Acabo de leer en JotDown un articulo sobre razones para vivir. Mejor dicho, es un listado, un listado de las razones que hacen que sigamos viviendo porque nos alimentan el alma y el cerebro. Aparecen desde Harrison Ford en su totalidad como persona y actor, al duelo de Snape y McGonagal y otras muchas circunstancias, reales, ficticias, artísticas, únicas. Humanas.
Anoche terminé la adaptación que ha hecho la BBC de Guerra y Paz. Y leer ese listado de pequeños placeres ha sido el colofón perfecto a una semana vivida entre Moscú y San Petersburgo, entre princesas tristes y soldados ateridos de frío en su camino de vuelta a casa. Entre la vida y la muerte, entre la alegría y la desgracia, entre la guerra y la paz.
Leí este libro hace pocos años. Me acompañó, de hecho, durante varios meses porque no es una obra sencilla. Mientras lo leía, poco a poco, intercalé otras novelas. Al final, cuando lo terminé, supe que había leído una obra de arte. Una historia imprescindible sobre el ser humano. Y es que es un comentario ya manido acerca de Tolstoi, pero su reflejo de la psicología del hombre es perfecto. Eso es Guerra y Paz, un repaso sobre lo... mierdas que podemos llegar a ser, pero también sobre lo fantástico que hay en nosotros. Un camino de iniciación y de perfeccionamiento. La búsqueda constante de esas razones que hacen que vivir tenga sentido.