jueves, 13 de septiembre de 2012

El catolicismo y las ovejas

O "El catolicismo explicado a las ovejas" de Juan Eslava Galán. O yo misma, con muchos años menos, en clase de Ciencias Naturales, con cara de susto mientras nos explicaban la teoría de la evolución -mono, hombre, esas cosas-, y pensaba si la profesora sería una atea o vete a saber, porque, claro, aquello no cuadraba ni de lejos con lo que nos contaban en clase de Religión. A saber, Adán, Eva, la manzana, la serpiente, el pecado original y demás parafernalia. 

Yo era muy pazguata, ya. Pero que te contaran cómo sucedió algo y, dos clases después, te lo contaran de otro modo, confunde al más inteligente. Sobre todo en una edad en la que crees, aún, en Reyes Magos, hadas, duendes y magias en general. ¿Que Dios creo a Adán y luego de él a Eva y de ahí venimos todos? Vale, pero también creo que cuando se me cae un diente viene un ratón y me deja dinero debajo de la almohada. Yo, lo que me echen, que para eso tengo edad. O no la tengo, mejor dicho.

Total, que tampoco me voy a poner a hablar de las delicias de nuestro sistema educativo anterior -soy de EGB- porque ya se sabe, "otros vendrán que bueno me harán". En colegios públicos, como el mío, se daba Religión prácticamente sí o sí y comenzamos con el inglés con unos hermosos y crecidos 12 añazos. Vale. Pero de lo demás aprendíamos tela. O más de lo que aprenden ahora, por lo menos. 

A lo que iba. El libro de Eslava Galán. Tan esclarecedor, tan directo, tan sin medias tintas, que estremece. Tirando de ironía para no aburrir, pero también para no asustar. Oiga, mire, es que nada, y cuando digo nada, quiero decir NADA, es como nos han contado. Dentro de esto, la verdad más agradable es que, en realidad, muchas cosas no se sabe cómo fueron. Así que se puede elucubrar, imaginar, aferrarse al  'quizás', al 'por qué no'. Pero hay otras cosas que sí se saben. Y no, no fueron como nos dijeron. Como nos siguen diciendo. 

Porque lo terrible no es ya que nada de lo que dice la Iglesia Católica tenga la más mínima verosimilitud, que no la tiene. Lo terrible es que la épica que se ha creado al margen tampoco la tenga. Que aquí todos hemos dicho alguna vez lo de "no, yo en la Iglesia, como que no, pero claro, el mensaje de Jesús, sí". Pero, ¿y si Jesús en realidad no dijo nada de lo que dicen que dijo, ni unos ni otros? ¿Y si dijo cosas -eso si existió, que tampoco se tiene muy claro-, pero nada de lo que dijo nos interesa? ¿Seguimos el mensaje, inventado, corregido y aumentado al máximo por otros, de un judío -iluminado y violento, entre otras lindezas- que lo único que pretendió en su vida fue liberar Judea de los romanos? Es más que probable. 

¿De dónde sale todo lo demás? De siglos, de milenios de bolas de nieve cayendo por laderas. La bola que, al principio, es pequeña, se agranda en su caída, hasta llegar a tener unas dimensiones considerables. Todo por un impulso insignificante en sus inicios, en el que se concentra la oportunidad, la "suerte", las probabilidades. Y, por supuesto, el interés de los poderosos cuando comprenden que esa bola puede servir a sus intereses, a poco que la dominen y controlen. 

Y hasta hoy. Y lo que nos quede por ver y vivir. 

Un libro necesario, se crea o no se crea. Un libro que leer con los ojos y la mente abiertos. Un libro que lleva a otros libros, que dispara las ganas de investigar, de indagar, de saber dónde estamos metidos, en qué se basa nuestra cultura y nuestro mundo. Sin juicios, porque todo en la vida, en realidad, es fruto de la casualidad y de la causalidad. Cosas que ocurrieron porque sí, sin más explicaciones, cuyos efectos llegan hasta hoy. Y así seguirá siendo, por los siglos de los siglos. Porque el hombre sigue siendo un niño que mira a su alrededor con ojos asustados, y que busca su identidad, su razón de ser. Y la busca tanto que termina por inventarla. 








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