sábado, 23 de abril de 2016

The Catch

Yo necesitaba un vaciador mental y llegó Shonda. Sí, la misma Shonda de la entrada anterior. Ella misma. 

Pues eso, que estaba servidora hasta el moño y más allá y necesitaba alguna serie que cumpliera unos requisitos muy determinados. En corto y por derecho, que me distrajera y no me hiciera pensar. Probé con Houdine & Doyle que tenía todas, pero todas, las papeletas para congraciarse con mi espíritu. Pues no, nada. Por mucho mago, mucho escritor y mucho Londres decimonónico, aquello no hay por donde cogerlo y la serie aburre a las telarañas. Una pena. Además, me hacía pensar y ya hemos dicho que necesitaba algo de electroencefalograma plano, neuronas a dormir y a mí déjame de rollos fantasmagóricos y misterios. He dicho algo que NO me haga usar el cerebro. Cooo...ncho. 

Y entonces llegó Shonda y estrenó The Catch. Y fui feliz. Porque es la serie ideal, perfecta para mi estado mental de ameba recién despertada. A saber: 

- Las protas llevan ropa cara, buena, que se le ve la calidad y la caída, con unos bolsos que da gloria verlos. Así enchufo el modo Vogue en mi cabeza y me lo paso pipa. I'm a material and poor girl in a material world. Jopetas.

viernes, 22 de abril de 2016

Shonda in da house

Estoy pasando por una buena época seriéfila. Hay que celebrarlo. Y más cuando me han venido a rodar como quien dice a la puerta de casa una de esas series americanas que tanto adoramos. Que, vale, podía haber sido una de Sorkin y no, es de Shonda, pero aceptamos pulpo. Y vale, si de folleteos medievaloides hablamos, qué menos que unos tronos y unos dragones para alegrarme la vida, pero tampoco. Ha tenido que ser Still Star-Crossed, que, traducido, es la -pretendida- segunda parte de Romeo y Julieta por obra y gracia de un libro publicado hace unos años que, parece ser, ha tenido éxito entre la población adolescente. O sea, imaginaos el percal. 

El follón que están montando en la city es para verlo. Esa parte de servidora talibana de las piedras salmantinas se enerva y se enciende cuando ve a tanto guiri usando nuestra ciudad dorada como si de un decorado de la Warner se tratara. Tengo que pensar mucho en el DINERAL que se van a dejar y en la promoción que va a suponer para que se me pase. Y aún así me cuesta. Me centro en que van a ser unos días y luego... yanquees go home. El problema, claro, vendrá cuando la ABC anuncie que conceden la temporada completa a la serie, que se la van a conceder porque Shonda no forma este berenjenal para que la dejen compuesta y sin serie. Pues buena es ella. Y ay, entonces. El verano, dicen, nos lo dejarán tranquilo, más que nada porque alguien les habrá dicho que en las altas tierras de Charrilandia en julio y agosto se les pueden derretir los actores. Pero a partir de septiembre amenazan con volver. Y con quedarse veinte semanas. VEINTE. 

Obvio es decir que las fuerzas vivas de la localidad y el personal comercial y hostelero bailan muñeiras al paso de los yanquees en una digna representación de la hospitalidad charra. 

Ameeeericaaaaanosssss.....

En fin, seguiremos informando, que la cosa promete.







lunes, 18 de abril de 2016

Flores naranjas

La casa de mis abuelos ya no existe. Hace un par de años fue derruida y en su lugar mi tío construyó una vivienda nueva, con un gran patio que permanece sin arreglar, a la espera del preceptivo ahorro previo. Yo sigo echando de menos la vieja casa, su olor, su arquitectura casera y su distribución un poco loca. Quién nos iba a decir que la familia iba a crecer tanto, decía mi abuelo cuando nos quejábamos y preguntábamos que cómo, que por qué había hecho (la casa fue cosa suya) un comedor tan pequeño. Pues porque en aquellos tiempos no había más calefacción que la chimenea y mejor una habitación pequeña y recogida para pasar las tardes, que se calentara rápido, que un gran salón comedor que era lo que los insensibles y malcriados de sus nietos solicitábamos.

En aquel pequeño comedor pasé muchos ratos de mi infancia. Las tardes de los domingos, sobre todo. Y recuerdo por encima de todas las cosas la sensación de hogar, de entrar en una guarida, en un refugio, en la cueva de mis ancestros, de mi sangre. No os hablo de perfección, porque nada lo era. Os hablo de algo que era mío por encima de todo lo demás. Leo en estos días un libro en el que se dice que las únicas necesidades verdaderas del ser humano son tres: comida, agua y un lugar en el refugiarse. Aquel era el mío y ya no existe. 

miércoles, 6 de abril de 2016

Dedicado al Innombrable

Me tiene preocupada. El Innombrable. Who Must Not Be Named In This Blog. Muy preocupada.

