Hace unas semanas hablaba de los lugares mágicos a los que siempre volver. Esos lugares que te rescatan, te proporcionan paz y tranquilidad. Esos lugares.
Mi lugar, justo ahora, está a punto de desaparecer. Justo ahora, cuando puse en palabras aquello que sentía desde hace tanto tiempo. Bueno, en realidad no es una desaparición propiamente dicha, es una transformación. Pero ya no va a ser tan mío, porque ya no será como era.
Y la pena, aparece. Y la razón dice que no es para tanto, que es para mejor, de hecho, porque, de otro modo, el lento paso del tiempo acabaría con el lugar. Mejor que se conserve, convertido en otro, pero ahí. Siempre.
Pero la pena, continúa. Porque nada será como era. Esa es la simple verdad.
Nos dicen que vivamos el hoy, el presente. No nos dicen que la vida avanza a tal velocidad que es imposible cumplir ese mantra.
Te echaré de menos, lugar.
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