martes, 2 de febrero de 2016

Spotlight

Como cada año por estas fechas servidora se dispone a ser cinéfila y ver algunas de las pelis nominadas a los Oscar. Por no quedarme con cara de pavo en Acción de Gracias cada vez que me preguntan o sale la conversación. Es que yo lo intento con el cine, de verdad, pero no somos muy compatibles. Total, que el otro día leí que si Spotlight se llevó el SAG y el no sé qué y me dije, vamos a empezar por ella. 



¿De qué va? Cuenta el proceso de investigación que se realizó a principios de siglo en The Boston Globe sobre los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos a niños y jóvenes. Dicho así, suena complicado y parece difícil que una historia tan, en teoría lineal, se pueda narrar bien en cine. Pues, en resumen, les ha salido redonda. 

Spotlight es un peliculón. Perfecta, clásica, sobria, entretenida, interesante... Se me acaban los calificativos. Cierto es que va sobre periodistas y periodismo y servidora es de la profesión, así que podéis pensar que me dejo llevar. Pero miradlo desde el otro punto de vista: si fuera una tontería sin verosimilitud, los periodistas que en el mundo somos lo habríamos detectado. Y no. Es pura verdad. Es un canto al periodismo, el bueno, el que nos mataríamos por hacer los que no podemos hacerlo. 

Porque, claro, ser del equipo Spotlight es como ser de la división de honor, sección cum laude. Unos tipos que se dedican a investigar historias, sin prisas, y con plazos de varios meses o incluso de un año. Y aquí permitidme un momento...



En fin. Ya, ya pasó. 

Pero lo bueno, lo mejor, de esta película es que, a pesar de que hablamos de unas estrellas de esta cosa nuestra del escribir y contar, los protagonistas son como tú y como yo. Periodistas normales. Y lo que hacen es normal. Yo, que no los llego a la suela del zapato y que me conformaría con trabajar en The Boston Globe llevando el café, me he reconocido en muchos momentos de la peli. Me he reconocido, en serio. Me he visto. He comprendido sus caras, sus reacciones. Su letra de médico borracho al escribir sin perder de vista al entrevistado. Y he llorado un poquito cada vez que sacaban una de esas viejas libretas para apuntar. Ese gesto dice y nos iguala tanto que desde la lejanía me he sentido muy orgullosa de ser lo que soy, pese a la enoooorme diferencia, no sólo física, que nos separa.

Aunque sus plazos de entrega sean una pura utopía para el común del gremio, ellos son nosotros y nosotros somos ellos. Así que, como periodista os lo digo, id a ver esta peli. Que eso sí, eso sí es esta bendita profesión. Al menos para todos aquellos que nos enorgullecemos de contar la verdad cada día, caiga quien caiga. 






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