nombre de tal mancha. Veréis. 

Qué cosas más raras me pasan, Sheldon.














1 comentario:

  1. A mí me pasó una vez con un libro que sí había sacado, pero que también había devuelto. La solución en mi caso fue más fácil. El libro estaba en la estantería, ergo, yo no lo tenía.

    A ver si hay suerte, chica. Y qué gustico da cuando te atienden con esa amabilidad, ¿eh? >_<

    ResponderEliminar

¡Gracias por comentar!

También hablé de...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...