domingo, 31 de mayo de 2015

Decaimiento seriéfilo

No me reconozco, estoy aburrida de las series. 

Sí, sí, como lo leéis. 

Bueno, aburrida tampoco, pero es que no hallo ninguna que me emocione. Terminadas The Good Wife, Nashville y The Americans, que son a las que me he dedicado principalmente este año, me enfrento al más doloroso de los eriales. Que no sé qué ver. Tanto es mi desconcierto que ayer, harta ya de divagar y de que nada me erizara el vello, acabé enchufándome el capítulo de Friends en el que Ross se compra los pantalones de cuero, 'The one with the resolutions'. Magno episodio que me arrancó las mismas carcajadas de siempre y me produjo la misma nostalgia no de siempre, pero sí de los últimos años. Qué rápido ha pasado el tiempo y cuánto le debemos muchos a esa serie. Ay. 

Esto no quiere decir que no haya intentado engancharme a alguna nueva pero los resultados han sido bastante decepcionantes. Lo intenté con Daredevil, pero debe ser que no tengo ánimo de superhéroes o que echo demasiado de menos a Agent Carter. También he empezado The Game, que es una de la BBC sobre espías en los años 70. De lo bueno lo mejor, pero qué queréis, no me convence. Pelín lenta y bastante intensa sobre un planteamiento muy sencillo. La terminaré pero... Meh. 


lunes, 25 de mayo de 2015

Cafeína, etés y sueños whovians

Algo debo decir y como bloguera vuestra que soy, os lo voy a decir. De lo de anoche, digo. 

Por partes: 

1. Me bebí dos cocacolas a eso de la medianoche. Gentileza del catering que organizó uno de los partidos en cuya sede me tocó pasar la tarde electoral. Diréis, lo sé, que no es para tanto, pero es que yo no frecuento la cocacola salvo en momento de extraordinaria y urgente necesidad, que para algo la vendían, en sus inicios, en la farmacia. Y ayer era o beber o caer. Al suelo. 

2. También cené de canapés y tal y bailé (un poco) el Rock del Garaje. Me gustó mucho, ergo, la forma de pasar las jornadas electorales en la gran ciudad. Que no había tenido yo el placer. 

3. Como estuve currando en el lado 'ganador' (con sus matices) me lo pasé bien porque había buen rollito. Incluso reconozco que me emocionó así algún abrazo que me dieron. Y es que el roce hace el cariño. Son políticos, pero también personas, hombre. Se hacen querer (algunos). 

Es broma. Son muy majos. Algunos. 

sábado, 23 de mayo de 2015

Lo de Sansa, lo de Jaime,

Oh, que han violado a Sansa. Ooooh. Que el año pasado a Jaime se le fue la mano (juás) e hizo lo propio con la japuta de su hermana. OOOOOOH. Manos a la cabeza, vestiduras rasgadas, cabezazos de desaprobación, ooooooh. 

Amos, anda. No sé de dónde sale esa ola de puritanismo o de feminismo mal entendido. En primer lugar, las violaciones no es un tema ajeno a cualquier telefilm de sobremesa, por ejemplo, y, yendo más allá, a ver si es que no se va a poder tratar el tema y de tanto no tratarlo nos vamos a olvidar de su existencia. Oiga. 

Y ya, hablando en ASOIAF dialecto, si se conoce Westeros, lo de Ramsay a Sansa fue, vamos, una caricia amable, una noche de bodas de lo más normal. En comparación con otras cosas que hemos visto y con lo que nos quedará por ver, digo. Que el asunto no salga en los libros, por ahora, ya queda aparte. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Agenda de la semana, bis (EL INGLÉS)

Las prisas, que son muy malas. Y la edad, una puñeta. 

Otra labor realizada la pasada, ya, semana fue explicarle a un inglés del interior que sí, que los toros de Osborne que ha contemplado por nuestras carreteras están protegidos y no se pueden quitar. Que nosotros, sus alumnos, no seremos, así en general, muy partidarios del tema taurino, pero los toros esos ni tocarlos. "Como el tío Pepe de la puerta del Sol", soltó alguien, no sé quién, ehem, en plena discusión con el hijo de la Gran Bretaña, al que no le entraba en la cabeza el asunto. 

Tan difícil no es, ¿no? Pues el muchacho no lo pillaba. O sí, pero ponía cara de guiri explorador. Como si estuviera descubriendo una tribu perdida en la selva africana. Y por si no ha quedado claro: nosotros éramos la tribu, claro. 