Que una cosa es que no lo nombre, no lo mencione, no lo reconozca como patrimonio de mis entrañas por pura vergüenza torera (y también por sanidad mental) y otra, distinta, que no me cause congoja que me suspenda conciertos, así, seguidos, por motivos de salud.  Una es sensible y, sobre cosas que afecten al Innombrable, pues más. Que será un poco hortera, ahora estará orondo y hermosote y todo lo que queráis, pero nuestra historia común ahí está y no es plan de olvidarla cuando más me lo necesita. No, no, no. Yo siempre fiel. En la sombra y eso, pero fiel.

Y es que su vida es de traca y ahora está pagando las consecuencias. Cantante desde niño, todos esos años encima del escenario, soportando decibelios excesivos, le han provocado tinnitus. Básicamente, oye sonidos que no vienen de fuentes externas y debe ser serio el tema cuando no puede dar conciertos.

Y luego los kilos que ha cogido. Porque él siempre ha sido de cadera ancha, para qué mentir, pero ahora está en rollo Norcoreano y es una pena. O no, que lo mismo se ha dado al comer como no ha podido desde los nueve añitos que me lo pusieron a cantar. Mejor dicho, desde que a los nueve añitos el prenda de su padre (español para más señas) me lo puso a cantar. Aquello terminó como el rosario de la aurora, claro, con el niño ya mayor enfadado con el padre que lo quería exprimir y el padre que se muere y el niño que jura que no pisará jamás España, la tierra paterna. Juramento que tardó bastantes años en romper, obligado, cuentan, por el éxito de los discos de boleros que grabó por aquel entonces.

viernes, 1 de abril de 2016

El nombre de los nuestros, de Lorenzo Silva

Impulsada por una visita de Lorenzo Silva a mi pueblo, me acerqué a la biblioteca y saqué en préstamo dos de los pocos libros suyos que aún no me había leído: El nombre de los nuestros y Carta Blanca, los dos sobre la Guerra de África, esa que pasó hace menos de un siglo y de la que tan poco, o tan nada, se habla. 

Concluido el tiempo de préstamo, hoy he devuelto los dos libros. Pero sólo me he leído uno, el primero. No es que no haya tenido tiempo para los dos, que algo de eso ha habido, es que no me veo con resistencia emocional como para embarcarme de nuevo de campaña por el Rif marroquí. Porque El nombre de los nuestros me ha dejado aniquilada. Hundida en la miseria. 

Más que ante una novela, nos encontramos ante un diario de guerra. Una descripción pormenorizada de lo que se vivió en determinadas posiciones del ejército español en esa zona del protectorado, ahora Marruecos, durante los meses del verano de 1921. El Desastre de Annual. Uno de los mayores horrores y vergüenzas de España, y mira que tenemos historial para dar y repartir. 

De la vida en marzo y otros ascos

Muchas cosas han pasado en marzo. La principal, creo, es que a quien corresponda no me ha hecho caso. Allá por enero pedí no tener que ir a más funerales, al menos en este año, y en una jugarreta cósmica de esas que le gustan a la vida, en marzo han sido dos. Uno testimonial, porque no pude ir por trabajo, pero igualmente sentido, y otro real, esta misma semana. Llevo cuatro muertes en seis meses, más o menos cercanas, algunas de personas muy queridas, todas diferentes pero similares: gente joven, muy joven para morirse, coño.

En fin, c'est la vie. No me voy a poner dramática, porque es lo que hay. La primera de las despedidas de marzo me pilló en el inicio de la locura semana santera y no pude escribir nada al respecto. También me pilló con Génesis, el libro de Bernard Beckett, a punto de caramelo. Y todo coincidió, como si estuviera planeado. El adiós de una grandísima mujer, solidaria, entregada y decidida con las conversaciones entre Adán y Arte...

"Yo no soy una máquina. ¿Qué puede saber una máquina del olor a hierba mojada por la mañana, o del llanto de un recién nacido? Yo soy la sensación del calor del sol en mi piel; soy la sensación de una ola fría rompiendo sobre mí. Soy los lugares que nunca he visto, y que sin embargo imagino cuando cierro los ojos. Soy el sabor del aliento de otro, el color de su pelo. Te burlas de mí por la brevedad de mi vida, pero es precisamente ese miedo a morir lo que me infunde vida. Soy el pensador que piensa en el pensamiento. Soy curiosidad, soy razón, soy amor y soy odio. Soy indiferencia. Soy el hijo de un padre, quien a su vez era hijo de otro padre... Yo soy el medio a través del cual el universo se ha conocido a sí mismo... Yo soy el significado".

También hablé de...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...