En fin, una anécdota más de mis días con el inglés que ya llegan a su fin. 

Nótese la pena y el dolor que nos atenaza. 

viernes, 15 de mayo de 2015

Agenda de la semana

Bueno, quien dice agenda dice aventuras, aburrimientos... la vida misma. En resumen, cosas que he hecho esta semana: 

1. Recuperar mi cartera. Estaba en el mismo restaurante, detrás de unos sillones. Ahí no pudo llegar por descuido, está claro. Eso sí, si la camarera salerosa que estaba por allí cuando volví a preguntar hubiera estado más dispuesta a colaborar, me hubiera ahorrado un disgusto  y estar, todavía, sin tarjeta. Pero su "aquí no hay nada, que acabo de barrer" con el morro retorcido, no facilitó las pesquisas. En fin. 

2. Sí, sigo sin tarjeta. Por lo que hoy he tenido que acudir a implorar a una sucursal que me dieran algo de dinerito. La situación es complicada porque sí me han mandado una tarjeta, pero no la que uso para los cajeros, sino otra que tengo de emergencia por si la del día a día se desactiva (ya me ha pasado alguna vez). Y esa tarjeta que me han mandado no sirve para sacar money, solo para pagar. Pero un café no lo vas a pagar con tarjeta, como le he dicho al operario bancario cuando me ha empezado a poner pegas porque, uno, no era mi sucursal, dos, no sé dónde tengo la cartilla. "Mira, no tengo ni para un café, dame algo, por caridad". 

jueves, 7 de mayo de 2015

El robo de la cartera morada

Ayer me robaron. Bueno, eso creo. Tal vez, fruto de mi despiste existencial, fui yo la que perdí la cartera. Pero si la perdí, alguien ha tenido que encontrarla, y si ese alguien, aun, no la ha entregado a las autoridades entramos ya en el ámbito del robo, ¿no?

Porque, conste, la perdí y/o me la robaron en un centro comercial. No en el desierto del Gobi. O sea, que había gente con sus bolsas y sus ganas de apropiarse de lo ajeno. Por lo visto.

El trastorno no ha sido mucho, unos 30 eurillos. El problema es la documentación, las tarjetas, algunos recuerdos y la propia cartera, que me chiflaba, tan violeta, tan bonita. Y no voy a encontrar una ni parecida, ya lo voy asumiendo.

Bueno, aparte de a contar mis penas yo venía aquí a recomendaros que cuando os encontréis en una situación similar, denunciéis por internet. Que se puede. Ayer, en pleno momento desesperación tras darme cuenta de lo sucedido caí en que, oh-my-God, tenía que conducir. Sin carné que enseñar a los señores guardiaciviles. Porque, seré yo que soy una histérica, pero ya me veía a medio cuerpo benemérito apostado por los alrededores dispuestos a detenerme. Que sí, que soy una exagerada, ya lo sé, que en seis años de carné de conducir solo me han parado tres veces, la última para un control de alcoholemia que se desarrolló así: 

martes, 5 de mayo de 2015

Otra de la BBC: Norte y Sur

Si es que no soy yo, es que me busca. Qué culpa tengo. Qué culpita, eh.

Llego a clase de inglés. Tan normal. Tan aburrida. Como siempre. Y dice el teacher, que sigue siendo un solete y no tiene culpa de mi estrés existencial: venga, que os voy a poner un vídeo, que viene aquí en el libro que toca.

Inciso: el libro de inglés es de la editorial de la BBC. Sí, vamos provocando y claro, pasa lo que pasa.

En fin, el vídeo, decía. Nos lo pone. Un trocito de una serie, BBC, by all means, de hace diez años. Norte y Sur.

Mi abotargada cabeza, al oír ese título, se va, inmediatamente, a los campos de algodón del sur de los USA. Norte y Sur. Georgia, los campos de Virginia, la confederación. Esclavos. Patrick Swayze. Esas cosas. 

Pero no. Mi ignorancia era mucha, ahora lo sé. Este Norte y Sur es una novela británica del siglo XIX, de Elizabeth Gaskell, que habla también de las diferencias entre los dos puntos cardinales de un determinado país, Gran Bretaña, claro, durante la Revolución Industrial. Y yo ni flores. Lo que me queda por aprender, señores. Lo que se aprende en esas clases de inglés a las que voy por vergüenza torera. No tengo perdón.

También hablé de...

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